Un proyecto creado por una maestra cordobesa residente en Jerez está dando la vuelta al mundo. Desde Argentina a Estados Unidos pasando por Colombia, Ecuador o México hasta Alemania, Italia y, por supuesto, España, ya se han unido al Movimiento Huertishi, un sueño convertido en realidad que conecta a los jóvenes estudiantes con sus mayores gracias al encuentro con la naturaleza. Un movimiento que transfiere valores, conocimiento y empatía por el planeta.
Azahara Zayn, una maestra cordobesa que reside en Jerez, fue la encargada de poner la primera semilla de este huerto universal en el que alumnos de diferentes lugares del mundo dan vida en sus colegios a sus propios huertos escolares con el objetivo de conectar con el espacio natural para reconectar con la vida.
La idea de esta docente, que es toda creatividad y magia en las aulas, nació en el colegio de Nueva Jarilla, una entidad local que está rodeada de huertos, pero donde los niños no tenían ningún contacto con la tierra hasta que llegó Azahara y propuso poner en marcha un huerto para trabajar diferentes materias educativas utilizando como excusa esta herramienta tan natural. "Me di cuenta al llegar que había muchas conductas disruptivas hacia los mayores. Los abuelos hablan del campo y los jóvenes están con sus móviles. Hay una desconexión total. Leyendo muchos artículos llegué a la conclusión de que a partir de la Generación Z se ha perdido ese respeto al medio ambiente y a la familia. ¿Por qué hay tantos niños que insultan a sus padres y abuelos?, se pregunta esta maestra natural de Córdoba.
Para unir puentes generacionales y reinventarse en tiempos de confinamiento, Azahara comenzó a formarse y trabajar con las herramientas que ofrece internet. Así presentó su Movimiento Huertishi a la Academia de Google. A pesar de que llevaba a una plataforma digital un proyecto que precisamente habla de lo que nos está alejando del mundo lo tecnológico, el gigante de la red aprobó su candidatura y pudo poner en marcha esta iniciativa tan maravillosa.
Por un planeta más sostenible
"El Movimiento Huertishi es una innovación para vivir. Te enseña lo que es importante. No podemos vivir sin escuchar a nuestros mayores y no podemos vivir sin conocer el origen de dónde salen los productos o cómo mantenerlos. No podemos vivir sin saber cómo hacer un planeta más sostenible", señala para añadir. "El Huertishi es la excusa para escuchar a los abuelos cómo solucionar una plaga y para que los abuelos escuchen a los nietos cómo se puede utilizar un microchip para medir la temperatura del agua del huerto. Es la excusa para unir a esas generaciones y paliar la desconexión que existe".
"El 'Movimiento Huertishi' es una innovación para vivir. Te enseña lo que es importante"
Cuando fue aceptada por la Academia de Google, Azahara realizó un vídeo promocional anunciando el movimiento y animando a aquellos docentes con "superpoderes huertishis" que se sumaran a la iniciativa. Y lo que empezó siendo un propósito local ha traspasado fronteras. "Damos soporte a otros centros que quieren arrancar con su huertishi. A cada persona que se suma le mando un sticker de Zan, la zanahoria guardiana, y de nuestra mascota Googlishi. También envío una bolsa de tela con semillas autóctonas de nuestro huertishi a los países europeos. Como a Latinoamérica no puedo mandar, ya que se quedarían en la frontera, hemos creado unos lápices sembrables que se pueden emplear para escribir y que cuando se acaban se pueden sembrar. Y así hemos mandado menta y perejil".
En países sudamericanos como Colombia o Argentina la acogida ha sido extraordinaria. Tanto es así que en la localidad argentina de Jujuy, una maestra –Rosana– ha puesto en marcha un proyecto, que camina de la mano con el Movimiento Huertishi, basado en el intercambio de ladrillos reciclados, hechos con botellas de refrescos que llevan en su interior plásticos de diferentes productos. A cambio de estos ladrillos, el Ministerio de Medio Ambiente argentino ofrece a este colegio semillas para poder seguir sembrando en su huertishi.
