Parecía que sí, pero no. Llegaba Alberto Núñez Feijóo al liderazgo del Partido Popular con la etiqueta de ser el barón moderado, dique de contención de la extrema derecha, pero a las primeras de cambio, el PP ha acabado con las (pocas) expectativas que había de que diera un giro en su política y en sus pactos. "Feijóo 'El Moderado' se estrena", decía Íñigo Errejón.
Porque claro, la moderación suena muy bien, pero luego hay que saber ejecutarla. Si saben como me pongo, 'pa' qué me invita, díria seguramente el candidato del Partido Popular en Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. Porque claro, ahora la madrileña y véntrica calle Génova tiene nuevo inquilino, aunque parece que no va a residir allí. Madrid es muy grande y claro, mudarse tampoco tiene que significar vivir en pleno centro, que además está muy caro. La decepción ha sido para Donald Tusk, presidente del PP europeo. A él, Pablo Casado le había prometido quedarse en el centro derecha. Es posible que no lo entendiese.
Al final contra la aritmética parlamentaria tampoco se puede hacer nada. Hay que entender - o no - el contexto. La repetición electoral hubiera dado lugar al sorpasso. Y ya lo dijo el Che, mejor vivir de rodillas que morir de pie, o algo así. Y Mañueco ha decidido tener el poder sin importar los sacrificios que tuviera que hacer. No son pocos porque, además, Vox no se ha movido en la negociación. Quería lo mismo que Ciudadanos y le han dado lo mismo que a Ciudadanos: la presidencia de las Cortes, una vicepresidencia del Gobierno y tres consejerías. En definitiva: "Un Mañueco en las manos de Vox".
Feijóo, por si acaso, dice que a él no lo miremos. Después del pacto con Vox ha defendido que a veces "es mejor perder un gobierno que ganarlo desde el populismo". Si se refiere a su compañero Mañueco, es un palo bien dado. Sin anestesia ninguna. Y si detrás del pacto no está ni Casado, ni Feijóo, ¿quién está? Ahora mismo parece que en el Partido Popular hay menos liderazgo que en la seleccion española de baloncesto cuando la entrenaba Orenga. Si la culpa fue del cha, cha, cha, también puede ser de Casado. O del PSOE.
Los ecos del pacto resuenan en Andalucía, próxima comunidad autónoma en la que habrá elecciones. Lo normal, viendo el transcurso de la legislatura, es que el PP necesite a Vox también para gobernar. El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, homenajeaba a M. Rajoy y su mítico "un plato es un plato y un vaso es un vaso". Moreno lo llevaba a las autonomías, "Castilla y León es Castilla y León y Andalucía es Andalucía". Una pena porque ya me veía comiendo un chuletón de Ávila diario. En cualquier caso, lo ocurrido esta semana ha provocado milagros como que el PSOE-A eche de menos a Pablo Casado, "el mgolpe de estado en Génova ha sido para abrirle las puertas a la extrema derecha".
Moreno por si acaso estaba preparado. Tú dices extrema derecha y yo digo ETA. Así fue y así se hizo. Faltaba la respuesta a si iba a gobernar con Vox en el futuro mientras en la bancada de Vox Andalucía acariciaban varios gatitos. El presidente de la Junta sacó todo su arsenal para parar la ofensiva socialista: ETA, nacionalistas, independentistas... ¿Es lo mismo? Posiblemente cada cual tendrá sus ideas. De momento, Vox en Castilla y León ha pedido la derogación de la ley de violencia de género, el pin parental - con su correspondiente eufemismo - y la inmigración ordenada. En esto último quizás haya una errata porque los castellano y leoneses de lo que se quejaban era de la emigración. En cualquier caso, eso, empate.
¿Nadie va a pensar en Ciudadanos? Pues sí, siguen vivos en aquel parlamento, con un único diputado. Votando en contra del PP, con el que pactó todas las veces que pudo y más durante la anterior legislatura en todos los territorios posibles. Pero se acabó el amor de tanto usarlo y ahora sólo queda despecho. Menos en Andalucía, donde la luna de miel es larga, casi eterna, e incluso hay esperanzas de repetirla tras las elecciones. El líder andaluz, Juan Marín, critica a todos los PP que existen, menos al andaluz. ¿Querrá que le guarden un sitio en las listas electorales por si acaso? Estas cosas se saben después de la publicidad. Pero por lo visto el PP se va a arrepentir.
Y mientras tanto, Pedro Sánchez con sus responsabilidades dentro de la Unión Europea en medio de una guerra que tiene en vilo al continente. Sin embargo, Sánchez nunca pierde la sonrisa. En Paris lo esperaba Emmanuel Macron. Sinceramente, no he visto la recepción del presidente francés a otros líderes europeos, pero hay que reconocer que el saludo y el 'sobeteo' a Pedro Sánchez como si fuera la tía que vive en el pueblo y no ve a su sobrino desde hace meses fue enternecedor. Imagino que cuando llegue a España se enterará del jaleo entre el PP y la extrema derecha.