Uno de los oradores citó a Pericles porque de viajar en el tiempo se trataba. "Decía el sabio griego que en Atenas desconfiaban de las personas que no participaban en las cosas de la polis, en la política. Los buenos atenienses participaban en la vida pública. Los buenos gaditanos, también", recordó Carlos Rosado.
El ex concejal socialista de Cádiz, ex diputado autonómico y causante directo del esplendor de los rodajes en Andalucía como responsable de la Film Comission se aferró a las reflexiones del clásico para reivindicar a los que dieron el paso, en 1979, de representar a sus vecinos en el primer democrático.
Fue otro 19 de abril, el de 1979, cuando un grupo de jóvenes formó la primera corporación local bajo la Alcaldía de Carlos Díaz Medina, fallecido el pasado 3 de marzo a los 87 años.
Medio centenar de concejales de aquella época, los pioneros, se reunieron con otros posteriores, incluso con una decena de los actuales, para rendir reconocimiento a un momento de concordia que ponía fin a 40 años de dictadura militar "sólo tres años y medio después de que muriera Franco".
Galería de fotos | Los primeros concejales de la democracia de Cádiz, reunidos 45 años después
Resultó llamativa la ausencia de regidores. De los cuatro democráticos desde entonces, al margen del fallecido, sólo acudió el vigente Bruno García de León, que no había nacido aquel día que se conmemora. Le faltaban cuatro meses para ver la luz. Ni Teófila Martínez (1995-2015) ni José María González Santos (2015-2023) hicieron acto de presencia.
Sería por ocupaciones, por apetencia o porque las reuniones de antiguos (alumnos, compañeros de trabajo, concejales, lo que sea) tienen tantos partidarios como detractores. Los últimos, suelen rehuir de la exaltación de la nostalgia y la revisión del anecdotario común que aportan poco a los contemporáneos, tengan la edad que tengan.
Para poder compartir con los protagonistas de esta mañana de viernes algunos de esos recuerdos hay que tener, como mínimo, unos 55 años de vida así que buena parte de los vecinos carecen de una memoria directa, lo que nunca les exime de conocer y reconocer una plausible labor colectiva en tiempo de miedo y carencias, "de pobreza real".
Las caras y los nombres que pudieron verse en esta ceremonia resultan familiares para los mayores del lugar con algo de interés por las cosas públicas. Su imagen recordó pequeños escándalos, broncas pasajeras, chascarrillos y episodios que han quedado como testimonios de otra época.
Por allí estaban, en carne mortal o en la mente de otros, la concejala que prohibió meter comida o cacharros para cocinar en los palcos del teatro Falla; el investigado por hacer llamadas al teléfono erótico desde un despacho municipal; la que se tapó la boca con esparadrapo para denunciar que no le dieran voz en los plenos.
También el que saltó a todos los medios nacionales por exigir a un quiosquero que retirase las revistas pornográficas de su tenderete; las intrigas internas y los agravios cruzados, la ciudad de la heroína, el derrumbe de astilleros y el "chabolismo vertical", la preturística, con unos niveles de analfabetismo y miseria material que ahora resultan incomprensibles. Los buenos tiempos siempre tienen una parte mala. A veces, enorme.
Traducido a nombres esas escenas trajeron a Jerónimo Andreu, José Ramón Pérez Díaz-Alersi, Emilio de la Cruz, Francisco Súnico, Fernando Santiago, Hipólito García, Juan Manuel Pérez Dorao, Luis Pizarro, Ramón Sánchez Heredia, Vicente Sánchez, Fernando Sicre, Manuel Pérez Fabra, Julio Braña o Manuel Gómez de la Torre, entre los miembros de las cinco primeras corporaciones reunidos.
Fueron representantes, en muchos casos, de formaciones políticas que ya no existen, cambiaron o se diluyeron en otras coaliciones. Partido Andalucista, Partido Socialista de Andalucía, Unión de Centro Democrático, Alianza Popular, Ciudadanos, Alianza Popular... Piezas de arqueología política.
En nombre de todos ellos tomaron la palabra Josefina Junquera, Carlos Rosado y José Blas Fernández, acusado por todos como promotor de la iniciativa.
Especialmente sentido fue el minuto de silencio por todos los de aquella asamblea primera de 1979, o las posteriores, que han fallecido en estos 45 años. De todos ellos, sólo Carlos Díaz Medina ("un hombre bueno en el buen sentido del término, honesto, tozudo, leal") recibió más menciones que Pepe Mena.
Aquel primer concejal de Fiestas, miembro de un gobierno local de coalición en representación del Partido Comunista, organizó un primer carnaval que, en el armazón principal permanece inalterado hasta la actualidad (salvo por la desaparición de las ninfas y la explosión de las agrupaciones callejeras.
"Un hombre de sólidas convicciones y extremadamente bondadoso, sin rencores", resaltó Rosado como reflejo de una etapa "de concordia e idealismo" en la que el Ayuntamiento de Cádiz, como todos, salía de una situación "de corrupción institucional por una dictadura, con problemas acuciantes".
Precisamente a las agrupaciones de carnaval, y a sus críticas, hizo referencia Josefina Junquera desde la presidencia: "Había muchas críticas pero nunca con saña. Nunca tuve una sensación negativa. Las burlas tenían cierta parte de verdad y siempre hay que responder a lo que a uno le achacan".
Hicieron lo que pudieron, vienen a decir los portavoces al echar la vista atrás. "Gracias a los ciudadanos por perdonar nuestra inexperiencia", llegó a decir la socialista. "Fue un ejercicio de realismo y concordia", añadió Rosado.
Unos y otros, del primer ayuntamiento, del segundo o del tercero se mostraron dolidos con "el adanismo" de las nuevas generaciones, los nuevos representantes políticos, que quieren "reescribir la Historia y la transición", hurtarles sus méritos.
Algo de despecho había en el ambiente. Los primeros concejales, los viejos ediles, creen que sus aventuras fueron mejores, más difíciles. Les duele ver que los más jóvenes no recuerdan nada o no las tienen en una estima tan alta.
Los pioneros creen verse sojuzgados, como toda la etapa conocida como Transición, por una ciudadanía que mira con recelo a los representantes públicos actuales y anteriores.
Los que vinieron después, especialmente a partir del 15 de mayo de 2011, consideran la actividad política institucional y originada en partidos convencionales como un vehículo carente de todo compromiso personal y humanista, puesta al servicio de intereses empresariales y particulares, un nido de ambición profesional, avaricia y vanidad.
El muy mencionado Carlos Díaz ya lo dijo en una de sus últimas entrevistas hace ocho años. Veía una "brecha generacional" como nunca había conocido. Los mayores, estos concejales, se consideran algo menospreciados. Creen que hicieron una proeza política en tiempos de penumbras gordas.
Las nuevas quintas creen que estos ancianos de ahora también miraron para otro lado, para el suyo, cuando les tocó. Que sucedió lo de siempre, que nada fue tan épico por mucho que fueran tiempos de miedo y escarmiento.
Valorar de forma ecuánime es tarea complejísima. Lo único indiscutible es que han pasado 45 años.
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