Los huertishis originados a lo largo del mundo son de lo más variados. Hay centros que han sembrado en bidones, en ruedas de vehículos y hasta en zapatos. A través de la web del movimiento, Azahara ofrece consejos básicos para la siembra y expone en un tutorial cómo hacer macetas. El alumnado investiga sobre las diferentes hortalizas, el origen de las plantas y el mejor momento para sembrar las semillas. "Con la excusa del huerto hemos propiciado que vayan a sus casas y digan que tienen que hacer unas habas con jamón con sus abuelas para probarlas en clase. Le hemos dado de esa forma también continuidad a las recetas tradicionales, que también se están perdiendo. Y hemos conseguido que niños que no prueban la verdura en sus casas, las coman en clase. Algunos abuelos, con Alzhéimer, trabajan la memoria con el recuerdo de las recetas".
Azahara también ha conseguido que el alumnado le pierda el miedo a la tierra. "Los niños al principio ni siquiera querían tocarla, es como si les diera asco. Al final han acabado yendo a recoger tomates y naranjas con sus abuelos". El huertishi también es un laboratorio de pruebas, una oportunidad para trabajar en equipo y para investigar en familia. Hasta es un lugar para leer, a las plantas, por supuesto. Además, también con este movimiento ha nacido Radio Huertishi, que en el confinamiento sirvió para mantener unido al alumnado con los docentes y como herramienta para trabajar la expresión oral, ya que no era posible hacer tantas exposiciones y diálogos al no estar en clase. Incluso hicieron una radionovela llamada El misterio de las semillas robadas, con algunos personajes que hablaban en spanglish para practicar también el inglés. Una radio que estuvo nominada a los Premios Peonza de Educación.
"La gran finalidad es que se ponga de modar cuidar nuestro planeta y sembrar"
La gran finalidad, tal y como señala esta maestra, es que "se ponga de moda cuidar nuestro planeta y sembrar. Yo veía mucho Mafalda y siempre me preguntaba sobre muchas cosas. No creo que este movimiento muera. Ya había maestros que sembraban antes. Yo solamente lo conté. Eso es lo que le digo a todo el mundo, que hay que dedicar un tiempo a compartirlo. Y ojajá la gente siga sembrando. Creyendo en nuestros sueños podemos hacer lo que nos propongamos. Estoy convencida de que si reconectamos las generaciones tendríamos menos problemas. Todas las conductas, tanto buenas como malas, son consecuencias de no saber hacer una buena gestión como adulto".
Su impresionante proyecto, unido a su extraordinaria preparación, han llevado a Azahara hasta la Consejería de Educación, donde lleva el Programa ALDEA, que alberga a todos los EcoHuertos que están acogidos a Programas para la Innovación Educativa. Un programa que incluye a 1.500 docentes y que repercute en más de 35.000 alumnos. El lavado de cara que le ha dado a los conceptos que se venían trabajando ha sido increíble. En los tres meses que lleva ha conectado su máquina de crear ideas para regalar enriquecedoras iniciativas. Uno de sus grandes retos es naturalizar los espacios en los colegios. "No podemos decir a los niños que estén en contacto con la naturaleza mientras que están rodeados de asfalto. Además, tiene que haber más formación para crear conciencia y acción. Pequeños gestos como apagar las luces o separar la basura son vitales".
En un encuentro de EcoEscuelas que ha tenido lugar recientemente en Cazalla de la Sierra programó una actividad para docentes que consistía en pasear por la mañana por el bosque con la única intención de escuchar. "Había compañeros abrazados a los árboles que estaban llorando. El nivel de conexión fue brutal". Esta cordobesa reconoce que "a veces es muy difícil salirse del libro, que nos limita tanto, pero es una pena. Lo bueno del confinamiento es que cuando hemos parado, el mundo ha respirado. Lo malo es que lo hemos olvidado otra vez". Una maestra diferente, con una sensibilidad especial que lleva mucho sembrado para conseguir un mundo mejor.