El Gobierno de la Junta, en manos de PP y Cs, anunció a mediados del pasado año que suspendería la tramitación de la renta básica andaluza en cuanto se activara el Ingreso Mínimo Vital aprobado por el Gobierno central de PSOE y Unidas Podemos. Lo que vulgarmente la derecha denomina "paguita". Ya en abril de este año, la consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, Rocío Ruiz (Cs), aseguró en el Parlamento que mantendría dicho subsidio para aquellos andaluces que, debido a los retrasos en la tramitación del IMV, no hubiesen podido acceder a esta prestación.
En aquel momento, 14 de abril de este año, Ruiz hablaba de un periodo transitorio entre la consolidación del IMV y la aprobación de una nueva prestación autonómica para familias en riesgo de exclusión —hay 2,97 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión social en Andalucía (el 35,1% de la población)—, el Ingreso Por la Infancia y la Inclusión.
En esa misma intervención, la consejera aseguraba en relación al Ingreso Mínimo Vital del Estado, "no queremos la paguita del grupo socialista, sino un proyecto de vida para la inclusión social y laboral, que se ha olvidado en el Ingreso Mínimo Vital".
Este 27 de octubre, cinco meses y medio después, este Ingreso por la Infancia y la Inclusión, heredero de una medida que ya se impulsó en legislaturas anteriores, como fue la renta andaluza de inserción social, ha sido una de las grandes medidas que ha vendido el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, dentro del discurso con el que ha abierto un nuevo Debate sobre el Estado de la Comunidad.
Sin más detalles, se ha limitado a decir que dicha paga "contemplará el derecho a cubrir las necesidades básicas de las familias que más lo necesitan". Con esta medida, según ha defendido Moreno, la Junta sitúa "a los menores en el centro de la política social, con el objetivo de reducir la pobreza infantil, atender las situaciones de exclusión y promover la inserción". En su alocución en el debate, el jefe del Ejecutivo andaluz ha llegado a sostener que "el cambio también ha llegado a la política social", y ha manifestado que "la sensibilidad no debería ser nunca una estrategia política ni una impostura ideológica".