Nadie pudo con él. Con la relativa seguridad que da la posición de gobierno —olviden la experiencia de Susana Díaz—, el presidente de la Junta y candidato del PP-A Juan Manuel Moreno Bonilla, ha resistido las críticas de todos los grupos políticos representados en el debate electoral de RTVE para las elecciones autonómicas del 19J. No podía ser de otra forma. Moreno sabía a lo que venía y cómo tenía que jugar sus cartas en esta primera noche de confrontación política. Más de confrontación que de política, por cierto.
"Han intentado ilegalizar mi candidatura. Soy de Alicante y española". Lejos de mantener las formas, la candidata de Vox, Macarena Olona, no defraudó —a los suyos— con una primera intervención cargada de tópicos y contradicciones, intentando encender una mecha que afortunadamente no llegó a prender —del todo—. A las bíblicas y taurinas maneras, Moreno Bonilla consiguió dar capotazos, presentándose como una opción de centro, tolerable y moderada. El socialista Juan Espadas le recordó que no lo era, pero pocos parecen haberle escuchado. "A usted le hizo presidente Vox", acusó al dirigente popular el candidato del PSOE-A con un tono que no cuajó y que intentó replicar a Moreno desde la suavidad.
"No puedo ocultar mi asombro", dijo hasta en varias ocasiones el todavía vicepresidente de la Junta y candidato de Cs, Juan Marín, que buscó entrar en la arena política de cualquier forma posible, enfrentándose a la ultraderecha conocedor de lo que se juega en el plano electoral. Menos asombro tuvieron las izquierdas. El discurso de Teresa Rodríguez —Adelante Andalucía-Andalucistas— quedó muy claro, si bien no gestionó la velocidad de reproducción. "¿Y si hubiera un partido andaluz?", espetó en un primer momento, para luego sacar la famosa tanqueta del Gobierno en la Bahía de Cádiz. En medio, Inmaculada Nieto —Por Andalucía—, que fue de menos a más con unas intervenciones de corte institucional, anclada en la aparente posición de poder de Unidas Podemos y la figura de Yolanda Díaz. ¿Jugará a su favor?
El debate, con una duración total de 110 minutos, se estructuró en un minuto inicial, tres bloques temáticos y un minuto de cierre final. Cada candidato quedó retratado en los cinco minutos de los que disponía.
Empleo y pandemia, las bazas de un Moreno "con acento andaluz"
Pandemia, pandemia y pandemia. Moreno Bonilla sacó pecho sobre la creación de empleo en el primer bloque —economía, empleo y fiscalidad— y tiró de hemeroteca para recordarle a los andaluces la emergencia sanitaria que ha condicionado su gobierno —y el de todos—. Inmaculada Nieto se lo recordó: "La pandemia ha estado en todas partes, no solo aquí". Fiel a su belicoso discurso, Macarena Olona habló de "medidas totalitarias" y "agenda ideológica sectaria" del Gobierno central de PSOE y Unidas Podemos, que a su juicio no combatió Moreno. Poco o nada aportó un agotado Juan Espadas, a quien le pesa la herencia recibida pese a que, paradójicamente, presume de ella. "Todo lo que hay en Andalucía lo ha hecho el PSOE", le comentó a Moreno tras las críticas de este, que apostó por la "continuidad del cambio".
Por su parte, Teresa Rodríguez supo salirse de la dinámica facilona del "tú más" al hablar de justicia fiscal y reparto de la riqueza. Las propuestas de Adelante Andalucía confrotaron —nunca directamente, ni siquiera se replicaron— con las de Por Andalucía. A un lado, una izquierda federal que apuesta por entrar a gestionar con el PSOE y que basa su discurso en lo políticamente correcto —Inmaculada Nieto—, y otra izquierda nacionalista que renuncia a mancharse las manos en pos de la sencillez.
Moreno Bonilla no entró al trapo. La severidad con la que Olona atacó a Espadas y al socialismo —cocaína, burdeles y otras lindezas—, contrastó con una curiosa indiferencia vanidosa del candidato popular, que acusó al socialista de haber vivido de la política desde hace más de treinta años. "Usted tiene experiencia, sabe lo que es estar en una Alcaldía y una Consejería. Nosotros hemos gestionado la pandemia con acento andaluz", espetó el popular en un último término que se parecía más bien al anuncio de Cruzcampo.
