¿Irá a la próxima gala de los Premios Goya que acogerá Sevilla el 11 de febrero de 2023? Más allá de su triste tuit (que luego borró) en 2018, donde hablaba de la “impresentable pantomima del cine español” o tildaba de “asquerosos” a los Bardem, el nuevo consejero de Turismo, Deportes y Cultura, Arturo Bernal (Málaga, 1969), no parece que tenga especial sensibilidad, ni conocimientos específicos, acerca de un sector que representa una pujante industria en Andalucía.
Ya sea en su apartado flamenco (debe culminar la nueva Ley del Flamenco que inició la ex consejera Patricia del Pozo) o en el mundo audiovisual (con una tierra con cada vez más creadores, profesionales y rodajes), o en las artes plásticas, o en la música en general, o en el teatro, la Cultura en Andalucía no es solo creación y exhibición, es también economía y una potente herramiento de promoción exterior de Andalucía y de transformación social.
Sin embargo, pese a todo lo anterior, la oposición ya se ha posicionado sobre el papel que jugará la Cultura en esta nueva legislatura y, a la vista del organigrama que ha definido el presidente Juanma Moreno y de la persona a la que ha colocado al frente, todos coinciden: laminación, arrinconamiento, un poquito de Cultura bajo el sometimiento a las cifras voluminosas que exige el Turismo.
A Bernal, un gran conocedor de la industria turística —especialmente de la costasoleña, el 40% del negocio en la comunidad—, le avala su gestión como director de Turismo de Málaga y después como director general de Turismo y Planificación Costa del Sol desde 2011 hasta 2019, que se puso al frente de Extenda, la empresa pública dependiente de la Junta que pasará a integrarse en lo que se ha dado en llamar la superagencia Andalucía Trade. Además, en su currículo constan que es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Málaga, y Master de Dirección y Administración de Empresas por el Instituto de Empresa-IE Business School de Madrid y por el Instituto Internacional de Empresa y Harvard Kennedy School.
Pero mientras el sector turístico aplaude el nombramiento, los agentes culturales agachan la cabeza y barruntan malos tiempos para la lírica. Un perfil enfocado desde hace 20 años en el turismo, sin nada que ver con temas específicamente culturales, salvo en la organización de algunas acciones promocionales del sector cultural dentro de los programas de Extenda. Que se sepa es la primera vez desde la creación de la Junta de Andalucía que Cultura pierde presencia formal en el propio nombre de la Consejería.
Cultura nunca estuvo 'por detrás' en Andalucía
En 1992 sí existió una Consejería de Cultura y Medio Ambiente, y después se retomó el nombre simple de Consejería de Cultura, ampliado desde 2019 como Cultura y Patrimonio Histórico. Pero siempre ha ido por delante la palabra Cultura. En esta ocasión, se cede el lugar primero a la palabra “Turismo" —no es baladí—, y además coincide con que el máximo titular esta nueva consejería tiene un perfil marcadamente volcado al Turismo.
Todo esto hace vaticinar que, aunque en el seno de la consejería seguirán existiendo direcciones generales de cultura, etcétera, la Consejería —en su título y previsiblemene en sus grandes líneas— puede ir supeditando las prioridades culturales a los intereses estratégicos de una industria del turismo de creciente poderío, que puede ser a veces poco respetuosa con los tiempos y las necesidades culturales de la comunidad, y puedan verse postergadas algunas decisiones de inversión cultural cuando estas inversiones no planteen réditos turísticos inmediatos.
Tal y como se ha venido enfocado el turismo, primando las cifras récords de visitantes antes que la calidad o la excelencia de los visitantes, auguran un planteamiento similar en las políticas culturales: donde solo la rentabilidad económica y estadística importen frente a la micropolítica y la amplísima gama de creadores que tiene la comunidad.
El sector cultural andaluz teme desde hace ya años esta supeditación de la política cultural a la política turística, y este nombramiento y su nueva estructura institucional acrecienta estos temores. Habrá que dar tiempo, pero en política los gestos y símbolos importan, y estos no han podido ser más evidentes desde el minuto uno.