“Estoy estudiando”, se puede leer en el estado de WhatsApp de Purificación Fernández Santiago, Puri para los amigos. Realmente, lo lleva haciendo, a periodos intermitentes, desde hace muchos años. A sus 47, acaba de aprobar la EvAU (Evaluación para el Acceso a la Universidad), la antigua selectividad, pero no se quiere quedar ahí. Primero se presentará a la siguiente convocatoria para subir nota y luego quiere empezar una carrera.
“Tengo que mejorar la nota, no puede ser”, dice Puri, quien ha sacado un 6 de media, por lo que forma parte del 96,02% de alumnado de la provincia que ha superado la prueba —un ranking que encabeza la olvereña Raquel Rodríguez—. Pero no se conforma. Lo que más le ha dolido ha sido el 4 en Lengua Castellana y Literatura. “Mi profesora está indignada”, comenta cuando atiende a lavozdelsur.es. “Como sé que soy buena en Lengua no me importa. No voy a perder tiempo en reclamar, me presentaré para subir nota y ya está. Ahora sé de qué va el examen, se me ha quitado el miedo”, agrega.
“Antes era una persona muy impulsiva, habría ido a que me enseñaran el examen, pero ya no”, añade Puri, que cuando suba nota —está segura de que lo hará—, quiere matricularse en el grado en Educación Primaria. O en un doble grado de Publicidad, Relaciones Públicas y Turismo. Aún no lo tiene claro. "Depende de donde pueda entrar", aclara.
La EvAU, cuenta Puri, la ha afrontado con tranquilidad. “Yo misma estaba sorprendida de mí misma, por la serenidad que tenía”, dice. “Veía a las criaturas con 17 años como flanes y yo pensaba: ¿Qué ejemplo vas a dar si te pones a temblar aquí? Incluso consolaba a alumnas, si yo puedo, seguro que tú vas a poder, les decía".
Puri pudo presentarse a la EvAU gracias a la ayuda que le ha prestado Cruz Roja. Ella, que es usuaria “de vez en cuando”, comentó de pasada que estaba estudiando, y se ofrecieron a costearle la tasa de la prueba y también una tarjeta para que tuviera internet en casa, para así poder prepararse los exámenes. “Se interesaron por mí y la verdad es que me han dado mucha ayuda”, comenta.
Puri lleva 17 años viviendo en Jerez, desde que se conoció a su marido, Camilo Garidou, un gitano francés muy conocido en la ciudad por deleitar a paseantes con su guitarra y su cante flamenco. Ella a veces lo acompaña bailando, su especialidad, pero son las menos. Ella también es gitana, y aunque en su casa nunca le han “prohibido” estudiar, tampoco la han ayudado. Pero siempre quiso progresar académicamente.
La familia de Puri y Camilo, que tienen dos hijos en común, se ha beneficiado de varios programas de Cruz Roja. Del programa de alimentos FEAD, por el que recibe comida —“aunque no abusamos, porque sabemos que hay personas que están en peor situación”, aclara ella—, del programa de atención a necesidades básicas —financiado con fondos procedentes de la X solidaria de la renta—, que le ayudado a pagar algunas facturas, y del proyecto Click_A para reducir la brecha digital, gracias al que tuvo internet en casa.
“Pon que soy gitana, con mayúsculas, para mí es un orgullo”, comenta Purificación Fernández Santiago durante la entrevista con este medio. Ella, criada en el seno de una familia gitana de Murcia, nunca tuvo un referente en el que fijarse para desarrollar una trayectoria educativa. “Mi padre me apoyaba, y es importante que te apoyen, pero también que te ayuden”, explica. Su padre sabe leer y escribir. Su madre ni eso, es analfabeta, cuenta ella misma.
“Me quité de estudiar a los 13 años, porque no era fácil integrante en el instituto siendo gitana. No sentí racismo directamente, pero sí que oía comentarios que te quitaban las ganas”, aduce Puri, a la que siempre se le quedó la espinita de progresar en sus estudios. Unos años después, convenció a una amiga para estudiar la extinta EGB, “aunque fuera por la noche”, puntualiza. “Y la saqué con sobresaliente”, dice. Luego, con el paso del tiempo, cursó un grado medio de gestión administrativa, y empezó auxiliar de Enfermería, pero lo dejó.
Hasta que hace tres años, ahora que sus hijos son adolescentes y tiene más tiempo, retomó sus estudios. Entonces, se matriculó en el Centro de Educación de Personas Adultas Aljibe para concluir la ESO, y luego en el IES Coloma para cursar bachillerato, que para ella no ha sido excesivamente difícil, “pero tienes que trabajar”. Aunque el primer curso hizo parte a distancia, en plena irrupción de la pandemia, cuando sufrió la pérdida de varios familiares cercanos por covid, entre ellos, su suegro. “Fue muy duro”, confiesa.
Como a Puri le sale poco trabajo como bailaora y sus hijos son mayores, tiene más tiempo para dedicarse a estudiar, una “espinita” que se está sacando poco a poco. “Era difícil hacerlo antes, sin tener familia aquí, ni apoyos”, aclara. Mientras su marido y su hijo mayor actúan donde los llaman, o en las calles del centro de Jerez, en las que están muy presentes, ella aprovecha para recuperar el tiempo perdido.
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