"Hola, soy Manolo Romero. Quizás me recuerden de concursos como Saber y ganar y Pasapalabra". Como un remedo de aquel Troy McClure de Los Simpson arranca Manolo Romero, célebre concursante televisivo, pero sobre todo, prestigioso doctor en Historia del Arte y un "apasionado de la manzanilla, el vino de Jerez y el brandy", el episodio piloto de una futura docuserie que promete adentrar al espectador en el singular e inimitable, a veces movedizo, territorio de Sherryland.
Un intenso recorrido por las tierras albarizas del universo del jerez y su relación con el enoturismo en una temporada completa que ya se negocia después de lanzar recientemente una tarjeta de visita que incluye diez entrevistas que vinculan industria bodeguera y turismo del vino. Un maridaje en forma de entrevistas que van desde el presidente del Consejo Regulador del jerez, César Saldaña, hasta un enamorado de los jereces, el rey del Pingus, Peter Sisseck, pasando por las nuevas generaciones en torno al sherry, mayoritariamente con rostro de mujer, y un par de propietarios, Luz Saldaña y Antonio Ramírez, de los neotabancos, singulares despachos de jerez donde ha rebrotado el vino a granel de esas botas de toda la vida.
Viñedos, vendimia, albariza, crianza oxidativa, crianza biológica, hotel en un pago del Marco de Jerez, hotel enoturístico en una bodega, sacristía, andana, criadera, solera, velo de flor, tabanco, parra, calle Ciegos, palo cortao, fino, brandy, vinagre de Jerez… terminología y conceptos que acompañarán al espectador a lo largo de una historia que, quizás, arranque miles de años atrás, pero que en su etapa contemporánea tiene tres referencias periodísticas clave que han contado como nadie los avatares de la denominación de origen más antigua de España.
Pedro Ingelmo, Carlos Piedras —columnista y socio fundador de lavozdelsur.es— y Ángel Espejo son los promotores de la idea de esta docuserie y responsables de una dirección “casi colegiada” que, a su vez, actúan como productor ejecutivo, guionista y productor, respectivamente. “Todo es un poco Von Trier, como aquel movimiento Dogma, en plan como salga la toma, aunque una la repitió Manolo 16 veces”, bromea Ingelmo, cinéfilo empedernido y también autor del podcast Barril de amontillado, que desde su título homenajea al relato de vino y terror de Allan Poe.
Sherryland es un proyecto pensado para “nueve o diez episodios” con el que se pretende divulgar una “experiencia” enoturística, la de vivir el mundo del jerez como turista, como sherrylover por tierras del jerez, que no es ni mucho menos nueva. Como recuerda Carlos Piedras, periodista madrileño, “mi tío trabajaba en el Hotel Jerez en los 70 y ya recuerdo que una vez vinimos de vacaciones y visitamos una bodega”. Afincado desde hace décadas en Jerez, insiste en la idea de que "la comarca fue pionera en el tema del enoturismo, cuando ese palabro ni se utilizaba, ni se contemplaba como negocio, pero luego se quedó muy atrasada".
Ahora en cambio, como recuerda Juan Luis Bretón —bilbaíno vinculado al jerez desde 1965, impulsor de aquellas primeras acciones promocionales que ligaban jerez y turismo— en el piloto de la docuserie, que incluso rescata imágenes antiguas de aquellas incipientes visitas a las llamadas catedrales del vino, “poco a poco se va recuperando parte del terreno perdido". Y parece que el Marco "se confirma como posible destino de vacaciones ligadas al jerez y a todo lo que le rodea: desde gastronomía, viñas… ya hay una bodega con hotel, hoteles rurales en pagos como Viña Petronila…”.
Una docuserie jerezana al estilo de las docuseries anglosajonas
El germen de la idea partió de Ingelmo, también madrileño que lleva décadas viviendo y trabajando en la provincia de Cádiz, y que fue el que relató por capítulos el hundimiento de la industria del jerez en los 90. “Un día vino Pedro proponiendo esta opción, un documental que tenía que estar enfocado el enoturismo, y llegamos a la conclusión de que queríamos algo al estilo de las docuseries anglosajonas, con un conductor. Pensamos en Manolo Romero Bejarano, que tiene amistad con nosotros, se lo ofrecimos y palante”, cuenta, catavino con oloroso en mano Piedras, afincado desde hace décadas en Jerez, experto en temas bodegueros, al igual que Ángel Espejo, jerezano y cronista del sherry desde las páginas de Diario de Jerez.
En colaboración con la Diputación de Cádiz y con la Ruta del Vino y del Brandy de Jerez, el piloto nace como una muestra con “pinceladas de lo que se puede desarrollar. Son 10 entrevistas y cada uno de los entrevistados muestra un aspecto del enoturismo en Jerez: dormir en la viña, los tabancos, la relación del vino con la gastronomía, el patrimonio y la arquitectura bodeguera… La idea es desarrollarlas y en eso estamos ahora, tratando de que esto llegue a canales especializados, temáticos, pero también a cadenas generalistas”.
Con un par de zapatos de Abraham Zambrana por entrevista, Manolo Romero "es el gran gancho, le conocen y quieren todas las madres de España por su presencia en concursos televisivos, y al final conduce como el gran as bajo la manga de la docuserie", explica Piedras, quien a diferencia de Ingelmo, que lleva unos años trabajando a fondo el mundo documental, se ha sentido menos cómodo en el lenguaje audivisual que en el de prensa escrita que lleva ejerciendo toda la vida. "Como experiencia está bien, según avanzaban los días lo hacíamos mejor. Damos el pego, ha quedado vistoso", resume el periodista.
