Cuando en la televisión se muestran imágenes de muerte y destrucción, cuando se le ve la cara fea a la guerra, pensamos que no va con nosotros, que es lejos, allí donde el dolor no puede tocarnos. Y si despertamos de golpe y vemos que no es tanta la distancia, y que la sombra del horror ensordece con su vuelo rasante, entonces comenzamos a sentir dentro el miedo que vemos en los ojos de nuestros amigos y vecinos que han nacido en otro lugar, en Ucrania, por ejemplo.
Mil y pico, pocos, kilómetros nos separan de un país soberano ya con heridas letales, en una batalla incomprensible en los tiempos que vivimos. No tiene sentido. Nada lo tiene. Me conmovió especialmente la reacción de Nadal, quien en sus palabras expresaba su rabia y su perplejidad ante el absurdo de una guerra con tanques, misiles, sangre y odio, tal como podemos ver en cualquier película bélica en Netflix un sábado por la noche. ¿Qué pretendes, líder? En un mundo agotado por la pandemia, desesperado y asfixiado, otra guerra. ¿Para qué? Hay tantas preguntas sin respuesta que ahoga la impotencia y la incertidumbre. Por eso más que nunca es fundamental dar voz a civiles, a personas normales, a la gente corriente que siempre es el blanco del sufrimiento atroz mientras los que mueven los hilos se frotan las manos en frenesí de locura ególatra.
Y muy cerquita están nuestras amigas Oksana y Olena, en Jerez y Puerto Real, respectivamente. Dos mujeres jóvenes, madres, emprendedoras, trabajadoras y valientes, ante una situación del todo surrealista e injusta. Las escuchamos.
Oksana Varga es una joven profesora de inglés que lleva casi diez años viviendo en España. Integrada y adaptada a la vida en nuestro país, madre de un chico de cuatro años, lleva siempre Ucrania en su corazón. Allí están sus padres, su hermano, sus sobrinos y muchos amigos. No pierde el contacto con su tierra, y el pasado verano estuvo visitando a los suyos allí. Su región natal, Zakarpattia, está al oeste de país, a pocos kilómetros de la frontera on Hungría y Slovakia.
Un lugar precioso y muy turístico rodeado por los Cárpatos, y debido a su ubicación, todo un crisol de culturas, lenguas y nacionalidades. Oksana desde pequeña ha convivido con húngaros, eslovacos, rumanos y polacos en paz, armonía y respeto.
Su región se ha convertido en un refugio para las mujeres, niños, personas mayores que estaban escapando de los bombardeos.
¿Cómo vives lo que está ocurriendo actualmente?
Para mí, como para cualquier ucraniano, la persona, su vida, su bienestar e integridad va siempre por delante de la política, el color de la piel, la religión, etcétera. Somos una nación muy pacífica, trabajadora, independiente y jamas hemos estado involucrados en ningún conflicto.
"Somos una nación muy pacífica, trabajadora, independiente y jamas hemos estado involucrados en ningún conflicto"
¿Qué te transmiten los familiares que están allí? ¿Tienes contacto con ellos?
El mensaje de mi madre a las 4:30 de la mañana el 24 de Febrero : “Ha empezado la guerra” parecía algo irreal. Y lo primero que he intentado es convencer a mi familia que se vengan por lo menos por un tiempo a España hasta que se tranquilicen las cosas. Pero han decidido quedarse.
Mis padres me han dicho que es nuestro deber ayudar a estos refugiados con comida, ropa y techo. Y por mucho que me duela, acepto y respeto a la decisión de permanecer allí de mi familia.
¿Qué opinas de que a estas alturas sigan habiendo conflictos armados?
Nadie sabe por qué nos ha pasado eso, y tampoco sabemos cual va a ser el siguiente paso y el desarrollo de esa guerra, de esa violación de los derechos humanos, de la democracia y de la humanidad.
¿Cuáles son tus esperanzas?
Tengo esperanza porque creo en la bondad del ser humano y que juntos somos capaces de superar cualquier obstáculo y cualquier injusticia. Y me gustaría destacar el apoyo que he recibido de parte de los españoles, todos los días recibo mensajes, llamadas, visitas. Incluso las personas que apenas conozco ofrecen su ayuda y expresan sus preocupaciones. Es justo lo que me hace pensar que somos capaces de detener esa guerra.
