El andalucismo está de moda

Jóvenes en el multitudinario mitin de Adelante Andalucía que reunió a 4.000 personas en Sevilla.
Jóvenes en el multitudinario mitin de Adelante Andalucía que reunió a 4.000 personas en Sevilla.

Domingo, 9 de marzo de 2008. El Hotel Al-Àndalus de la capital andaluza es un funeral. Coalición Andalucista, la marca con la que se presentaron los andalucistas a las elecciones autonómicas para intentar salvarse del naufragio de años de peleas personalistas entre seguidores de Alejandro Rojas Marcos y Pedro Pacheco -rojamarquistas y pachequistas-, entre andalucistas de izquierdas y los que tenían sueños húmedos con construir una Convergencia i Unió en una tierra sin burguesía, había fracasado en su intento de salvar de la desaparición a un espacio político que fue fundamental para la conquista de la autonomía política y sin el cual no se puede entender ni el 4 de Diciembre de 1977 ni el 28 de Febrero de 1980.

Los militantes andalucistas lloraban amargamente en el vestíbulo del hotel que habían elegido como sede electoral. Un 2,76% de los votos los dejaban fuera del Parlamento de Andalucía y con una deuda brutal que, sin recursos económicos derivados de la subvención electoral, sería imposible de pagar.

Julián Álvarez, el último candidato del Partido Andalucista y exalcalde de la ciudad sevillana de Écija, intentó girar a la izquierda un barco que hacía tiempo que miraba a la derecha y hacía más anticatalanismo que andalucismo. El no a la Reforma del Estatuto de Autonomía de 2007, que justificaron porque no definía a Andalucía como nación, fue quizás el principio del fin.

Después de aquel domingo, Pilar González Modino, la última portavoz parlamentaria que tuvo el Partido Andalucista en el Parlamento de Andalucía, cogió los mandos de un barco oxidado y sin gasolina al que le cortaban el teléfono, la luz y el agua de la sede de la calle Rastro de Sevilla.

Pilar González, la última de Filipinas, intentó anclar el barco a la izquierda, reconciliarse con las organizaciones progresistas y salir de la deriva conservadora a la que habían condenado al andalucismo quienes pensaron estrategias que lo mismo valían para pactar con el PP, con el PSOE o firmar planes de recalificación urbanísticas que eran auténticos pelotazos.

En 2011, Pilar González se quedó a 600 votos de que el PA entrara de nuevo en el Ayuntamiento de Sevilla, donde había sido alcalde Alejandro Rojas Marcos, en un pacto con el PP, durante el periodo 1991-1995. Las lágrimas volvían a correr por la sede de la calle Rastro. Quedaba una última oportunidad para intentar levantar una momia que se había convertido en un lastre y en el instrumento para que algunos oportunistas fueran alcaldes y concejales en sus pueblos pactando a diestra y siniestra.

En 2012, el resultado fue aún peor que en 2008. Un 2,5% de votos, por detrás de UPyD, dejaban nuevamente fuera al Partido Andalucista del Parlamento. Se habían acabado todas las oportunidades y empezaba la guerra entre quienes querían un partido para transformar Andalucía y quienes pretendían continuar patrimonializando unas siglas pensando únicamente en transformar su situación personal a través de alguna Concejalía de Urbanismo o de Fiestas Mayores en algunos pueblos y ciudades medias, pero irrelevante en la política andaluza.

Una lluviosa mañana de mayo de 2012, Pilar González convoca una rueda de prensa fuera de la sede del PA, en un céntrico hotel hispalense, para comunicar que se marchaba. Se va entre lágrimas, amarrada a su bandera verdiblanca y denunciando “prácticas mafiosas”. Sus enemigos internos le habían hackeado el correo electrónico y la acusaban de estar preparando la creación de una formación política de izquierdas.

González se marchó a su casa y lo único que fundó fue una asociación ecoandalucista, Primavera Andaluza, con la que intentó mantener viva la llama del andalucismo y unidos a los fieles que no la dejaron sola ni en el PA ni durante los duros años de la travesía por el desierto.

En 2015, tras 40 años desde su fundación, el Partido Andalucista se disolvía porque había dejado ser “útil” a los andaluces. De la disolución, salieron dos ramas. La parte progresista fundó el partido Izquierda Andalucista, liderado por la cineasta Pilar Távora, hija del dramaturgo e icono del andalucismo histórico Salvador Távora. “Izquierda delante para que no haya dudas”, decía Pilar Távora durante el congreso fundacional. El ala rojamarquista creó Andalucía Por Sí, que debutará en solitario el 2D en sus primeras elecciones andaluzas, tras rechazar integrarse en la confluencia de Adelante Andalucía, y que tiene un patrimonio municipal modesto de grupos municipales que suman unos trescientos ediles.

Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista han conseguido algo impensable la noche electoral de marzo de 2008, en la que los andalucistas se lamían las heridas en los rincones del Hotel Al-Ándalus de la capital andaluza. A pesar de ser dos formaciones modestas, que juntas no superan los 300 militantes, han llenado de andalucismo la confluencia Adelante Andalucía.

Nunca pudieron llegar a soñar las pilares andalucistas que se dirigirían a un auditorio de 4.000 personas, como hicieron este sábado en el multitudinario acto público que celebró Adelante Andalucía en FIBES, el Palacio de Congresos de Sevilla, donde participaron Alberto Garzón y Pablo Iglesias. Ni que tendrían que dar un mitin en la calle en Almería, provincia tan hostil para el andalucismo y la izquierda, porque se desbordó el aforo.

Ni en sus mejores sueños pudieron llegar a pensar que verían a 4.000 almas cantando el Himno de Andalucía que se canta al final de todos los mítines de Adelante Andalucía. Ni que verían ondear banderas verdiblancas por jóvenes millenials que poco o nada saben del relato épico de la conquista de la autonomía.

El andalucismo está de moda. Hay youtubers y raperos que han hecho de las hablas andaluzas su manera de presentarse al mundo; jóvenes feministas que reivindican un feminismo andaluz que tenga en cuenta la idiosincracia territorial; medios de comunicación emergentes que reivindican el relato en andaluz y que quieren contar en andaluz y desde Andalucía lo que ocurre en nuestra tierra; directores de teatro y dramaturgos que hacen producciones escénicas con acento y temática andaluz.

Sanitarios y docentes que se manifiestan con la verdiblanca, lingüistas que están haciendo un trabajo importantísimo de dignificación de las hablas andaluzas, jornadas sobre literatura, pintura o teatro andaluz, facultades de Periodismo vuelven a llevar a sus aulas a periodistas andaluces a que hablen de periodismo con mirada verdiblanca y hasta economistas y sociólogos que publican estudios tienen a Andalucía en el centro de sus preocupaciones y ocupaciones.

A la vez que el Partido Andalucista iba muriendo por inanición, un andalucismo popular e intuitivo se iba armando sigilosamente en rincones insospechados. Todo ese caudal de andalucismo forma parte de la operación de Teresa Rodríguez, quien se enfrentó a Pablo Iglesias y al centralismo jacobino de Podemos, para construir una confluencia netamente andaluza que va mucho más allá de lo electoral y de la suma de Podemos e Izquierda Unida y amenaza con ser segunda opción en las elecciones andaluzas y situarse en un lugar de salida privilegiado para disputarle al PSOE andaluz la hegemonía del espacio progresista.

Es tal la hegemonía y la disputa del espacio andalucista que hasta Ciudadanos, partido centralista que quiere acabar con las autonomías, se ha visto obligado a poner la bandera andaluza en su cartelería. La noche del 15 de noviembre en Granada, en el mitin de apertura de la campaña electoral andaluza, el PSOE puso la mítica canción ‘Verde, blanca y verde’ de Carlos Cano, la misma que usa Adelante Andalucía como sintonía de campaña y en sus spots, aunque renovada y con arreglos musicales del siglo XXI.

La cartelería del candidato del PP Juanma Moreno mezcla el azul ‘popular’ con el verde Andalucía. La presidenta Susana Díaz y la candidata de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez, fueron vestidas de verde andaluz al debate de Canal Sur. Todo el mundo quiere ser andalucista, unos más por interés electoral y otros porque de verdad se lo creen.

De lo que no hay dudas es de que el andalucismo está de moda, como hace 40 años. La gran diferencia es que el PSOE, que en la Transición era el partido que lideró las expectativas y los anhelos de un pueblo que quería salir de la subalternidad, es visto ahora como el enemigo de los sueños de este nuevo andalucismo que Adelante Andalucía trata de liderar y convertirlo en autoestima para renovar el pacto social que la gestión de la crisis y la derechización del PSOE andaluz han hecho saltar por los aires.

 

Sobre el autor:

Raúl Solís

Raúl Solís

Periodista, europeísta, andalucista, de Mérida, con clase y el hijo de La Lola. Independiente, que no imparcial.

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