Con la llegada por estas fechas de las oposiciones a docente aparece otro clásico que va unido a unas pruebas que no convencen a nadie. Más que un examen donde se ponga en valor el conocimiento de la persona que oposita, en ocasiones el proceso parece más cercano a un sorteo de lotería. Todo depende de si te sale bola o no.
Como ya denunciaron previamente varios sindicatos, la opacidad y subjetividad de estos procedimientos sigue estando muy presente. Este año se han podido solicitar las copias de los exámenes, pero la falta de transparencia sigue latente. "Esa subjetividad y falta de criterio que pululaba por los pasillos ha salido a la luz con un descaro desmedido", destaca María Casado a lavozdelsur.es.
"Sí hemos recibido las copias de los exámenes y las rúbricas. Las copias de los exámenes se solicitaban previamente, unos las pedimos y otros no. Y las rúbricas las ha recibido todo el mundo. Lo que no hemos podido es revisar el examen, solo realizar una reclamación sobre el mismo", señala esta joven opositora. Este martes salieron las notas definitivas y han sido muy pocas las subidas de notas tras las reclamaciones presentadas.
"No importa que los opositores que, ante todo, son personas, hayan pasado uno o dos años dedicando su tiempo a esta prueba. No importa que hayan invertido dinero en su futuro. Y tampoco importa que en el examen demuestren sus conocimientos o no. Solo importan los números. Tantas plazas, tantos fuera", añade.
La calificación de cada uno de los exámenes depende de los cinco componentes del tribunal. Como nos cuenta María, una de las miles de opositoras que se presentaron a la prueba de junio, si en un examen hay dos partes, cada integrante puntúa cada una de esas partes. La puntuación se realiza siguiendo unos criterios de evaluación a través de unas rúbricas. En total son cinco rúbricas de la primera parte y otras cinco de la segunda parte del examen.
"¿Y qué ha pasado con estas rúbricas? Que con ellas, nos hemos dado cuenta de que cada profesor ha corregido los exámenes como le ha dado la real gana. Por ejemplo, imaginad que un criterio de evaluación era la bibliografía, es decir, debías nombrar esa bibliografía para que te contara esa parte. Sin embargo, resulta que para unos profesores esa bibliografía estaba en el examen y para otros no. Y así sucesivamente con cada uno de los criterios de evaluación. Y yo me pregunto: ¿se han leído los exámenes todos los profesores?; ¿los criterios de evaluación corresponden a esos mismos exámenes?; o ¿se ha puntuado todo al tuntún?".
Ante la sorpresa de muchos opositores por las injustas calificaciones recibidas, desde los tribunales "enmudecen o balbucean incoherencias" tales como "qué hacemos chiquilla, no hay plaza", "a la próxima estudia más" o "es un proceso subjetivo". Las rúbricas, como denuncia María, han sido "vulneradas de manera evidente y, a pesar de las numerosas incongruencias, el silencio es sepulcral. No hay posibilidad de revisar los exámenes y las reclamaciones son irrisorias". Nadie ha podido saber dónde o cómo se cuantifican las faltas y errores. No hay correcciones de los exámenes, solo una simple revisión.
Casado argumenta que los opositores a docente no cuentan con un temario unificado, por lo que "estos temarios son elaborados por las academias, los preparadores y los propios opositores. Esto hace más complejo saber exactamente a qué contenidos se ciñe el tribunal, ya que solo contamos con el título y los epígrafes del tema".
Además, la elección de los tribunales se realiza por sorteo. Una cuestión que lleva a que, en muchas ocasiones, los docentes no estén preparados para corregir un temario determinado con rigurosidad. "Por ejemplo, hay algunas especialidades que están unificadas. Es el caso, por ejemplo, de los ciclos formativos pertenecientes a la familia de Servicios Socioculturales y a la comunidad que engloban ámbitos tan dispares como educación infantil, integración social o animación sociocultural. Los profesores de los tribunales no imparten todos estos ciclos al mismo tiempo, por lo que no poseen todos los conocimientos que a nosotros se nos piden en el examen. Sin embargo, aun así, nos evalúan. Otro ejemplo podría ser Geografía e Historia con Historia del Arte".
Esta opositora entiende que el examen no debería ser "un proceso subjetivo, debería ser ilegal. Que no haya plazas, no justifica los suspensos masivos. Me parece una falta de respeto hacia todos los compañeros y compañeras interinos o aspirantes. Y con ello, no pretendo culpar a los docentes que se encuentran por casualidad y de manera aleatoria en un tribunal, lo que sí pretendo es que reflexionemos y cambiemos las cosas de una vez por todas para que prime la objetividad por encima de la subjetividad. Estamos hartos de la parodia de estos procesos de oposición. La educación no es ningún circo.".