Hay Juanma Moreno para rato. Es lo que ha defendido -y desmentido- el entorno del presidente de la Junta este miércoles después de que un medio afín, como es OKDiario, citara fuentes cercanas a Moreno Bonilla sobre la posibilidad de que dejara la política y no repitiera.
Un runrún que tenía varias lecturas. Por un lado, la decisión de fortalecer al más joven de su gabinete, el exalcalde de Almería, Ramón Fernández-Pacheco, al darle momentáneamente las competencias de Agricultura tras la marcha de Carmen Crespo al Parlamento europeo.
El almeriense se ha ido convirtiendo en hombre fuerte del ejecutivo y prueba de ello es que es la persona que incansablemente aparece cada martes ante la prensa tras los Consejos de Gobierno. Consejero portavoz, con dotes comunicativas, y responsable del área de Medio Ambiente, a la que se sumaba Agricultura. Pero solo por un tiempo, porque después de las europeas, en junio, Moreno realizará cambios en su gobierno, los propios del ecuador de la legislatura.
La otra razón es que dentro del PP, Moreno es un valor al alza. Dentro de las corrientes de las últimas dos décadas del partido, pertenece al ala de Mariano Rajoy, que en las primarias de hace un lustro perdió frente a Pablo Casado, relegando a la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría a dejar la política. Allí estuvo cerca de Moreno de engrosar la lista de los derrotados del PP en Andalucía. Estaba en la rampa de salida. Pero el adelanto electoral de Susana Díaz coincidió con el ascenso de Vox y salieron los números para que Moreno fuera presidente.
Desde entonces, su perfil moderado le fue catapultando hasta lograr la mayoría absoluta en 2022, coincidiendo con el derrumbe de Ciudadanos y el temor a que Vox entrara en la Junta, por una campaña de Macarena Olona de la que nadie se siente orgulloso en el partido. Así, en el PP Moreno es quien logró romper con cuatro décadas de socialismo en el Sur. Y hasta el hecho de que el PP no revalidara el pasado julio los buenos resultados -y pronósticos- del partido para las Generales sitúan la marca de Moreno Bonilla como de gran valor.
En ese contexto, hoy Moreno Bonilla, jefe del partido en Andalucía, una de las comunidades más importantes para los populares en número de afiliados, es referencia para los suyos en ámbito nacional. Prueba de ello es que se haya marchado a Cataluña a hacer campaña entre las numerosas casas andaluzas de Barcelona (donde nació) y alrededores. Y que ofrece con cierta frecuencias titulares para hacer oposición a Pedro Sánchez, que son escuchados por el electorado andaluz, pero también por el español.
Para mucha gente en el PP, si Alberto Núñez Feijóo saliera derrotado en el futuro frente a Pedro Sánchez, Moreno Bonilla sería candidato ideal a dar el salto a la política nacional. Es un barón popular consolidado al que, por sus resultados y su capacidad comunicativa, no le pueden toser. Enfrente tendría a Isabel Díaz Ayuso, cuya imagen fuera de la Comunidad de Madrid no parece, ni de lejos, tan aceptada. Además, que representaría la victoria de un ala ultraliberal (y también conservadora) del PP que ya desde que Esperanza Aguirre le plantara batalla a Rajoy lleva mucho tiempo tratando de tomar el mando, sin éxito.
En esas, el hecho de que Fernández-Pacheco vea crecer sus competencias podría ser síntoma de que Moreno se quiere rodear de alguna persona con capacidad de sucederle, algo que, en el juego de tronos que es la política actual, no es tan habitual ni evidente. Muchos dirigentes, en esta era de liderazgos e hiperliderazgos, rechazan encumbrar nombres que un día pudieran retirarle del cargo.
Moreno Bonilla, parece, no tiene miedo a Fernández-Pacheco, y ese es el clima en el que algunos, como las fuentes que cita OkDiario, ven posible una marcha de Moreno, ya sea para dejar la política anticipadamente, o ya sea para preparar su salto a Madrid. La Junta lo desmiente. Hay Juanma, insisten, para rato. Y no falta la prisa en desmentir, apenas unas horas. Porque a Andalucía no le gustó con Susana Díaz la sensación de que toda una presidenta tuviera las miradas puestas en La Moncloa frente a Andalucía.