El 27 de noviembre es la fecha límite. Si la investidura no se produce llegado ese día, las Cortes Generales volverán a disolverse y los españoles estaremos llamados nuevamente a las urnas el 14 de enero. Todo hace indicar que no hará falta, aunque la información que han ofrecido hasta el momento los partidos implicados es mínima.
Fecha
Tras la investidura de Alberto Núñez Feijóo en la última semana de septiembre llegó el turno de Pedro Sánchez. La izquierda controla la Mesa del Congreso, con la socialista Francina Armengol a la cabeza, por lo que también tiene en su poder el manejo de los tiempos. Esto quiere decir que la investidura será cuando el propio Pedro Sánchez quiera. Es decir, cuando tenga amarrados los apoyos necesarios.
Aunque no ha habido declaraciones oficiales sobre el día en el que se celebrará la investidura, fuentes de los partidos implicados en el proceso señalan una semana clave: la que comprende del 6 al 10 de noviembre. Es decir, la próxima semana. Si nada se tuerce, Pedro Sánchez puede ser presidente del Gobierno a partir de esos días tras recabar los apoyos necesarios.
Los acuerdos de Sánchez
Este es el punto más importante de todos. Feijóo llegó a su investidura con 172 apoyos y fracasó al quedarse a cuatro votos de los necesarios para ser presidente. El PSOE ha dejado claro que no quiere investiduras fallidas y por ello está apurando al máximo los plazos de negociación en un Congreso muy complejo donde la mayoría es de derechas, pero las tensiones territoriales y la presencia de Vox impiden que el Partido Popular llegue a La Moncloa.
Sánchez necesita encajar las piezas de Sumar (31), ERC (7), Junts (7), EH Bildu (6) y PNV (5) para superar los 176 apoyos necesarios. La situación hubiera sido distinta si Junts, la pieza más complicada, hubiera sacado un escaño menos ya que la arimética parlamentaria hubiera permitido su abstención en la segunda votación siempre que el BNG hubiese apoyado a Pedro Sánchez.
El pacto más claro y evidente era el del PSOE con Sumar. Las negociaciones se dilataron más de lo previsto, pero Sánchez y Yolanda Díaz terminaron firmando un acuerdo. Ambos habían hecho campaña electoral asumiendo que eran un 'pack' indivisible para un futuro Gobierno de España. Otro de los partidos que seguró su voto desde el principio fue EH Bildu, lo que propició una foto entre la formación abertzale y Pedro Sánchez, algo que no había sucedido hasta ahora.
PNV y ERC no tienen más opciones, aunque cada uno de ellos ha negociado ciertas concesiones para ejemplificar el acuerdo. Este jueves se ha anunciado el traspaso de las competencias de los Cercanías en Cataluña. Los nacionalistas vascos tuvieron la presión del Partido Popular, pero la presencia de Vox y la cercanía de las elecciones vascas hacían imposible que la formación de Aitor Esteban rompiera con el PSOE. Todo ha dependido siempre de Junts.
La amnistía
Pese a que todo se ha alargado más de la cuenta, la clave siempre ha estado en la amnistía que exigía Junts, la formación de Puigdemont. El PSOE ha estado un mes sin pronunciar la palabra, pero finalmente Sánchez ha terminado aceptando para recabar los votos imprescindibles del líder del procès.
Una de las claves es que el resto de partidos implicados en la investidura no ha puesto ningún problema en esta concesión. Hace unos días, el propio Pedro Sánchez definía la amnistía como algo clave para mejorar la convivencia, aunque antes de las elecciones había negado que fuera una opción.
Todo ha quedado despejado esta misma semana con la visita de Santos Cedrán, número 3 del PSOE, a Bruselas para reunirse y fotografiarse con Puigdemont. Los socialistas señalaban que esta imagen sólo se produciría cuando el acuerdo estuviera muy encarrilado. El encuentro tuvo más detalles, como el decorado con la foto de las urnas del 1-O o el 'president' con el que el PSOE se refirió a Puigdemont.
La posición de Andalucía
En la última sesión de control, la opisición, incluida Vox, reprochó a Juanma Moreno que estuviera más tiempo pensando en las cosas de Madrid que en las cosas de Andalucía. El presidente de la Junta respondió que la situación era para estar preocupado porque se iba a romper el principio de igualdad entre los españoles.
Lo cierto es que las postura de las distintas formaciones andaluzas no dista demasiado de la que tienen sus direcciones nacionales. Para ejemplo el PSOE-A, que esta misma semana avaló los acuerdos de Pedro Sánchez con el resto de partidos, aunque sin mencionar las cuestiones más delicadas. Por Andalucía, coalición 'a la andaluza' de Sumar, tampoco ha puesto reparos en un nuevo Gobierno progresista.
Moreno ha proclamado a Andalucía como el dique de contención contra la ruptura de la igualdad entre los españoles que, según él, se va a producir por los acuerdos con las formaciones independentistas. El PP, tanto a nivel andaluz como a nivel nacional, pide que Sánchez le devuelva de nuevo la palabra a los españoles conociendo el pacto de la amnistía y se repitan elecciones el próximo 14 de enero.
A pesar de que el acuerdo entre PSOE y Sumar incluye la negociación de un nuevo modelo de financiación autonómica, los populares temen que el reparto vuelva a favorecer a los partidos nacionalistas de País Vasco y Cataluña.
La postura en Vox no es muy diferente más allá de las cuestiones léxicas que se puedan apuntar. La gran diferencia es que la formación de Santiago Abascal apenas tiene medios para hacer oposición. Con menos de 50 diputados no puede acudir al Constitucional y, además, no tiene el poder territorial del PP, aunque el propio Abascal ha mencionado que las comunidades en las que Vox está en el Gobierno presionarán.
Por su parte, Adelante Andalucía lamenta la poca presencia de Andalucía en las negociaciones, a diferencia de lo que ocurre con otros territorios. Quizás, el caso más asimilable es el de la Comunidad Valenciana. La presencia de Compromís en Sumar le ha dado cierta fuerza en la consecución de los acuerdos para que la Comunidad Valenciana esté presente con nombres y apellidos.
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