"No sé lo que le habrán prometido en Madrid..." Con una frase nada inocente, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, cambiaba el pasado miércoles el paso de la sesión de control al Gobierno andaluz. Iba dirigida a Juan Espadas, secretario general del PSOE en Andalucía desde hace dos años y medio, cuando la dirección nacional vio que era inútil estirar más la presencia de Susana Díaz al frente de la federación.
El de Espadas es uno de los nombres que inevitablemente saldrán durante estas semanas para rellenar las quinielas en el próximo Gobierno. Ya sea como ministro o como secretario de Estado. Él, de momento, no se descarta de forma tanjante, aunque sí matiza en público la situación.
El secretario general de los socialistas no ha dicho ni que sí, ni que no, ni todo lo contrario. Simplemente que es una pregunta que no puede contestar él. "La facultad de hacer, de confeccionar los gobiernos, la reserva la Constitución específicamente sólo a una persona, que es quien recibe la confianza del Congreso de los Diputados para su investidura como presidente", ha declarado ante los medios de comunicación. En cualquier caso, ha querido dejar claro que "está en lo que es su responsabilidad en estos momentos, que pasa por trabajar por y para Andalucía".
Lo que ya sabemos es que uno de los ministros andaluces de la anterior legislatura no seguirá en el Gobierno. Alberto Garzón ha anunciado su adiós a la dirección de IU, pero previamente ya había señalado que no tendría cargo público en la nueva legislatura. Lógicamente supone una pérdida de peso para Andalucía en el Consejo de Ministros ya que, salvo sorpresa mayúscula, no habrá ningún representante de la comunidad en el cupo de Sumar.
Mónica García, Ernest Urtasun, Sira Rego, Pablo Bustinduy y Yolanda Díaz eran los elegidos de Sumar para ocupar los cinco ministerios acordardos. Y hay que poner eran porque este viernes se ha abierto la posibilidad de una modificación. Díaz ha propuesto a Podemos que Nacho Álvarez sea ministro para cubrir el cupo que reclamaban los morados y aplazar la tensión interna. Podemos, por su parte, insiste en que haya hueco para Ione Belarra o Irene Montero.
De momento la otra Montero, María Jesús, es la única andaluza con el puesto asegurado en Moncloa. La sevillana pertenece al núcleo duro de Pedro Sánchez hasta el punto de que es la número dos del PSOE. Además, su trabajo al frente de Hacienda se antoja más importante que nunca debido a que esta legislatura está llamada a reformar el sistema autonómico de financiación. Montero estaba al frente de la Hacienda andaluza cuando el Parlamento de Andalucía aprobó la propuesta que actualmente defiende Juanma Moreno.
Pedro Sánchez está acostumbrado a dar sorpresas con sus designaciones. Máximo Huerta es el mejor ejemplo, aunque no durase demasiado. Ahora se unen dos variables: el clima de crispación que pide un equipo más político y menos técnico y la pérdida de poder territorial del PSOE que abre la puerta a la 'recolocación' de varios barones y alcaldes que han perdido poder autonómico.
Los nombres andaluces, de momento, son escasos. Los habituales como Luis Planas o Carmen Calvo no son descartables, pero tampoco fijos. En caso de renovación, tampoco sería de extrañar que Sánchez optara por Carmen Castilla, ex secretaria de UGT en Andalucía y número tres del PSOE por Sevilla en las pasadas elecciones.
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