La realidad agraria pone de manifiesto que existe una barrera a la hora de implantar nuevas tecnologías, sobre todo en el caso de agricultores con edad avanzada. En cualquier ámbito de la sociedad, la brecha tecnológica es un hándicap, pero en el mundo agrario cobra, lamentablemente, un protagonismo determinante. Es por ello que se hace necesario desarrollar proyectos que muestren las enormes posibilidades que existen en el ámbito de la tecnificación del campo.
Por este motivo, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos –COAG de Cádiz, con el apoyo y financiación del Instituto de Empleo y Desarrollo Socioeconómico y Tecnológico de la Diputación de Cádiz, han llevado a cabo en los últimos meses el proyecto “Mejoras tecnológicas para la agricultura gaditana”, con la idea de hacer más competitiva nuestra agricultura, optimizando los recursos y, a la vez, minimizando los costes.
Se trata de una experiencia piloto para el sector agrario en general, poniendo de relevancia las amplias posibilidades que existen en materia tecnológica, “con una mejora del sistema de iluminación, antes utilizado para los cultivos de flor cortada, que puede resolver los problemas en los invernaderos de falta de luz para los cultivos hortícolas de otoño”, explica Yolanda Gil, técnica de COAG Cádiz responsable del proyecto.
“Concretamente –afirma-, con el aumento del fotoperiodo se persigue aportar resultados mejorantes de la producción y ahorro energético, optimizar el crecimiento y floración de las plantas hortícolas, mejorar la competitividad de los productos agrarios (precocidad), sobre todo frente a los mercados extracomunitarios que venden sus productos en Europa y, en definitiva, aportar una alternativa viable al cultivo de flor cortada, adaptando las instalaciones existentes y modernizando la tecnología para adaptarlo a la producción de hortícolas”.
Localización: invernadero de Chipiona
El invernadero objeto del proyecto de modernización tecnológica está situado en Chipiona, en la comarca Costa Noroeste, caracterizada por el cultivo de flor cortada y hortícolas. El cómo y el por qué de la aplicación de la tecnología lo explica Yolanda Gil: “El ensayo se ha realizado en un cultivo de calabacín sembrado en un invernadero que presentaba las instalaciones necesarias. Es decir, posee un sistema de porta lámparas en un marco de instalación de 3 m x 2,5 m, elevado a una altura de 1,90 m y con un sistema de encendido remoto rudimentario”.
Este sistema ha sido utilizado en anteriores campañas con lámparas incandescentes de 100 W, para el cultivo de flor cortada Gypsophila paniculata, un cultivo exigente en horas luz (fotoperíodo). “Estas lámparas incandescentes de 100 W –comenta la responsable del proyecto– se han sustituido por lámparas Led y bajo consumo de diferentes espectros (luz blanca y luz roja) e intensidades. Se han dotado a los cuadros eléctricos con temporizador de funcionamiento y accionamiento remoto”.
Asimismo, destaca que se han llevado a cabo cuatro ensayos diferentes, dividiendo los dos cuerpos del invernadero en cuatro sectores luminosos cada uno (un total de 8 sectores): “Una parte del invernadero no se ha iluminado, convirtiéndose en el testigo del ensayo. Para la otra parte de los ensayos, se ha propuesto un horario de funcionamiento del sistema de iluminación a partir de las horas de oscuridad, tanto alternando 10 minutos la iluminación con 10 minutos de oscuridad, como en iluminación continua, ambos casos durante 6 horas. Los resultados se han comparado con el testigo, para testar el desarrollo fenológico del cultivo y la incidencia de la iluminación, en el crecimiento, la floración, polinización y cuajado. Esta diferenciación se ha hecho más patente en el cultivo, a medida que los días han sido más cortos”.
Antes de comenzar los ensayos, se tomó nota del estado fenológico del cultivo, y los datos más importantes a valorar, como el número de flores masculinas y femeninas, flores abiertas y cerradas, número de hojas, etc., para proceder a su comparación a lo largo del tiempo. Igualmente, durante los ensayos se realizaron mediciones de la iluminancia a diferentes alturas. Así, con los datos recogidos se han realizado cálculos de desarrollo, iluminación y consumo, para su comparación. Los datos se tomaron cada 2-3 días durante un tiempo aproximado de un mes.
“Una vez los días se acortaron lo suficiente como para que el número de horas luz artificiales pudieran complementar las horas luz naturales, la parte técnica de los ensayos comenzó a arrojar datos diferenciados entre los distintos ensayos”, señala la responsable técnica.
Finalmente, los resultandos son alentadores. Y es que el ensayo con luminarias Led de 1W color rojo con funcionamiento en continuo arrojó los mejores resultados en número de frutos cortados (8 U.), aumentando el número de flores estaminadas (macho) y pistiladas (hembra) en comparación con el testigo y los otros ensayos. “Se ha apreciado que las flores abren antes y comienzan a cerrarse también antes en comparación con el testigo”, atestigua Yolanda Gil.
En lo que se refiere al ensayo con luz blanca led de 10W (alternando 10 minutos encendidas y 10 minutos apagadas), “se ha podido apreciar un mayor desarrollo vegetal general, con acortamiento de entrenudos, estimulación del desarrollo de nietos y mayor número de hojas, aumento de flores hembra por encima del testigo y el mismo número de cortes de calabacín que en el ensayo de led rojo (8 U.)”.
En un futuro será necesario validar los resultados obtenidos y realizar mejoras en los ensayos, tales como el acercamiento de las luminarias al cultivo, variaciones horarias, ensayos con otras hortícolas, etc. Las conclusiones y todas las especificaciones de los ensayos, están recogidos en una memoria técnica y depositado en el IEDT de la Diputación de Cádiz.
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