Israel Fernández para el tiempo en 'el relojero' del cante y el flamenco en la Bienal de Sevilla

El cantaor manchego ofrece un concierto íntimo en el Teatro Alameda junto a Antonio 'El Relojero', donde el ayer se hizo presente como salvaguarda del futuro de lo 'jondo' en la XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla

Israel Fernández y Antonio 'El Relojero' presentando el disco 'Por amor al cante' en el Teatro Alameda, durante la XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla.

XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla - Israel Fernández y Antonio El Relojero

Ficha Técnica:
Espectáculo:
Por amor al cante – Artistas: Israel Fernández y Antonio El RelojeroLugar: Teatro Alameda (XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla) – Fecha: 22 de septiembre de 2024 – Aforo: Lleno

Bajo un formato íntimo, al mismo tiempo que cálido y acogedor, el Teatro Alameda abría sus puertas a la XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla para acoger uno de los espectáculos más esperados del evento, en tanto que una primera figura del escalafón actual del cante como Israel Fernández presentaba nuevo proyecto musical y discográfico, junto a Antonio El Relojero, un guitarrista que parece rescatado de la máquina del tiempo.

Tal y como el propio artista define en un pasaje del disco Por amor al cante (Universal, 2024) donde indica que "voy a cantar con toda mi nobleza, admiración, humildad y respeto, desde el corazón", durante la hora y cuarto de recital — en el que hubo tiempo hasta para conocer quién era El Canario de Colmenar— la simbiosis entre cante y toque conseguía detener el tiempo y revisitar junto al público la época dorada de lo 'jondo'.

"Toca como si estuvieras escuchando un disco de pizarra, pero sin ruido, ni frituras", señalaba alguno con sorpresa, tras presenciar en vivo y en directo las canónicas malagueñas del Niño de Cabra y el Mellizo que servían de apertura del concierto a Israel Fernández y que rematase abandolando las clásicas verdiales, con un timbre de voz que hubiera enamorado a los organizadores del famoso concurso de 1922.

Con el peso del bordón marcando el tempo y el compás añejo de aquellas soleares maireneras del siglo pasado made in Melchor de Marchena, la raíz trianera del cante de Noriega brotaba de la garganta de Israel Fernández y, a partir de ahí, con el Mellizo nos bajaba hasta el Cádiz más melódico o se agarraba al Mairena más intrínsecamente clásico. Y, sin olvidarse de Joaquín el de la Paula, entre bordones y pulgares se faja con los tercios del Manuel Torre más alcalaíno, para afrontar un cierre engarzando tercios y rememorar con soltura y jondura a Juan Talega.

Marcheneando con el color de la fruta, de la mano de uno de los grandes de la Ópera Flamenca entraban en la zona dulce del cante y buscar con la guajira a una indiana con la que casarse y platicar con ella que Valderrama ha sido, es y será, por siempre, otro de los grandes genios, aunque algunos quieran mandarle al ostracismo del olvido.

Momento de la actuación de Israel Fernández y Antonio el Relojero en la Bienal de Flamenco de Sevilla 2024. MAURI BUHIGAS

Un breve cante de levante, entre mineras y tarantos, daba inicio a un diálogo entre cantaor y tocaor que desvelaba la complicidad que existía entre ambos. Y que ya no cesó toda la noche. "Yo conocía esta tierra porque vine aquí a hacer el servicio militar" decía El Relojero, que roneaba también de trabar amistad con Martín Pareja Obregón y pintaba de verde, entre primas y bordones, los ojos de la musa de Manuel Quintero, Rafael de León y Salvador Valverde, gracias al encuentro que tuvo el primero de ellos con Lorca en La Granja de Oriente en Barcelona.

Y quedándonos muy claro quién es el Canario de Colmenar (de Oreja), pueblo del que es oriundo El Relojero del toque flamenco, los tangos de Pastora tomaban de nuevo el carril de la noche. De Barcelona a Valencia y de ahí para Serva La Barí, sin dejar la mano de una de las mejores cantaoras de la historia en ningún momento de este recorrido por los clásicos del cante.

"Vamos a hacer ahora un poquito por seguiriyas, Antonio. Ahí está bien la guitarra", espoleaba un cantaor cada vez más a gusto, sabedor de que las orejas en el esportón estaban ya aseguradas con todo lo anterior, aunque aún faltara mucho. Y parte de ese mucho llegaba con el dolor presente y lacerante que nos dejaron Cagancho o, sobre todo, la luna del primigenio Plantea a compás de cinco por ocho, entre acordes que nos llevaban a ese ayer sonoro de tripa de vaca y cejilla de palillo.

Con el final de este espectáculo donde todo se ejecutaba por amor al cante, la media y la granaína de Vallejo entraban en liza antes de que la bulería sí que pusiese en el camino del epílogo de un recital de cante y toque que no dejaba a nadie ni impasible ni indiferente. Los cuatro muleros del Marchena más lorquiño, además de Antonio El Chaqueta, mostraban la afición y el conocimiento del cante y los cantes de un artista que no se quedaba en las letras más conocidas o populares.

"Voy a terminar cantando por fandangos, de lo que me venga", señalaba el cantaor, quien valoraba también "la pasión que tiene Antonio por el flamenco" sin ser un profesional de esto y que "gracias a lo que él me transmite en este arte que es mi vida y mi corazón — como el cariño verdadero— hemos pasado una noche muy bonita".

Y hora y cuarto después de que saludaran al público, la amada que tratan de convencer para que se case con otro de Niño de Fregenal, la pena grande que se va con las lágrimas del Carbonerillo y el amor al que le canta Toronjo cerraban un espectáculo donde Israel Fernández paró el tiempo en el reloj del flamenco junto a "un guitarrista que conocí en un concurso en Madrid hace como diez o doce años" y que ayer hizo un auténtico homenaje al toque añejo y de antaño que sembraron las bases de hoy en día como Miguel Borrull, Sabicas, Niño Ricardo, Manolo de Badajoz, Javier Molina, Manuel Morao o Melchor de Marchena.

Archivado en: