Irene García ha registrado este martes su escrito de renuncia a seguir siendo presidenta de la Diputación de Cádiz, cargo al que llegó hace siete años y que deja tras ser elegida parlamentaria andaluza en las autonómicas del pasado 19J. La incompatibilidad entre ambas responsabilidades públicas ha llevado a la dirigente socialista —que encabezó la lista socialista por Cádiz en los referidos comicios— a poner el volante de la institución provincial en manos del también alcalde de San Roque y secretario general del PSOE gaditano, Juan Carlos Ruiz Boix.
Todo ese traspaso de poderes se celebrará, como avanzó este pasado lunes lavozdelsur.es, en un único acto público. En un único pleno extraordinario que tendrá lugar el próximo viernes, 1 de julio, y en el que habrá dos puntos en el orden del día: la comunicación de la renuncia de García, y la votación para que sea elegido Ruiz Boix, que se convertirá con toda probabilidad en el octavo presidente democrático de la institución provincial gaditana. “La Diputación es totalmente útil para la ciudadanía y los pueblos, y en ese escenario no hay necesidad de alargar los plazos de una nueva presidencia, tal y como permite la ley”, ha enfatizado la propia García en la rueda de prensa de despedida que ha ofrecido este martes.
Una votación en la que la propia García participará —ya que de forma temporalmente mantendrá el acta de diputada provincial, pues no será hasta mediados de julio cuando tome posesión del acta de parlamentaria— y en la que el nuevo presidente será elegido como los mismos apoyos que la actual presidenta —14 votos socialistas y 2 votos del grupo La Línea 100x100, con el que se llegó a un pacto de gobierno en julio de 2019 que se mantiene—.
Precisamente el dirigente sanroqueño ha estado presente en la comparecencia de Irene García para despedirse de los medios e incluso ambos se han fundido en un abrazo. Un encuentro informativo en el que la sanluqueña, fiel a su estilo dicharachero y muy cercano, se ha mostrado cariñosa y risueña con todos, pero en el que tampoco ha ocultado la “mezcla de sensaciones y emociones” que le embarga en un adiós precipitado. No hay que obviar el gran carisma que García se ha granjeado entre alcaldes y alcaldesas de la provincia de todo signo político, más si cabe, a raíz de la atención permanente que ha prestado desde la institución provincial después de que estallara la pandemia.
Un adiós anticipado que se desencadenó a partir de las renovaciones orgánicas que ha venido viviendo el PSOE andaluz en el último año —cuando por estas fechas Susana Díaz perdió las primarias ante Juan Espadas y, posteriormente, éste la relevó en la secretaria general del PSOE-A— y, especialmente, a raíz de que Ruiz Boix se hiciera con el liderazgo del PSOE gaditano tras el cónclave provincial de diciembre pasado.
“Inicio un camino muy distinto al que me ha abanderado durante prácticamente 20 años; el año que viene harán 20 años desde que soy concejal en mi pueblo, Sanlúcar de Barrameda, y por tanto, he estado siempre ligada a la política municipal y a la gestión. La mezcla de emociones me apasiona, pero también es miedo por lo nuevo, como es formar parte de una Cámara legislativa, ya que es un cambio de chip por completo”.
Tras siete años al frente de la Diputación de Cádiz, “donde llegamos con las puertas cerradas a cal y canto a la ciudadanía, y a todos los ayuntamientos de la provincia” —fue ella la que puso en marcha el consejo de alcaldías, “un órgano que se ha revelado imprescindible para trabajar de la mano con todos los ayuntamientos”—, “hoy no hay ninguna iniciativa importante para destacar, desde el crecimiento económico y la creación de empleo, donde no esté la Diputación. Nos hemos convertido en un elemento imprescindible para la generación económica y, además, lo hechos hecho desde el consenso, el diálogo, sin sectarismo y ni siquiera sin reparar en el número de habitantes de cada población —las competencias principales de las diputaciones se centran en atender a los municipios de menos de 20.000 habitantes—”.
Horas después de la rueda de prensa, superado el trance de la primera despedida —queda la oficial del viernes próximo—, Irene García ha atendido a lavozdelsur.es por vía telefónica.
"Lo tenía digerido, pero me da penita, sobre todo por cómo está la gente de triste"
Quería conocer, ante todo, sus sensaciones personales. Ha dado la impresión en la rueda de prensa de que tenía esto bastante digerido.
Lo tenía digerido…, no iba a agotar hasta el 13 de julio —fecha de la toma de posesión en el Parlamento—, y creo que, además, lo he hecho con decencia, sin un minuto de suplencia. No estoy triste, pero tengo una mezcla de emociones, y por qué no reconocértelo, me da un poco de pavor salir del nido municipal. Siempre me he dedicado a la gestión, nunca he estado en una Cámara legislativa, ni tampoco fuera de Cádiz. Todo genera más incertidumbre, desde el punto de vista personal, pero ilusionada por el cambio, también pensando que hace falta tomar aire.
