La batalla de Javier Milei, presidente de Argentina, contra todo lo que tenga relación con el feminismo y las políticas de género ha sido uno de los elementos fundamentales de su campaña electoral y de sus primeras medidas en el Gobierno. A la decisión de transformar el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad en una subsecretaría se suma la negación de la brecha salarial (en un país en el que se sitúa en el 25%) y la última medida: la prohibición del uso del lenguaje inclusivo y de todo lo referente a la perspectiva de género en la administración pública argentina.
El argumento de Milei es que la perspectiva de género se usa "como negocio de la política". También ha decidido cerrar el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, una institución que impulsaba políticas nacionales contra estas formas de opresión.
Pero la medida antifeminista estrella de Milei, y que fue uno de los aspectos centrales de la campaña electoral, es la anulación de la ley que despenalizaría el aborto, un derecho conseguido hace tan solo poco más de tres años tras décadas de lucha del movimiento feminista argentino. El partido del presidente, La Libertad Avanza, presentó el mes pasado un proyecto de ley que incluye, entre otros puntos, penas de uno a tres años de cárcel para la mujer que interrumpa su embarazo y la prohibición del aborto también en casos de violación.
El mandatario argentino no es el único dirigente que encabeza una cruzada personal contra las políticas feministas. Nayib Bukele, el recientemente reelegido presidente de El Salvador, también se pronuncia constantemente contra las políticas feministas. Su ministro de Educación, José Mauricio Pineda, anunció hace unos días que el Gobierno eliminará lo que Bukele llama "la ideología de género" de las escuelas públicas del país, uno de los que tiene más altas tasas de violencia contra mujeres y niñas de la región.
En una ola reaccionaria que parece recorrer todo el globo, en Europa políticos como Santiago Abascal, Giorgia Meloni o Viktor Orban también han mostrado de forma constante su rechazo a las políticas de igualdad.
La presidenta italiana, por su parte, es conocida por su discurso antiabortista y en defensa de la familia tradicional. "Sí a la familia natural, no a los lobbies LGTB; sí a la identidad sexual, no a la ideología de género'', pronunció en un discurso durante un acto de campaña de VOX en Andalucía.
El propio Santiago Abascal, líder de Vox, volvió a reafirmarse en su postura sobre el aborto durante la campaña electoral del pasado julio: su partido derogaría la actual ley que regula el aborto.
La extrema derecha elige así el feminismo como uno de sus principales contrincantes, ya que supone la amenaza más contundente a los valores en que se sustentan sus posicionamientos.