El 14 de febrero la política española se despertó con una nueva relación de amor. Las elecciones de Castilla y León obligaban a PP y Vox a entenderse en el siguiente ciclo político. La casi desaparición de Ciudadanos dejaba a los populares sin posibilidad de tener un socio ‘cómodo’. Y todo por el ansia de buscar una mayoría absoluta cuyas posibilidades reales eran muy reducidas.
El resultado de Vox en Castilla y León mostró el músculo de la marca. Su candidato, Juan García-Gallardo, era un desconocido y una apuesta del partido. Pero la formación estaba – y parece que sigue – en auge y la cabeza visible de la candidatura era lo de menos. Desde la extrema derecha ya habían advertido de que tenían intención de estar en todos los gobiernos autonómicos en los que pudieran si sumaban con el PP. En aquella fecha, aunque se rumoreaba, todavía no estaba claro que Andalucía tuviera que ir a las urnas.
El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, miraba los movimientos de su compañero Alfonso Fernández Mañueco y pensaba aquello de 'cuando las barbas de tus vecinos veas cortar…'. En Castilla y León, aunque Mañueco tensó la cuerda, los populares no pudieron huir del acuerdo con Vox. Los primeros anuncios fueron basados en la guerra cultural que disputa la extrema derecha: fin a las leyes de igualdad y a las leyes LGTBI. De la negociación Vox salió con lo que buscaba, tres consejerías y una vicepresidencia. La vicepresidencia para el propio García-Gallardo, sin competencias, eso sí, pero con un sueldo de 80.000 euros.
Cuando todo eso ocurrió, las elecciones en Andalucía aún no estaban convocadas. Los más optimistas pensaban que un gobierno con Vox tampoco sería para tanto, pero los últimos acontecimientos dejan a Moreno Bonilla en un aprieto y compromete su idea de mostrar un perfil moderado que pueda a traer a votantes con diferentes ideas. En el caso de Moreno, si no consigue esa amplia mayoría que pregona, tendrá que verle la cara en el Consejo de Gobierno a Macarena Olona. Por si acaso, el líder de los populares andaluces ya desliza la posibilidad de una repetición electoral hasta que salga un resultado que le resulte cómodo. La oposición piensa que se trata de un farol y que en caso de tener que ponerse de acuerdo con la extrema derecha, Moreno lo hará. El andaluz fue el primer Gobierno sostenido con los votos de Vox.
La última polémica del vicepresidente de Castilla y León ha sido esta semana, cuando le respondía a una diputada del PSOE con discapacidad que la iba a tratar "como si fuera una persona normal". La pregunta de la socialista iba, precisamente, enfocada a cómo trataría García-Gallardo a las personas con discapacidad ya que parlamentario de Vox aseguró hace unas semanas que "no se puede tratar a las mujeres como si fueran discapacitadas", en referencia a la paridad. Hace unos días también se viralizaba en redes sociales por unas palabras en las que aseguraba que la izquierda quiere "pervertir a los niños" cuando se habla de educación sexual.
Mañueco miró la intervención sin decir nada. Por los pasillos de las Cortes evitó desautorizar a su vicepresidente y afirmó que él defendía al Gobierno. Feijóo, por su parte, mientra tomaba posesión como senador, ha calificado las palabras de García-Gallardo como "sorprendentes", aunque manifestando que no las conocía en profundidad. Si ambos dirigentes del PP han sido poco tajantes con la polémica intervención, menos lo ha sido Moreno Bonilla. En la era de internet y los móviles, el presidente de la Junta de Andalucía ha rechazado valorar las declaraciones porque aseguraba que no las había visto. Únicamente ha pedido "respeto".
Mientras tanto, Macarena Olona hacía su última performance en el Congreso de los Diputados antes de renunciar a su acta para "centrarse en Andalucía". De momento, su campaña se ha basado en el victimismo por las calles de Salobreña y en un tono impostado en las Cortes Generales frente al ministro Félix Bolaños para acaparar la atención televisiva. Hoy, con una camiseta de Morante de la Puebla, lo ha vuelto a repetir.
En el PSOE andaluz han visto la oportunidad de presionar al PP sobre los pactos electorales, "¿y con este partido pactan el PP y Moreno Bonilla? Quien calla, blanquea y asume los discursos de odio", ha expresado su candidato Juan Espadas. Ángeles Férriz, su número dos, también se ha manifestado en términos similares, "¿cuánto están dispuestos a tragar con la ultraderecha? ¿Eso es lo que nos quieren ofrecer a Andalucía, el pacto con un partido político que tiene esa bajeza moral?", se ha preguntado la jiennense. "Moreno Bonilla debe hacérselo mirar, si es eso lo que nos tiene que ofrecer a los andaluces ya puede coger la maleta e irse", ha concluido.
Más a la izquierda, Inmaculada Nieto se ha reafirmado en la idea de "reflexionar" en caso de que el escenario que arrojen las elecciones pueda provocar un Gobierno de PP y Vox. Hace unos días, la candidata de Por Andalucía abría la puerta a pensarse una abstención para que la extrema derecha no llegase a San Telmo. "Hay que pensarlo", ha remachado Nieto en su argumentación sobre el posicionamiento de la coalición electoral que lidera sobre ese escenario, por cuanto sería "una situación compleja que requiere una profunda reflexión".