Lo más escuchado durante estos días de resaca electoral es que la izquierda no es capaz de movilizar a su electorado. Juan Manuel Moreno, ganador de las elecciones, antes de la celebración hizo un llamamiento para que la gente votara en masa. De hecho, señaló en la convocatoria que la fecha estaba pensada para que fuera el mayor número de personas posible a las urnas. Una vez celebrado el recuento, la participación no le importó demasiado.
Aun así hablamos de que dos de las tres elecciones autonómicas con menor participación han sido las celebradas en 2018 y en 2022. La desafección política de la ciudadanía es algo profundamente estudiado, sin embargo, esta desafección que se lleva produciendo y agravando varios años no ocurre de forma simétrica ni proporcional. La democracia liberal y la participación en ella se desangra, pero sobre todo lo hace por los barrios más humildes. La participación el 19 de junio rondó el 59%, pero esta cifra queda muy lejos para determinadas zonas.
A esta situación hay que sumar que Andalucía cuenta con once de los quince barrios más pobres de España, según el INE, lo que hace que el abstencionismo de clase no sea un fenómeno aislado, sino más bien bastante extendido a lo largo del territorio. Además, existe la casualidad de que la mayoría de estas zonas donde la participación es inferior a la media – no todas – la fuerza más votada es el Partido Socialista de Andalucía, por lo que la frase de "no hemos movilizado a nuestro electorado" parece cierta y certera.
Algunos de estos barrios que aparecen como los más pobres de España en el Instituto Nacional de Estadística son las 3.000 viviendas o Los Pajaritos. Ambos en Sevilla. En el caso del primero, algunas de las mesas electorales llegan al 90% de abstención. Que participe uno de cada cuatro vecinos con derecho al voto ya es un buen dato en esta zona de Sevilla. Esta circunstancia, aunque algo menos pronunciada, se repite en Los Pajaritos con cifras del 65% de abstención. En el lado opuesto, en la misma ciudad, encontramos el barrio de Los Remedios, feudo tradicional del Partido Popular y donde es complicado encontrar una sección censal que no llegue al 80% de participación.
Lo mismo que ocurre en los barrios sevillanos – entre los que también están Torreblanca o Cerro-Amate – también ocurre en el resto de barrios que encabezan el ranking de los más pobres del país. Azahara-Palmeras, Moreras-Huerta de la Reina o Distrito Sur en Córdoba y Rosaleda en Málaga son otros ejemplos en los que encontramos secciones donde es común ver una participación por debajo del 40% e, incluso, del 30%. Mientras tanto, en los barrios adyacente la abstención está en la media o es mucho menor.
El director de la Fundación Atenea en Andalucía, Juanlu Delcán, señala que uno de los motivos de esta situación es el "desencanto por parte de las personas en riesgo de exclusión social, no se las tiene en cuenta". Sobre esto añade que estas personas "viven en una situación de supervivencia, están centrados en buscarse ingreso para salir de la situación".
Una opinión similar sostiene Ana Salazar, politóloga y directora de la consultora Idus3Estrategia. Salazar es prudente a la hora de establecer conclusiones, aunque algunos barrios estudiados siguen esta línea, "creo que influyen los medios de comunicación. No se informa de igual manera una persona que tiene todos los recursos a su alcance que el que no lo tiene. No tiene tiempo", dice en referencia a las distintas prioridades que pueden tener las diferentes clases sociales. Además, añade otra de las posibles causas, "todo apunta a que son personas con una circunstancia que puede llegar a sentir que el sistema le falla".
Una de las claves que ofrece Salazar para esto es hacerlo a través de personas de la sociedad civil vinculadas a estos barrios porque existe un rechazo a lo institucional, "hay que hacer un trabajo conjunto entre las instituciones y los líderes de opinión". En muchas ocasiones, ni siquiera llega que se celebran elecciones y de la importancia que tienen, "por las circunstancias no es prioritarios".
Todo ello tiene que ir acompañado de soluciones para los problemas reales que sufren en estos barrios, "si las instituciones no son capaces de resolver los problemas reales que para que puedan respirar, se crea una grieta porque hay descredito", añade la politóloga. Chamizo advierte sobre la situación y sobre la importancia de hacer cambios radicales en el sistema para que estas personas puedan acceder a él, "ahora no pueden responder a la realidad social, se han convertido en máquinas burocráticas". El que fuera Defensor del Pueblo avisa del riesgo de que estos grupos sociales adquieran las lógicas del capitalismo, "sería para echarse a temblar".
Para solucionar todo esto pide "generosidad extrema" por parte de los Gobiernos en sus políticas ya que muchas de ellas "son proyectos que quieren incidir en todas las clases sociales y ponen como pantalla las clases vulnerables, pero se quedan en clases medias". En lo más inmediato manifiesta que la única forma de frenar esta brecha es "trabajar a nivel de barrio, no con mítines, sino con gente trabajando y creando conciencia bajo los principios de solidaridad y responsabilidad".