Destellos efímeros salvan la primera 'noche única' de la Bienal de Flamenco de Sevilla

El homenaje a Paco de Lucía que acogía el Teatro de la Maestranza se presentó como un espectáculo repetitivo y deslavazado, que salvaron los destellos puntuales de Diego del Morao, Farruquito, Miguel Poveda y Tomatito

Farruquito bailando al cante de Israel Fernández, en el homenaje a Paco de Lucía en la jornada inaugural de la Bienal de Flamenco de Sevilla.
Farruquito bailando al cante de Israel Fernández, en el homenaje a Paco de Lucía en la jornada inaugural de la Bienal de Flamenco de Sevilla. Laura León (Archivo fotográfico Bienal)

XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla - Homenaje a Paco de Lucía

Ficha técnica:
Espectáculo:
Caudal - Lugar: Teatro de la Maestranza (Sevilla) - Fecha: 12 de septiembre de 2024 - Dirección: José Fernández Torres Tomatito - Aforo: Lleno.
Guitarra: Tomatito, Diego del Morao, Paquete, Jesús Guerrero, José del Tomate, David de Arahal y Antonio Sánchez - Cante: Israel Fernández, Aurora Vargas y Miguel Poveda - Baile: Farruquito - Palmas y Coros: Kiki Cortiñas y Los Makarines - Percusión: Piraña y Paquito González

Como bien dice el refrán acerca de las noches de expectación, estas suelen acabar siendo las que finalmente nunca terminan consiguiendo su objetivo. Y en esta ocasión, por múltiples circunstancias, el homenaje a Paco de Lucía que acogía el Teatro de la Maestranza cumplía a rajatabla la veracidad que marcan estos dichos populares, en la jornada inaugural de la vigesimotercera edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla.

Sobre todo, por la sensación unánime a la salida del principal espacio escénico de Andalucía de haberse perdido la oportunidad de que hubiese sido una noche memorable. Y esta no pasó de espectáculo que estuvo bien, pero que no engrosará los archivos de la Bienal de Flamenco como uno de sus espectáculos más icónicos.

Y es que, a pesar del plantel artístico de primer nivel que estuvo presente en el escenario, durante las más de dos horas de gala inaugural solo se pudieron disfrutar de destellos efímeros en los que un público ávido por jalear y aplaudir a los artistas subía la temperatura del Teatro de la Maestranza.

Como los más destacables — que es con los que nos vamos a quedar—, las bulerías en solitario de Diego del Morao recordando tanto al maestro de Algeciras como a su dinastía tocaora se llevaba en el zurrón la primera gran ovación de la noche, tras una nueva demostración del son especial que posee en sus manos y el arco musical de su guitarra vuelve a no conocer ni límites ni fronteras, a pesar de que lo tenían en una de las esquinas en las piezas corales.

Incluso hasta escoltando por tangos a Aurora Vargas, sacaba de su chistera lo mejor de su toque para estar al quite de una cantaora que, por momentos, nos trasladaba a esa noche mágica que vivíamos junto a ella en el pasado festival Flamenco On Fire de Pamplona, llena de genio y raza flamenca.

Aun cuando nos quedamos con ganas de verle más sobre el escenario, sobre todo capitaneando en algún momento al gran elenco de guitarras participantes — especialmente en la pieza Entre dos aguas en el cierre, que se salvó de la quema gracias a Paquete— Tomatito fue otro de los salvadores de una noche que fue de más a menos y viceversa, en una montaña rusa de sensaciones efímeras, de la que era responsable como director musical de la misma.

Tomatito - XXIII BIenal de Flamenco de Sevilla
Tomatito definía a Paco de Lucía como "el mejor guitarrista de la historia, con perdón del resto". LAURA LEÓN (Archivo fotográfico Bienal)

Junto a su hijo llevó a cabo el famoso Two much que dedicaba al "guitarrista más grande de todos los tiempos, con perdón del resto" y donde nos mostraba la parte más entrañable de su sensibilidad. Por bulerías volvía a rejuvenecer hasta aquellos días en los que grabó Como el agua en 1981, precisamente con Paco de Lucía y Camarón. Y, por último, unos excelentes tangos marca de la casa y llenos de clase junto a Miguel Poveda, quien al inicio del espectáculo también trataba de poner de su parte dedicándole al homenajeado el Poema de la Guitarra de Lorca, con Jesús Guerrero al toque, Paquito González en la percusión y Los Makarines en las palmas y coros.

Todo lo anterior, junto con la predisposición enorme de Farruquito, tanto en un Zyryab al que puso compás y sentido bailando por seguiriya a Israel Fernández y como después hiciera lo propio en la soleá apolá que le ofrecía de alfombra el cantaor manchego, y las sevillanas de Antonio Sánchez con David de Arahal y la pieza Almoraima de José del Tomate, fueron los momentos más destacados de un espectáculo que cojeaba en aspectos básicos.

Miguel Poveda y Jesús Guerrero - XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla
Miguel Poveda y Jesús Guerrero - XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla. LAURA LEÓN (Archivo fotográfico Bienal)

Por un lado, por la gran cantidad de apariciones de técnicos — en penumbra menos mal— que se dedicaban a poner y quitar elementos en escenario sin esperar a que acabaran las piezas y que tampoco servían para acelerar las transiciones entre piezas o, por otro lado, la incomodidad que demostraban los artistas en el escenario haciendo continuos gestos en los que si visibilizaba a las claras que le subieran una cosa o les bajaran otra de los in-ears. Y esas cosas, guste o no, termina provocando que parte del público estuviese más pendiente de eso que de otra cosa, ya que esas alteraciones ineludiblemente repercuten en la ejecución de lo que se está realizando.

Y, además, los continuos saltos de guion — incluso algunos de ellos comentados al público— daban muestra de que la propuesta iba cogida con alfileres, a pesar de que un asterisco bien grande indicara que la programación está sujeta a cambios y estos no siempre fueron capaces de sostener las costuras del espectáculo.

Lo más importante de esta noche única, más que el homenaje a Paco — en el flamenco, este nombre no necesita apellidos—, era ver disfrutar en el escenario a unos artistas que son la referencia actual de género y que ellos, de forma análoga, hiciera lo propio con el público. Y, desafortunadamente para todos, solo nos quedó clara una cosa: que Israél Suárez Piraña es un fuera de serie.

Sobre el autor:

David Montes

David Montes

Comunicador. Experto en gestión cultural del flamenco.

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