El debate del PSOE-A entre Susana Díaz, Juan Espadas y Luis Ángel Hierro ha dejado una impresión al acabar: las tortas en estas primarias son de guante blanco. Imágenes de bronca que se han dado en otros tiempos en el partido no ha habido, y los candidatos se han ido aferrando a tesis que llevan desplegando toda la campaña. Susana Díaz, como secretaria general -seguirá siéndolo oficialmente después del domingo porque la elección es a candidato a la Junta, no a la dirección- se ha mantenido en un perfil institucional. De entre los detalles, puede llamar la atención que haya señalado a Jaén y a Huelva como las dos provincias que más infraestructuras necesitan. Espadas, quien lideró en avales, ha tejido su propuesta sobre los porqués de la derrota de 2018, aludiendo a que el PSOE necesitaba escuchar. Hierro, por su parte, es el que más guerra dialéctica ha generado e incluso se le vio torcer el gesto cuando el alcalde de Sevilla quiso presumir de políticas sociales.
En tablas, aunque ninguno sea nuevo, parecía más cómoda en sus eslóganes Susana Díaz, mientras que Espadas llevaba un cierto aire improvisador y a vehemencia destacó Hierro. Los primeros tiros, eso sí, los lanzaba el regidor sevillano, que aseguró haberse sentido "solo", como "otros ayuntamientos socialistas", por parte de desplantes de la Junta pero también de su propio partido. Contra quien apuntaba Díaz, en cambio, era contra Bonilla, "el peor gobierno en el peor momento". No rechazaba la expresidenta reconocer errores en el pasado. Coincidentes en muchos momentos, Hierro y Espadas hablaban de blindar el Estado del Bienestar en Andalucía.
Uno de los momentos en los que Espadas fue más resolutivo en un envite fue cuando Hierro le dijo que "si los ciudadanos no nos creen, no nos votan". Ahí, fue tajante el alcalde: "A mí sí me creen y por eso me votan", vino a decir. Susana Díaz también tuvo tiempo para ser crítica con Pedro Sánchez, en referencia al recibo eléctrico, en escalada: "Andalucía es un territorio con posibilidades de almacenar energía, mientras las eléctricas ganan millones y los trabajadores se empobrecen".
También tiró el alcalde cuando le reprochó a la expresidenta que se tuvo que haber incrementado el presupuesto en servicios sociales como sanidad y educación ya en los últimos tiempos de la Junta socialista que ella presidía. Hierro se centró en aumentar la financiación y en mejorar los salarios juveniles.
Cuando el debate avanzaba, Díaz contraatacó: pidió que Andalucía no sea "sucursal de Madrid", en referencia a Espadas como candidato sanchista. "Ningún líder del PSOE andaluz lo permitirá", dijo él. Y dejó caer otra: "No se volverá a utilizar la Junta para intereses personales", en velado recuerdo a cuando ella aspiró a la secretaría general del PSOE estatal.
Donde más encorsetados han parecido los candidatos ha sido en el tramo final, el de las preguntas de los militantes, a excepción de Hierro. El uso de sustantivos y adjetivos que son marca del PSOE como futuro, igualdad o cambio no han faltado en todo el debate. Como nota irónica, el "soy más humilde y autocrítico que otros compañeros". Hierro, después de ser cierta nota aparte, trató de convencer en su último minuto el que más puntos de acuerdo generaba de los tres, y por eso, incidió, podría "volver a unir" a este partido, una reflexión última que implica que el PSOE está roto, algo con lo que quizás muchos votantes no estén de acuerdo. En su último minuto, Díaz habló de ilusión, de valentía. Espadas argumentó que haría del PSOE un "partido útil para Andalucía".
En definitiva, si bien toda crónica política que proponga cierto análisis puede implicar percepciones no compartidas por todos, como es lógico, sí parece dejar una cierta sensación de que todo sigue igual. Y que quien más lo intentó fue Hierro, el que dio el golpe, simbólico, más duro al principio, el que acusó de mentir a Espadas sobre el formato del debate. De todas las alusiones, la mayoría discrepancias de guante blanco. Díaz siguió picando piedra sobre la supuesta base sólida del apoyo de Sánchez a Espadas, esa que convierta a toda una expresidenta en outsider en su propia casa. El alcalde buscó, por su parte, sin llegar a abandonar el tono que le caracteriza, la necesidad de un cambio de rumbo bajo el poso significante de que él sí puede ganar la Junta de nuevo.
De esta forma, las primarias encaran su recta final. No hay sondeos porque el número de votantes no es fácilmente localizable, por lo que dar a Espadas por ganador parece precipitado, aunque cuente con el apoyo de diversas cúpulas socialistas en las provincias. Si hay alguien que sabe que el apoyo de barones no da una victoria en primarias es Susana Díaz. De ganar Espadas, se producirá una bicefalia que tendrá que verse si dura hasta después del verano, cuando están previstas las primarias para la secretaría general. El domingo dictará sentencia.