La Universidad de Cádiz se encuentra de luto por el fallecimiento del profesor Juan Gibert Rahola (1947-2021), catedrático de Farmacología del departamento de Neurociencias de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cádiz. El sepelio se produjo este pasado martes 31 de agosto en la ciudad de Rosas (Gerona), lugar donde se ha producido su muerte.
El profesor Gibert, además de un excelente docente, era un gran investigador y reputado especialista en Psiquiatría. En la UCA, había desempeñado numerosos cargos académicos como vicerrector, decano de la Facultad de Medicina y director de departamento de Neurociencias. En los últimos años, ejercía como profesor emérito.
La comunidad universitaria y el equipo de gobierno de la UCA lamentan su pérdida y transmiten sus respetuosas condolencias a su familia, compañeros y amigos.
"Curioso en extremo y erudito, su intensa actividad docente e investigadora en la Facultad de Medicina de Cadiz, hizo posible junto al Profesor Eduardo Cuenca la creación de un grupo de psicofarmacólogos con una nueva mentalidad que facilitó la formación en psicofarmacología de muchos psiquiatras a lo largo y ancho de España y constituyó sin duda el paso colaborativo más importante entre las disciplinas básicas y las clínicas: hasta entonces Farmacología y Psiquiatría eran compartimentos estancos", escribían hace unos días compañeros de la asociación española de Psiquiatría Privada sobre la figura de Gibert Rahola.
En un artículo que firman Miguel Gutiérrez y Leonardo Casais, escriben: "Tenía 74 años. Estudió medicina en la Universidad de Barcelona y obtuvo su doctorado con la máxima calificación en la misma universidad. Desarrolló la mayor parte de su carrera profesional como docente en la Facultad de Medicina de Cádiz en el Departamento de Farmacología, luego Neurociencias, dirigido por el Profesor Eduardo Cuenca, con quien llegó, en 1970, haciendo una fuerte apuesta, para lo que habría sido una estancia de poco tiempo, con retorno a Barcelona, que se convirtió en el destino de toda su vida. Juan Gibert fue un médico con auténtica vocación por lo público y por la docencia. Un entusiasta de su profesión y un luchador, también un hombre terco, en el mejor sentido de la palabra, que tenía muy claro lo que quería".