La cuenca del Guadalquivir atraviesa uno de los otoños más secos de su historia. En la provincia de Sevilla, hace muchos años que los agricultores y ganaderos no recuerdan una estación tan seca como la actual.
Como consecuencia de la sequía, las siembras se han reducido un 50% sobre otros años. Sin agua, los agricultores no se atreven a sembrar por miedo a no recoger nada y perder mucho dinero, ya que plantar una hectárea cuesta en torno a 3.000 euros.
La reducción tajante en el número de siembras ha afectado directamente al trabajo de los jornaleros, que han visto reducidos el tiempo de sus contratos: de trabajar cinco o seis días a la semana, han pasado a hacerlo dos o tres, en el mejor de los casos.
Además, la sequía ha afectado a los ganaderos: no hay pasto para que los animales coman, lo que incrementa los costes para los productores, que tienen que alimentarlos a base de forrajes y piensos.