¿Le apena dejar el cargo?
Me da mucha pena, y te reconozco que es, sobre todo, por cómo está la gente, llevo viviendo un velatorio desde hace un mes. Hemos conformado un staff directivo de gente joven, con funcionarios muy buenos, renové todo y hay unas direcciones de área con gente muy joven que se ha volcado. La gente ha trabajado con un compromiso hasta superior al de los políticos, y da mucha penita ver a la gente triste. Es más por ese sentido de la responsabilidad; una es consciente de que estas cosas acaban y acaban, y de que, sino era ahora, podía ser en once meses. Soy sumamente responsable, asquerosamente responsable, lo saben quienes me conocen, y eso me lleva a esta mezcla de sentimientos; de lo contrario, se me notaría porque no soy de pose. Le he echado horas a esto como probablemente ningún presidente, yo he estado 100% volcada a la Diputación, mañana, tarde, noche y fines de semana. Me reunía con los trabajadores en reuniones periódicas, no solo con los directores de área, sino con departamentos enteros. Y eso aquí no era lo normal.
"Veníamos de una Diputación que no ejecutaba; hoy es un motor muy potente, de las que mayor porcentaje de ejecución tienen en España"
¿Lo que funciona siempre puede mejorar o no hay que tocarlo?
Ya lo he hablado estos días con Juan Carlos (Ruiz Boix), y él lo ha dicho públicamente, e incluso hemos tenido una reunión del grupo para hacer la consulta a los diputados sobre su elección, y su intención es esa, una labor continuista en términos generales; la intención es mantener los programas, aunque sea normal que cada persona tenga su impronta y su manera de ver las cosas, o que a lo mejor la disponibilidad no sea la misma —es también alcalde de San Roque—. Hay parte del equipo que es parte de la gestión y eso entiendo que seguirá.
Usted llegó a la Diputación cuando había voces con fuerza que querían cerrarlas. Era la ola de aquel Cs de Albert Rivera. Pero llegó la pandemia y se hicieron más esenciales que nunca.
Llegué en un momento, especialmente tras los cuatro años del PP, en los que probablemente peor se ha estado utilizando la Diputación. El primer problema que teníamos era que la ley de racionalización de Montoro te permitía ejecutar de tu presupuesto solo un porcentaje, que no llegaba al 6%, de lo ejecutado en el presupuesto anterior, Como veníamos de una Diputación que no ejecutaba, de un presupuesto de 200 millones no podíamos llegar ni a 160. Era irrisorio lo que ocurría.
El presupuesto se ejecuta ahora en más del 80% y hemos superado en más de 100 millones de euros que presupuesto, ya que estamos en 320 millones de euros. Eso se ha tenido que ver necesariamente en la provincia: inversiones, actuaciones, convenios… Hoy la Diputación es un motor muy potente, de las que mayor porcentaje de ejecución tienen en España. Si te cuento la de mensajes que estoy recibiendo de los alcaldes… de todos los colores, ¿eh? (Ríe)
"La derrota para nada es definitiva, y menos con esta abstención; me voy a afanar en que Juan Espadas sea presidente"
Va a llegar a un Parlamento andaluz totalmente teñido de azul… ¿qué espera?
Mañana —por este miércoles— tenemos una primera reunión de constitución del grupo parlamentario y, conociendo a Juan Espadas, sé que no va a perder ni un minuto en hacer un trabajo serio y riguroso. Los ciudadanos no se equivocan cuando votan y, si han votado otra opción distinta, es porque tenían razones para hacerlo. Nosotros tenemos que hacer trabajo de fiscalización y luego, un trabajo de recuperar a un electorado que, mayoritariamente, se ha vuelto a quedar en su casa. La abstención ha sido sumamente inesperada. Algo ha fallado en nuestro intento de seducir a la gente y conquistarla con un proyecto atractivo, pero para eso tenemos cuatro años para patearnos toda Andalucía. Somos un grupo parlamentario con mucha experiencia, pero mayoritariamente compuesto por gente joven, con ganas, y en mi caso, no es la primera vez que estoy en la oposición. Estuve en la oposición en Sanlúcar y luego llegué a la Alcaldía, y estuve en la oposición en Diputación y luego he sido presidenta.
Luego, usted sabe bien que la derrota y la victoria nunca son definitivas.
La derrota para nada es definitiva, y menos con este resultado y esta abstención, y personalmente me voy a afanar en que Juan Espadas sea presidente de la Junta. Y luego, tenemos unas elecciones municipales, que estoy convencida de que las va a ganar el PSOE, pero para eso hay que trabajar ya en los proyectos municipales. Tengo una responsabilidad en la dirección regional del partido, me encargo de la coordinación de las diputaciones y de los municipios de menos de 20.000 habitantes, y faena tengo.
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