Rafael Riqueni, la banda sonora de la Sevilla eterna

Rafael Riqueni repasa en el Real Alcázar su discografía, en un emblemático concierto que tuvo como obertura el toque de alta escuela de Alejandro Hurtado en la XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla

Rafael Riqueni ofrecía una 'noche única' en la Bienal de Flamenco de Sevilla con 'Nerja'.

XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla - Nerja - Rafael Riqueni

Ficha técnica:
Espectáculo: Nerja – Artista: Rafael Riqueni – Lugar: Real Alcázar (XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla) – Fecha: 24 de septiembre de 2024 – Aforo: Tres cuartos — Guitarra: Rafael Riqueni, Alejandro Hurtado, Salvador Gutiérrez y Manuel de la Luz — Chelo: Gretchen Talbot

Cada vez que se tiene la oportunidad de disfrutar de la música que tiene en sus manos Rafael Riqueni, se es más consciente de que el artista sevillano renace entre sus propias notas cada noche y en cada concierto. Y da igual todo lo demás. Porque en sus manos está la extensión de su mente. La de ayer y la de hoy. Y el Real Alcázar fue testigo, una edición más de la Bienal de Flamenco, que el tocaor con nombre de renacentista vino a este mundo para quedarse para siempre en el recuerdo, de quien disfruta de él y de su música.

En esta ocasión y como antesala, con el pulcro y elegante toque de Alejandro Hurtado por delante — al que tenemos que agradecer los aficionados a la bajañí el trabajo realizado sobre Ramón Montoya—, quedaba demostrado que la guitarra flamenca de concierto goza de un estado de salud envidiable.

Así quedaba patente en la demostración de artista alicantino con la histórica rondeña que grabara en 1936 el tocaor madrileño objeto de su estudio con la famosa guitarra La Leona, así como con la Gitana Arabesca de su alter ego Niño Ricardo, más una farruca y una seguiriya de composición propia.

Galería de fotos | Rafael Riqueni y Alejandro Hurtado en la XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla

Las imágenes del concierto de Rafael Riqueni y Alejandro Hurtado en la Bienal de Flamenco de Sevilla 2024 MAURI BUHIGAS

Una nueva generación que bebe de los maestros. Los de antes y lo de ahora. Y les profesa admiración y respeto. El mismo con el que el patio de butacas escuchaba a Rafael Riqueni en el Patio de la Montería en la noche de ayer, mientras ofrecía un concierto en el que la banda sonora de la Sevilla más flamenca se volvía a hacer presente.

Porque no fue solo Nerja la obra que se tuvo oportunidad de escuchar, sino también piezas de Alcázar de Cristal, Herencia, Parque de María Luisa y otros trabajos grabados en directo. Junto a Manuel de la Luz y Salvador Gutiérrez como segundas guitarras y Gretchen Talbot en el chelo, la granaína Triste Luna en solitario prologaba un extenso concierto en el que tomaba el relevo la Soleá de los Llanos y, poco a poco, ir metiéndose al público en el bolsillo a través de una música que traspasa los sentidos y llega directamente al músculo del alma.

Los Trinos de los pájaros del Parque de María Luisa confrontaban con la Pureza con la que trata a la prima y el bordón, ofreciendo una cantidad de notas en cada acorde, que te llevan a pensar si Riqueni no es lo que toca, sino cómo lo toca. Y más cuando está en solitario. Que, en vez de una, parece que son varias las guitarras que hay en el escenario.

Bajo una música de salón donde nunca se pierden los pasos que hace fácil lo difícil, las cuerdas del chelo y la guitarra entraban en juego en un hipotético segundo acto la Nana, La glorieta de Bécquer, el trémolo Tiempos pasados de Parque de María Luisa, más la pieza El loco como primera entrega de las entregas que ofrecía de Nerja, el trabajo que le encargaron José Luis Ortiz Nuevo y Antonio Benamargo sobre la cueva malagueña que descubrieron "unos niños que no se imaginaban lo que había ahí debajo".

Las imágenes del concierto de Rafael Riqueni y Alejandro Hurtado en la Bienal de Flamenco de Sevilla 2024 MAURI BUHIGAS

Y es que Riqueni es de los que pone el arte al servicio de la música, con dos manos que ejercen de traductores sonoros cuyo poder de transmisión es inusitado. Un revolucionario que no necesita demostraciones constantes, sino expresar en pentagrama lo que vuela por su mente para mostrarse tal cual es y nada más.

La visión más sencilla para la complejidad de armonías con las que junto a sus dos fieles escuderos narra en el tercer acto la historia de aquellos jóvenes que descubrieron en 1959 la cueva de Nerja en un incidente fortuito, conjugando conceptos propios del flamenco con el impresionismo musical que brota de sus manos.

Un músico donde no predomina ni la técnica ni la velocidad, sino cómo usa esas herramientas para escribir cada noche con mayúsculas. Como en la de ayer, donde también tenía espacio su discografía pretérita como Esa noche de Alcázar de Cristal o los jóvenes vieron la luz en la Scala de París en directo, la lengua de tango de la Cascada o las Bulerías del Parque y el recuerdo que siempre tiene a su estimado Niño Miguel a compás de fandangos de Huelva. O la rumba Domalabara, donde su nivel compositivo traspasa fronteras sensoriales en las que no siempre ha ido Cogiendo Rosas, como las que le hubiéramos agasajado si hubiéramos tenido la oportunidad.

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