La industria del vino y la industria del enoturismo
En la primera parte de siglo XIX el sherry acumulaba el 20% del total de las exportaciones españolas gracias especialmente al mercado británico. Shakespeare, Lord Byron y Orson Welles tuvieron tanta culpa como, décadas después, la recientemente fallecida reina Isabel II, longeva monarca de Reino Unido que no perdonaba una copita de jerez. En 1980, ya en el siglo pasado, había 219 bodegas censadas en el Marco de Jerez y daban empleo directo e indirecto a unas 30.000 personas. Hoy apenas se llega al centenar de bodegas y el empleo ha bajado a los 2.300 puestos de trabajo directos (unos 10.000 indirectos en todo el mundo), según datos de la patronal bodeguera Fedejerez.
"El vino de Jerez no acaba de estar bien, se han hecho buenas promociones, a nivel de maridaje y elaboraciones está arriba, hay buenos mentores y padrinos, pero las ventas… es verdad que a lo mejor el vino se ha reposicionado un poquito más alto. Pero ya está claro que no vamos a volumen, vamos a valor añadido, y a diversificar", dispara Piedras. El otro hermano Sister, Ingelmo secunda la reflexión: "Yo, que me precio de ser el tipo que contó el hundimiento del jerez, puedo decir que esto desde los años 90 no se ha recuperado".
¿Hay resurrección del jerez, cómo, de qué forma...? ¿Qué ha cambiado? "Lo que ha cambiado es que durante ese tiempo se decía: vamos a recuperarnos al estilo de los años 70, inundando el mercado, pero el mercado británico ya no se va a recuperar nunca, de ahí que una nueva generación haya estado y esté repensando el asunto, aprendiendo de los errores de la anterior". De ahí justo, mantiene, "surgen iniciativas que buscan más la calidad que la cantidad y la diversificación. Nos puede escandalizar el sherry cask, que la mitad de la producción del vino se vaya a envinar botas para criar whisky, o por otro lado, buscar alternativas en el turismo porque han empezado a mirarse en otras zonas vinícolas".
"Reclamamos la belleza de la viña en invierno, puedes ponerlo en negrita y destacado"
"Parece mentira —abundan— que con las bodegas de Ribera del Duero y Rioja, que ni se acercan a la arquitectura de las nuestras, ellos tengan ese hálito que al jerez le falta", destacando también, como dato, que la docuserie ofrezca un 50% de testimonios femeninos, lo que viene a significar que "la presencia de la mujer en el mundo del jerez cada vez es mayor. Ya no solo interesa a las viejas inglesas, sino que hay mucha mujer joven de aquí". Por tanto, hay nuevos territorios y nuevos caminos por explorar en Sherryland, más allá de seguir profundizando en la revaloración de un producto único en el mundo, que en cambio, no está en las cartas y linealeas al nivel de lo que cuesta. "Tengo un podcast en el que catamos vinos de todas partes del mundo, y nos llegan vinos miserables que cuestan 25 euros la botella, mientras que el Tío Pepe sigue por debajo de los 7 euros", lamenta Ingelmo.
A la vista de la reorientación del jerez a lo turístico, cada vez más pujante, cada vez con más iniciativas, ¿acabará Jerez y su zona de influencia convirtiéndose en la nueva Toscana? ¿Cuántas veces lo han colocado como titular-gancho ambos cronistas? "NO, eso no ocurrirá en verano", espeta Piedras. "En la Toscana hay un clima y en Jerez en la viña no puedes estar a las ocho de la tarde en agosto. Allí a las ocho de la tarde empiezan con los antipasti y aquí puede que te pique una avispa a esa hora de un día de agosto", remacha. Aporta Ingelmo: "Jerez, y en algún momento lo dice César Saldaña en su entrevista, debe reivindicar un turismo de primavera y de invierno: la viña, el mosto, eso fuera de aquí se conoce muy poco y los jerezanos cuando vamos a la viña es en invierno". "Reclamamos la belleza de la viña en invierno, puedes ponerlo en negrita y destacado", sentencia Piedras.
Sherryland recuerda a Sherryworld, un viejo proyecto de parque temático del que también ambos periodstas publicaron ríos de tinta, pero tampoco hay que caer en esto cuando se habla de enoturismo y Marco de Jerez, si bien es verdad que la industria del turismo parece la única a la que se encaminan todas las acciones de las administraciones públicas por estos pagos.
"No comparto ese modelo, pero no hay otro", remarca Piedras. Y pregunta: "¿Dónde están los semiconductores, por qué hay que traerlos desde China... ya he visto, como siempre, que en principio van a diseñarlos en Barcelona, serán razones de Estado, pero ¿dónde está la reindustrialización aquí? No puede venir una pandemia y que aquí no se hagan mascarillas".
Mientras tanto, sintetiza, "si la apuesta es turismo, qué mejor que algo tan genuino y tradicional como el vino de Jerez, que es nuestra industria, curiosamente. Si la apuesta por Jerez es el turismo, la crema es el enoturismo". Antes de meterle mano, ya fuera de micro, al debate sobre el precipicio (o no) al que se dirige el buen periodismo, brindan con oloroso por el proceso de crianza que acaban de iniciar en torno a Sherryland, una docuserie para bebérsela.