El inicio de clases en Andalucía ha venido marcado este año, como no podía ser de otra forma, por el coronavirus. Las últimas cifras ofrecidas por la Junta hablan de un 5% de centros con algún aula confinada. Dicho de otra forma, solo uno de cada 20 centros educativos. En sus últimas intervenciones, la Consejería de Salud ha defendido que la situación se ha estabilizado. Pero, ¿qué está ocurriendo un mes después? Lo denuncian los colectivos educativos: no hay un criterio único para decidir el cierre de un aula ni ha sido el mismo al comienzo de las clases que el que hay ahora.
El ejemplo lo ponía esta semana la Fampa de Sevilla, la federación de Ampas: dos centros que tuvieron la misma situación tuvieron respuestas diferentes por parte de autoridades sanitarias y Consejería de Educación. En el primero de ellos, por el positivo de un alumno, se hicieron pruebas rápidas al alumnado de la misma clase, a todos. Dieron negativo pero se procedió a la cuarentena. En otro centro educativo sevillano, solo se hicieron las pruebas a los considerados contactos estrechos, estos dieron negativo y no se guardó cuarentena.
"No se han especificado criterios para adoptar estas resoluciones y se aplican sin criterio comunes", apuntan desde la Fampa. Es decir, que si no se publicó el protocolo y éste no se aplica siempre, es porque, probablemente, el protocolo, de existir, no se cumple, o se ha ido cambiando. "En la actualidad es Sanidad quien evalua los riesgos, y se adoptan de manera descoordinada". De hecho, "si estas situaciones se producen en la víspera de un fin de semana o festivo, no reciben información en los centros". Esto es por "una política informativa nefasta por parte de la Consejería de Salud", denuncia la Fampa de Sevilla. "Lo que nos llega (a padres y madres) es siempre a través de medios de comunicación o docentes". La conclusión es que "se trata de mantener aulas y centros abiertos a toda costa para dar una sensación de tranquilidad y buena gestión, intnetando que las cifras no aumentes, aunque esté en juego la salud y el bienestar de la comunidad educativa".
Los primeros que no saben cómo actuar son los padres. Algunos, aunque no son mayoría, cuando conocen un positivo en el centro entre alumnos de otras aulas que han sido o debieran ser aisladas a su juicio, deciden no llevar a sus hijos al colegio o el instituto. Si las cosas van bien, indica la maestra de Primaria del Arana Beato y miembro de Marea Verde en Jerez Teresa Chamizo es el trabajo "de equipos directivos, docentes y familias", porque, recuerda, "la Junta apenas ha puesto gel y mascarillas" en la vuelta a las aulas. Es cierto que en algunos centros, gracias al refuerzo covid de profesorado hasta, por ahora, diciembre, han podido desdoblar algunas clases, las que tienen más alumnos, pero los llamados grupos burbuja de contacto directo siguen siendo de una veintena de alumnos, lo que impide que dentro de las clases se pueda mantener la distancia de metro y medio.
"Seguimos siempre las instrucciones de las autoridades sanitarias", cuenta Chamizo, en cuyo centro ya hubo un caso de covid en septiembre, al poco de empezar las clases. "¿Se cumplen? Sí, porque cada vez son menos exigentes. Al principio, los contactos contaban desde las 72 horas previas. Ahora, desde las 48 desde que da positivo o está pendiente de la prueba. Y cada vez es menor el tiempo de aislamiento, y cada vez se espera más a decidir a tener los resultados". "La Atención Primaria está colapsada y eso repercute en todo. El resultado sí está a las 24 horas, pero las pruebas tardan cuatro o cinco días en hacerse". Su percepción es que "cambian por día de protocolos, imagino que por la canitdad de casos que reciben".
Eso si, "la mayoría de contagios vienen de fuera del centro". Por un positivo en un alumno, otros dos dieron positivo y el resto, negativo. "Decíamos ya en verano que estas cosas había que tenerlas previstas. Estamos pagando el que no aportaran recursos. En Marea Verde vemos que todo esto es falta de recursos y de profesorado para poder bajar las ratios", indican. En el día a día es donde está la diferencia, sobre todo en etapas menores. En Infantil, por ejemplo, los pequeños no tienen que llevar mascarilla obligatoriamente. Y se dan casos como que un niño necesite en un momento dado que lo cojan en brazos o le atiendan de cerca. A la vez, los grupos en el recreo no se mezclan.
Los propios docentes, en muchas ocasiones, tienen patologías previas, o amiliares en riesgo. La Junta, a diferencia de lo que pudiera parecer, no aceptó todas las peticiones realizadas particularmente por muchos profesionales. "A muchos no se les dio de baja. Acudimos cada día a nuestro puesto de trabajo", pero con la sensación de que podía haberse hecho más para dar mayor seguridad en la vuelta a clases. Existe además una sobrecarga administrativa en los centros para afrontar los procedimientos, mucho papeleo. El entorno escolar "no es seguro al 100%, pero como la comunidad educativa se ha esforzado, ahí evitamos muchos contactos. Lo que viene de fuera llega adentro del cole, eso no es tan seguro. Le faltan muchas medidas de la administración para que fuera más seguro. Lo saben desde julio".
Otro miembro de Marea Verde y docente del IES Vega del Guadalete en La Barca Carlos Vera señala que en su propio centor hubo "un par de casos". Fueron aislados aunque "en ese momento no estaba claro, porque por lo mismo confinaron en la provincia a un instituto entero. La cosa es ahora más homogénea pero a la baja ahora". Él no tuvo contacto con la persona que dio positivo, pero sí con alumnos que quedaron aislados. "Ahora solo es si el contacto es estrecho, por más de 15 minutos, de menos de un metro y medio. Y ahora han estado aislados diez días. A unas personas se les hicieron PCR pero a otras no. Fue un poco arbitrario a mi parecer".
En Secundaria, la situación es diferente. Solo los alumnos de primero y segundo de ESO van a todas las clases presenciales. A partir de ahí, hasta bachillerato, está la semipresencialidad, ir una semana sí y otra no. De los alumnos mayores, precisamente, se esperaba más madurez para acatar a rajatabla los protocolos. A la vez, sus materiales educativos pueden ser en parte más adaptables a la semipresencialidad, entiende la administración. "La semana que no van se les mandan tareas, cosas de estudiar, y se les corrigen, les preguntan lo que han estudiado. Pero no es lo mismo. Y unos son más responsables que otros, o están más controlados,, y los contenidos no pueden ser lo mismo".
Los refuerzos propician también mejoras, pero no hay nada de clases telemáticas, porque obligaría a dar el doble de clases con los mismos profesores, lo cual es, evidentemente, inviable. "Algunos profesores sí hacen algo, pero con los refuerzos que hay lo único que se ha conseguido es desdoblar los grupos más numerosos. Hay algún centro que sí ha optado por el Bachillerato presencial, pero en la mayoría es semipresencial". Para Vera, "todo es un parche. En el caso de Secundaria, desdoblar de seis grupos solo dos es un parche. Y la semipresencialidad es otro parche, te aseguras que no van tanto por clase. Pero nosotros seguimos con la enseñanza presencial. Es la válida pero con más profesarado".
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