Casco, camiseta sudada y brazos extendidos para mantener el equilibrio. En el bowl de The Home, skatepark indoor ubicado en El Puerto, dos personas vuelan. Pablo Quiles, portuense de 29 años, le enseña unos trucos a Daniela Sánchez, gaditana de 16. Aquí no hay edades ni barreras. “Es normal ver a alguien explicando algo a otro que le triplica la edad. Forma parte de nuestra forma de relacionarnos. El skate es como una gran familia y en las Olimpiadas se ha visto. Los comentaristas flipaban al ver cómo el de Estados Unidos animaba al de Australia”. Las palabras de Borja Benjumeda, portuense de 49 años, resuenan en las instalaciones que cumplen casi una década de vida.
La joven, que lleva dos años y medio practicando este deporte, se cruza con el mayor, con trece años de experiencia. Ella luce en su cabeza un casco convertido en reliquia. Un regalo de la australiana Arisa Trew, campeona olímpica en los Juegos Olímpicos de París 2024, con la que ha entablado una amistad en las redes sociales. Pablo y Daniela disfrutan sobre ruedas en estas instalaciones que Borja inauguró el 26 de diciembre de 2015. Pero la historia de este templo para los skaters se remonta a 2010, cuando El Puerto estrenó el skatepark de Las Redes.
Ese año, a muchos skaters veteranos que ya había dejado el monopatín les picó de nuevo el gusanillo. “Nos volvió a motivar, nos picamos. Pero el hormigón te pone los pies en la tierra, teníamos ya los 40”, recuerda el portuense. Un día, una amiga les ofreció montar un skatepark dentro de una nave situada en el Polígono de El Palmar. “Como nos gusta meternos en todos los berenjenales, decidimos hacerlo y construimos rampas y un quarter”, dice Borja a lavozdelsur.es.
Así, fueron los primeros en crear un skatepark indoor en Cádiz. “Y me atrevería a decir que este es el indoor más antiguo de Andalucía”, explica mientras los jóvenes no paran de golpear la madera con sus tablas.
Llegó un momento en que la dueña vendió la nave y el grupo se quedó sin ubicación para practicar. Así que, buscaron otro lugar, donde fundaron el Old School Skateboarding Club. “El skatepark fue creciendo poco a poco y se fue poniendo en boca de todo el mundo, de la gente de por aquí, de los alrededores. Empezó a dejar de ser un espacio privado y se convirtió en algo un poquito más grande”, comenta Borja.
Pero, de nuevo, tuvieron que cerrar y todo se fue a pique. Ese momento, coincidió con un ERE en el Diario de Cádiz que dejó a Borja, fotoperiodista de profesión, en el paro. Al portuense se le ocurrió montar su propio skatepark indoor para tirar hacia delante. Se reinventó, se lio la manta a la cabeza y, como él dice, “decidí tirarme a la piscina para buscarme la vida”. Con el apoyo de sus compañeros, cogió las rampas del antiguo club y se las llevó a la nave que hoy pisa. En marzo de 2015 comenzó The Home, una nueva aventura que despegó diez meses después en este anticuario totalmente reformado, situado en la zona de Urbaluz.
De sus paredes cuelgan numerosas tablas, algunas con los diseños gastados. Recuerdos de muchas personas que han patinado junto a Borja en algún momento. “Son las que se nos iban rompiendo, así, mucha gente se sentía parte de esto. Pertenecen a gente que viene aquí o que nos tiene cariño y quiere dejarnos algo suyo”, comenta frente a ellas.
Al final, el portuense acabó adquiriendo la fina completa para seguir ampliando y, hace una semana inauguró una segunda instalación, anexa a la inicial. Un nuevo espacio que ha construido con sus propias manos. “Faltaba una buena pista de calle, otra modalidad del skate, los ramperos están bien cubiertos. Y como teníamos esta nave cubierta, me pareció un sitio apropiado para hacerla”, comenta Borja.
El diseño de esta instalación ha brotado de la cabeza de este skater veterano que sabe de lo que habla. No hay planos, solo intuición y más de 35 años rodando encima de una tabla. Borja es de la vieja escuela. Es de esos niños que llegaban a casa con las piernas llenas de cardenales. Y lo sigue haciendo, “aunque ya con mis limitaciones”, ríe.
Fue en 1989 cuando se quedó prendado del skate. Por entonces, practicaba vela y, en una regata en Málaga se cruzó con un hombre que iba montado en monopatín. “Me impresionó mucho. Cuando vi al chico y luego lo vi en una tienda, dije, yo quiero hacer eso”, cuenta. Desde entonces, nunca ha dejado de hacer trucos. “Esto es un veneno muy malo. Se te mete en el cuerpo, y como te guste de verdad, te cuesta sacártelo”, confiesa con una sonrisa.
Cuando arrancó, se percató de que “vivir del skate es complicado”, así que apostó por otras iniciativas más allá del alquiler de pistas. Abrió una pequeña tienda con accesorios y ropa, y en 2016 puso en marcha una escuela. Desde hace tres años cuenta con un club que le ayuda a impulsar a los futuros skaters en competiciones. “El skate siempre ha sido gratis. La gente patinaba en plazoletas y barriadas, donde se podía. No hay cultura de pagar por patinar, como lo hace por una pista una persona que juega al pádel. Es difícil hacer entender a la gente que hay que pagar por patinar”, reflexiona.
Por ello, el verdadero motor para que The Home se mantenga es la escuela, donde Borja da clases de todos los niveles y a personas de todas las edades, desde niños de tres años y hasta un hombre de 65 que quería aprender. Según comenta, algunos padres que llevan a sus hijos, también se han terminado animando. “Curiosamente, la primera alumna fue una chavala de 15 años, antes no era tan habitual ver a mujeres aquí”, dice el portuense. “Aquí damos clases para todos, no hay ningún tipo de limitación, la limitación te la pones tú”, añade mientras Pablo y Daniela siguen demostrando su destreza.
Borja observa que las familias que proceden del mundo del skate apuntan a sus hijos a edades más tempranas que las que no lo conocen. Este hecho ha ayudado a que, poco a poco, se haya creado una cantera de jóvenes que quieren llegar a lo más alto. “Ya empieza a haber en Cádiz relevo generacional, algo que antes no había. Las primeras generaciones están transmitiendo el skate a sus hijos ahora, que es cuando los están teniendo”, explica. Los jóvenes 'grindan', saltan, exploran y se superan a sí mismos cada día en este espacio con alma hecho con el corazón.
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