Adiós a la 'madre' del portón de la Cartuja: Aserradora Jerezana cierra tras 80 años de vida

La empresa liquida su material en una nave industrial, ubicada en el Parque Empresarial de Jerez, que está semivacía y que en breve cambiará de manos

Diego Rosado, uno de los últimos trabajadoras de Aserradora Jerezana.

Desde la calle es bien visible un cartel en el que se lee: “Ofertas por liquidación”. Asomarse al escaparate es hacerlo a una nave semivacía, que acongoja, que pronto dejará paso a otro negocio, tras más de un cuarto de siglo en esta ubicación. Más de 80 años de historia en total. Aserradora Jerezana, nacida en 1943, echa el cierre. 

En una esquina del Parque Empresarial de Jerez, concretamente en el número 16 de la calle de las Ciencias, el ajetreo es constante. Pero muy distinto del vivido en este lugar desde que la empresa se mudó a este emplazamiento, a finales de los años 90 del siglo pasado.

A mediados de semana, la nave debe quedar completamente vacía. Casi lo está cuando la visita lavozdelsur.es. Al fondo, unos pocos listones de diferentes grosores y tamaños. Al entrar, junto al mostrador, unas cuantas sillas, una cómoda, cajoneras y varias mesas camilla, además de patas sueltas y tablones, es todo lo que va quedando. El goteo de clientes es continuo. Los trabajadores apuran sus últimas horas entre estas paredes. 

Interior de la nave de Aserradora Jerezana, prácticamente vacía.   JUAN CARLOS TORO
La entrada a la nave, con el cartel de "ofertas por liquidación".  JUAN CARLOS TORO

Uno de ellos es Diego Rosado, el más veterano, con más de 30 años de servicio a Aserradora Jerezana. A sus 60 años, se queda a las puertas de la jubilación, en una vida laboral —que enseña en el móvil, para aportar el dato exacto— que ha estado ligada a esta empresa casi en su totalidad. Al ver así las instalaciones, confiesa, siente “angustia”. Prefiere no pensar en el día de mañana. 

“Veo como si tuviera una pantalla delante, lo hago como otra faena más”, dice, por no darle más vueltas. Su idea es buscar empleo, cotizar al menos un par de años más antes de jubilarse. Con él, otros cinco empleados irán al paro, aunque muchos ya tienen ofertas laborales. La pena que los invade es por la pérdida de una empresa histórica de Jerez. “La gente no es consciente de lo que supone”, incide Diego.

Diego Rosado, en uno de sus últimos días en Aserradora Jerezana.  JUAN CARLOS TORO

Aserradora Jerezana, nacida en 1943, no ha encontrado una tercera generación familiar que se haga cargo del negocio. En la actualidad, son varios hermanos González-Gordon los propietarios, aunque con Bruno y Jacobo García González-Gordon como gestores de la sociedad, que ahora pasará a la historia. Hace diez años que la empresa estaba en venta, y finalmente ha sido vendida, después de un tiempo declarada en concurso de acreedores.

El cierre era algo que se veía venir. “El negocio había caído mucho”, apunta un encargado de la compañía a este medio, que prefiere no dar su nombre. Desde 2008 venía arrastrando una situación económica complicada, que ha acabado con la venta y cierre de un negocio histórico de la ciudad. Después del adiós de Ramos-Catalina, que cerró sus puertas en 2015, Aserradora Jerezana era la única empresa de este tipo que quedaba en la ciudad. 

Un cliente, entre listones en la nave de la empresa.  JUAN CARLOS TORO
Rosado pasa ante el escaparate semivacío de Aserradora Jerezana.  JUAN CARLOS TORO

“Ahora para estos trabajos habrá que ir a El Puerto o a las grandes cadenas”, se oye en el interior de una nave en la que resuenan martillazos y en la que cualquier conversación se convierte en eco. El vacío abruma y apena a partes iguales. Desde que el Miércoles Santo se le comunicara a la plantilla el cierre, llevan liquidando material, y dejándolo todo impoluto para el nuevo propietario. “Va a ser muy difícil a partir de ahora pasar por la puerta”, confiesa Diego. 

Para la historia quedarán muchos de los trabajos realizados por Aserradora Jerezana durante sus más de 80 años de vida. La empresa, que se define como especialista en “tableros, maderas, puertas, suelos, vigas y muebles”, hacía también montajes de armarios, puertas y vestidores en domicilios. Y todo tipo de trabajos manuales, a medida, que se les ocurrieran a sus clientes. 

Instalación del portón de la Cartuja, fabricado por Aserradora Jerezana.

Entre sus proyectos más recordados, el portón del monasterio de la Cartuja, realizado a finales de los años 40 del siglo XX, o puertas de madera en las señeras Puertas de Tierra de Cádiz. La falta de recambios y la jubilación inminente de los propietarios provoca el cierre de Aserradora Jerezana, que en sus mejores tiempos llegó a tener más de 40 trabajadores. Ahora quedaban seis, que van al paro tras alcanzar un acuerdo económico con la compañía. Era el mejor de los peores finales posibles. 

Desde 2008 se han sucedido ERE, ERTE… “Los que estábamos esperábamos que cualquier día pudiera cerrar, o vender la nave, como ha pasado”, comenta uno de los empleados. Desde hace años, había interesados en adquirir las instalaciones, aunque hasta ahora no se había concretado. “Me apena mucho, qué te voy a decir…”, agrega uno de los trabajadores que está viviendo en primera persona la “lenta agonía” del final de la compañía.

La valla publicitaria, ubicada a pocos metros de la entrada a la nave, sigue anunciando a la Aserradora Jerezana. Pronto, el martillo con ojos que hace de mascota del negocio dejará de estar ahí. Para siempre.