Envía un mensaje de apoyo a tus compatriotas.
¡Somos multitud y podemos con todo! ¡Cualquier ayuda, cualquier abrazo, cualquier muestra de apoyo es un paso hacia la paz! Que haya paz en el mundo, en cada país, en cada casa y en cada persona.
Olena Vladika es una ciudadana más que llegó a España en busca de una mejor vida, el 27 de junio del 2003 desde la ciudad de Sambir, en la provincia de Lviv/Leopolis, que también está siendo atacada aunque con menos intensidad, por ahora. Puesto que cada vez están llegando más atacantes a la zona. Todo ese tiempo estuvo viviendo en Manzanares el Real (Madrid).
Joven y preparada, con estudios de administración de empresas, trabaja desde hace ocho años en una empresa de servicios médicos periciales, y su vínculo con Cádiz es el amor, ya que su marido es gaditano, con quien tiene dos pequeños. Actualmente vive en Puerto Real.
Llegó a España por razones personales, no le ha sido posible viajar a Ucrania en estos últimos seis años. El último viaje lo realizó junto a su marido en enero de 2016.
¿Cómo vives lo que está ocurriendo actualmente?
Estoy continuamente en tensión, siguiendo canales de televisión de 24 horas, noticias por Facebook y las que llegan directamente de los familiares y amigos que están en Ucrania. Sientes una sensación de impotencia al no poder hacer nada mientras que tus compatriotas luchan y dejan la vida en los combates.
¿Qué te transmiten los familiares que están allí? ¿Tienes contacto con ellos?
Estamos en todo el momento en contacto con ellos. Intentan transmitirnos tranquilidad, pero somos conscientes de que están viviendo un infierno. Mis familiares directos han escapado a un pueblo a unos 20km de la ciudad, donde tienen un búnker y en caso de amenaza se refugian allí. Otros están intentando escapar hacia Polonia, que es el país más cercano y la mayoría dicen que no piensan abandonar el país y lucharán hasta el final.
¿Qué echas de menos de tu país?
Echo de menos ver un país libre e independiente. Tengo muy buenos recuerdos de allí y no quiero que esas imágenes se borren de mi memoria y en su lugar ocupen las imágenes de destrucción, miedo y sangre.
"No podemos permitir que gente inocente pague las locuras de un individuo que es un enfermo mental"
¿Qué opinas de que a estas alturas sigan habiendo conflictos armados?
Uno no es consciente de lo que es hasta que no le toque vivirlo de cerca. Es increíble que una persona se crea con el derecho de manejar un país a sus anchas. Las guerras deberían haberse quedado atrás y cualquier conflicto tiene que ser resuelto con diálogo. No podemos permitir que gente inocente pague las locuras de un individuo que es un enfermo mental.
¿Cuáles son tus esperanzas?
Los ucranianos somos una nación muy unida, somos amantes de nuestra tierra. Ahora mismo estamos más unidos que nunca y confío en que esto tenga un buen final para todos nosotros. Hemos plantado cara a Putin y estamos dispuestos a llegar hasta el final. Tengo familiares que han perdido la vida en el frente y rezo porque no sea en vano.
Envía un mensaje de apoyo a tus compatriotas.
Quiero que sepan que desde aquí rezamos a todas horas por ellos. Son unos héroes y están haciendo lo imposible para no decaer. Han hecho historia y nos están demostrando fuerza, unidad y amor por Ucrania. Nos estamos organizando para enviar ayuda material y lo seguiremos haciendo hasta que sea necesario. Es lo mínimo que podemos hacer desde la lejanía. No queremos guerra, pero tampoco podemos quedarnos de brazos cruzados y vamos a defender nuestra nación y nuestra libertad hasta el último suspiro.
Y desde aquí, desde este medio, con el corazón abierto a la esperanza, firmes, con la mirada puesta en el horizonte limpio y en paz, deseamos que todo pase, hacemos un llamamiento a la cordura.
Slava Ukraini.