La guerra de Ucrania llegará este mes de febrero a su tercer año casi sin avances, en una situación de estancamiento ya que Rusia apenas avanza en su intento de invasión más allá de lo que conquistó en las primeras semanas (Donetsk y Ligansk), y Ucrania no logra repeler a las fuerzas dirigidas por Putin.
No está claro el balance de muertos. Rusia asegura que desde que empezó el conflicto, han causado baja (es decir, la suma de muertes y heridos) en el bando ucranio es de más de un millón. Por su parte, Ucrania dice que han causado baja alrededor de 800.000 rusos.
Pero el tablero internacional ha cambiado. Y la clave hay que encontrarla al otro lado del mundo. El 20 de enero, Donald Trump tomará posesión de nuevo como presidente de Estados Unidos tras ganar las elecciones de noviembre. Ya desde entonces, Biden es un presidente saliente que si bien llegó a autorizar el uso de armas norteamericanas contra suelo ruso, su poder ya es temporal y en la práctica Trump ya ejerce como presidente al avanzar sus decisiones.
La administración de Biden ha sido proclive a que Ucrania se enfrente a Rusia, enviando importante apoyo clave para la resistencia. Trump, en cambio, practica una fórmula de no intervención y no puede esconderse su simpatía hacia Vladimir Putin. Por tanto, desde el día en que se conocieron los resultados electorales, cada parte está adaptándose a lo que viene.
En ese sentido, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, que deseaba la victoria de Kamala Harris, para que ésta ofreciera continuidad al apoyo estadounidense, ha alabado ahora a Trump en una entrevista otorgada a un podcaster norteamericano.
Preguntado por las posibilidades del fin de la guerra, Zelenski ha afirmado que estaría dispuesto a alcanzar un acuerdo con Rusia que pasa por entregar los territorios ya conquistados. Son Donetsk y Lugansk, pero también la anexión de Crimea realizada por Rusia en 2014, un tiempo en el que Ucrania renunció a una parte de su territorio -también en la zona más rusófila del país- sin abrir un conflicto, como sí hizo en 2022.
Por otro lado, hay que preguntarse si, más allá de las palabras, verdaderamente Europa y Estados Unidos quieren que Ucrania entre. Básicamente, porque entonces los aliados estarían obligados legalmente a intervenir su Rusica vuelve a atacar a Ucrania.
A cambio, Zelenski quiere que Ucrania se integre en la OTAN. No parece fácil que Putin lo acepte. De hecho, la mera posibilidad que se puso sobre la mesa fue para rusia un casus belli. Era interpretado como una invitación a los americanos a desplegar armamento junto a su frontera. Y Rusia no ha podido más que aceptar que Finlandia y Suecia se integren también en la organización militar. Lo han hecho en 2023 y 2024, precisamente como respuesta de estos países que pretendían mantenerse en parte neutrales hasta ahora, pero que se inclinaron a una entrada rápida para que Rusia no amenazara también sus fronteras.
La derrota parcial, así, parece el único camino viable para Ucrania. Ceder lo que ya se perdió y empezar a reconstruir su economía y su sociedad al finalizar el conflicto. Sueña con hacerlo bajo el paraguas de la OTAN. Para Rusia, quizás, sería humillante la entrada de Ucrania en la organización proamericana. Pero el desgaste ruso tres años después, manteniendo un frente que no es capaz ya de avanzar, no es baladí.