La "inseguridad" de mujeres y homosexuales y el "brazo político del terrorismo machista"
Poca profundidad en lo que ocupó al segundo bloque del debate en términos absolutos —educación, sanidad, servicios sociales e igualdad—. Entrados en calor, el debate viró hacia el cuestionamiento de la igualdad y el feminismo por parte de la ultraderecha, que aprovechó aquella máxima de quien da primero da dos veces. "Nunca una mujer y un homosexual han caminado con tanta inseguridad", dijo Olona dejando entrever lo que luego salió de sus propios labios. "Inmigración ilegal". Una puerta al racismo y la xenofobia con la que confrontó directamente la candidata de Adelante Andalucía en la que fue seguramente su mejor parte del debate. "Usted no ha andado por las calles de Andalucía. Se enfrenta a los más débiles y a los indefensos, como los niños. Su enemigo es el de más abajo y solo le estorban los inmigrantes cuando no trabajan. Usted es el brazo político del terrorismo machista", respondió Teresa Rodríguez.
La excesiva calma de Inmaculada Nieto quedó patente en una referencia —algo pasada, tal vez— a los aplausos de los sanitarios. "Que los aplausos se conviertan en medidas". Al otro lado, Olona volvía a cargar contra la izquierda, en lo que fue una continua provocación que Moreno Bonilla derivó hacia el plano político. "El hombre no mata. Sus insultos son galones en mi pecho. Es puro hembrismo, no hablen en nuestro nombre", comentó la candidata de Vox, dirigiéndose hacia Teresa Rodríguez y luego hacia todos los partidos, a quien los consideró cómplices de un victimismo muy macho del que presumió con su experiencia personal en referencia a su hijo "varón".
El presidente de la Junta supo enderezar el debate por donde le interesaba, sin responder ni a uno ni a otro tal y como lamentaba Espadas. Contra todo pronóstico, Moreno reprochó al socialista la gestión del Servicio Andaluz de Salud y de la educación, hablando incluso de la formación profesional dual sin que se le reprochara activamente la privatización de la educación. "Ahí tiene el hospital militar", hizo gala el popular ante el mejor momento de Inmaculada Nieto, que le recordó los 8.000 sanitarios y los 3.200 docentes despedidos. Marín salió a defender al gobierno de PP y Cs. "Hay más sanitarios contratados hoy que hace cuatro años". A su aire, en un papel casi de zarzuela titulada Macarena de Graná, la candidata de Vox cantó por su cuenta con una fotografía de los emigrantes andaluces a mediados del siglo pasado. "Esto es lo que han vuelto a hacer". Nadie barrió sus vergüenzas, ni le recordó de qué época se trataba.
ETA, el obispo, Frankestein y hasta El Exorcista
En el último bloque —retos territoriales, financiación autonómica, regeneración democrática y pactos postelectorales— se hizo más política ficción que realpolitik. La diferencia en el horizonte de las izquierdas al PSOE quedó patente ante la gestión de los fondos europeos. Mientras que Por Andalucía hablaba desde un perfil correcto y de gestión estrictamente política, Adelante Andalucía aprovechó para mencionar la subalternidad económica de Andalucía y la falta de industrialización, apuntando también hacia Madrid.
Moreno Bonilla tiró de autonomismo para replicarle a Espadas que él sí apoyó una financiación autonómica mejor para Andalucía cuando estuvo en la oposición. Las dicotomías práctico-teórico y autonómico-estatal poco le interesaron a Vox, que sacó una pancarta con una parodia de la televisión catalana TV3 ante la defensa de Canal Sur de la izquierda, que recordó a los trabajadores de RTVA en huelga, concentrados a las afueras del plató.
De pactos, el flirteo de Marín con Moreno no funcionó por el rechazo de este último. "Quiero gobernar solo", le dijo ante la insistencia del líder de Cs, que no era capaz de gestionar la cobra. Sobre la versión andaluza de la coalición castellana PP-Vox nada nuevo salió a la palestra, mientras que las izquierdas —PSOE incluido, por supuesto— ni siquiera plantearon la posibilidad real de cambiar el rumbo de la historia. Sí lo hizo Olona apelando a la "gesta" del 2 de diciembre de 2018 con su manido pero acertado —para los suyos— lenguaje militar.
Moreno Bonilla mencionó a ETA como balsa de salvación ante un farragoso final y burló las acusaciones de Olona sobre la caza en el currículo escolar. "Yo le cojo el libro de la caza. Usted es experta en descontextualizar", le respondió de perfil, casi con desprecio y sorna. Una arrogancia muy medida con la que el líder popular aprovechó para agitar el miedo de un gobierno "Frankestein" de la izquierda al que Espadas respondió con el temor —aún mayor, venía a decir— de El Exorcista. En otro tono, Inmaculada Nieto sacó al debate el obispo de Huelva, que pidió el voto para la derecha. "Lo del 19J no está decidido", dijo tímidamente en su minuto final la parlamentaria de IU, apelando a la "cabeza y el corazón". Se echó en falta apelar a las cosas del comer, aquellas con las que, pese a todo, Moreno Bonilla salió ileso. La paciencia del bueno de Job ante las adversidades, con doce días de camino hacia el camino final de la tierra prometida: San Telmo. Quien lo iba a decir.