La línea sucesoria Chaves-Griñán-Díaz, paradigma de una época en la Junta de Andalucía marcada por el despilfarro y la sentencia condenatoria por el caso de los ERE de Andalucía, una época regada con cientos y cientos de millones procedentes de la UE que no fue capaz de sacar a la comunidad más poblada de España de la cola de casi todo, se ha roto. Juan Espadas ha arrasado a Susana Díaz en la primarias del PSOE-A para liderar la candidatura a las próximas autonómicas en Andalucía, previstas en principio para noviembre del año que viene.
Díaz, que ganó las últimas autonómicas y, gracias a ello, podía justificar de alguna manera su continuidad, era incapaz de disimular ya un discurso falto de ideas y audacia para dar la vuelta y hacer frente al Gobierno andaluz de Moreno Bonilla y un Cs cada vez más debilitado. Así lo ha entendido una abrumadora mayoría de militantes socialistas andaluces, por mucho que la excusa perdedora de la adversaria trianera haya sido que Espadas contaba con el respaldo de Ferraz.
Las peticiones de renovación del liderazgo andaluz de los socialistas eran un clamor que, pateándose toda la comunidad en los últimos meses, Díaz no ha querido escuchar. Ha rechazado en este tiempo altos cargos, como carteras ministeriales, eso que llaman en política puentes de plata, y al final ha perdido otra vez el pulso con Pedro Sánchez —como ocurrió hace cinco años con la secretaría general del PSOE—, por lo que su futuro político, salvo medida de gracia in extremis, pende de un hilo.
Espadas siempre ha hablado de unidad e integración en este nuevo tiempo, pero no parece que la foto de Susana Díaz sea vista como buena compañera de viaje hacia mejores puertos en el vasto territorio andaluz. El actual alcalde de Sevilla tiene por tanto el camino libre hacia el congreso regional de final de año, y no tendrá que bregar con la temida bicefalia —Díaz ha dicho que da un paso al lado y no "molestará"— que presida hasta entonces el partido.
No obstante, su gran quebradero de cabeza a partir de ahora será precisamente qué ocurre con la Alcaldía de Sevilla y en qué manos la deja para arrancar cuanto antes la maratón de la reconquista de San Telmo, ese baluarte de la mayor agrupación socialista de España, clave en los resultados del partido a nivel nacional, que Susana Díaz no pudo retener ante el tripartito de investidura de PP, Cs y Vox. Espadas ha ganado las primarias más agrias que se recuerdan —y todas lo son— y ahora debe coser el partido, como pedía Díaz cuando fue batida por Sánchez, y afrontar un nuevo discurso que rompa con la previsible y quemada oposición con la que hasta ahora el PP andaluz, quien realmente lleva el volante de la Junta, se ha frotado las manos.