No será este periódico el que les diga que se queden en casa el domingo y no vayan a votar. Es más, por dignidad, por obligación, el 28 de mayo toca ir a votar. Con la nariz tapada si hace falta, como bromean algunos, pero dejen su papeleta.
No puede quedarse en casa, o acabar marchándose a las playas (el tiempo pinta mal), como sucedió en 2019, casi la mitad del censo (52,88% de participación).
Distinto será qué papeleta elijan. Ninguno de los aspirantes son mala gente, esto no es personal, pero ya les avanzo: no va a ser muy fácil elegir. Al menos, si han visto el debate que ha organizado 7 Televisión con 7 de los candidatos que concurren en los comicios locales jerezanos.
Máxima igualdad y máxima planicie de ideas, salvo alguna cosa. Cierto es que el formato, multitudinario, no se prestaba más que al monólogo breve de cada aspirante en liza, pero tras casi dos horas, si me piden un titular, puede ser uno más jocoso, descafeinado de máquina, pescaíto en blanco; o uno más contundente, incapacidad para ilusionar, pereza para movilizar.
El menosmalismo parece que se impone en una vuelta evidente al bipartidismo, por acumulación de opciones especialmente a la izquierda del PSOE —la ley D’Hont castiga el pluralismo, especialmente si la participación baja—. ¿Ganador del debate? No hubo. ¿Perdedor? Si acaso Jerez y un proyecto de ciudad a largo plazo: metropolitano, que piense en grande, asentado en los proyectos pendientes, esos que caen en el olvido cada cuatro años, y en los nuevos desafíos de una ciudad a, qué menos, diez años vista.
El debate ha estado presidido por una candidata a la reelección, Mamen Sánchez (PSOE), que ha jugado a perfil bajísimo, casi desapercibida, con chaqueta roja y camisa blanca, que ha dicho que lo suyo es el diálogo, pero que ni ha mencionado, por concretar cosas, el que bien pudiera ser su proyecto estrella, la candidatura a la Capital Europea de la Cultura —tema que debe dilucidarse en el próximo mandato y del que solo llevaba una chapa—.
Enfrente, la otra gran rival, María José García-Pelayo (PP), chaqueta azul, blusa blanca, más preocupada por no llevarse leñazos por su gestión en el pasado —hasta ha dicho que el agua hay que rescatarla en 2038— que por convertir un hipotético tercer paso por la Alcaldía en una estrategia real para combatir los principales males que sufre la cuarta ciudad con mayor tasa de paro de España.
Mamen dice que Jerez mejora; Pelayo asegura que, o ella, o el caos
La ausencia de Vox del debate —según los mentideros periodísticos, por falta de preparación de su desconocido alcaldable— la ha aprovechado para pasar de pedir acuerdos entre todas las fuerzas, “no vengo aquí a pelearme”, a asegurar que “estoy sola, todos me habéis vetado, y Vox ni está, ni se le espera”.
Aquí, Pelayo ha dicho que puede aglutinar la “mayoría de centro” en la ciudad, obviando izquierdas y derechas, por lo que de nuevo ha echado mano de aquello de “yo, o el caos; yo, o el batiburrillo”. Un puñado de votos pueden separarla de una mayoría absoluta, o incluso quedarse a las puertas de volver a empuñar el bastón por una crueldad del recuento electoral.
Mamen Sánchez, muy confiada, como en toda la campaña, no ha tenido ni que ponerse el mono de faena. Con tanto candidato, sus intervenciones se resumen en todo va mejor, pero puede mejorar, lo cual no es poco si se tiene en cuenta que el eje discursivo del debate ha girado en torno a lo mal que estaba Jerez hace una década y cómo sigue habiendo calles sucias y autobuses que echan humo y hacen interminables visitas panorámicas por las barriadas de la ciudad. De proyectos, muy poco.
A su lado, citando a Ramón de Cala —insigne pensador jerezano que da nombre a la agrupación local socialista—, Raúl Ruiz-Berdejo, candidato de La Confluencia (IU y Ganemos Jerez), que sin abandonar su identidad mitinera y un tono de marxista cabreado ha abusado de cantar las 40 a Pelayo —"desde que tenía barrillos y la melena como Bon Jovi la recuerdo viviendo de la política"—, antes que esbozar las grandes transformaciones que persiguen si, como ya dejan claro, estuviesen en el próximo gobierno municipal con el PSOE.
Es cierto que en cuestión de pactos y apoyos de investidura, al menos en estas municipales, nadie podrá decir que no lo advirtieron los candidatos. Adelante Andalucía, con un Carlos Fernández en un buen nivel —andalucismo pureza anticapi máxima—, ha sido tajante: dejar gobernar al PSOE, sí; estar con los socialistas en un gobierno, por ahí no pasan.
Manuel Méndez, algo embarullado, ha puesto a Ciudadanos como llave para PSOE y PP, al igual que Santiago Casal, de AxSí —andalucismo versión corbata verde Tecnocasa—, que ha mejorado frente a aquel político de hace diez años, pero que está lejos de despertar ilusión entre las masas. En su descargo, puede quedarse tranquilo: nadie tiene ahora mismo ese nivel. O porque el chicle ya no puede estirarse más, o porque el pasado pesa como una losa de granito. Y luego está Manolo Guerrero, alcaldable de Podemos este 28M en Jerez, que ha sido como cenar pescaíto en blanco tras dos horas de copiosa, e insustancial, cena: no ha hecho daño a nadie.
Vayan a votar, aunque sea para que luego no se arrepientan.