La Diputación de Cádiz es la vecchia signora que maneja poder y dinero frente a los 45 municipios de la provincia gaditana que andan cada día, de una manera o de otra, ya sean grandes, medianos o pequeños, bajo su paraguas. Su poderío se huele nada más cruzar el dintel del Palacio Provincial, viejo edificio de la Aduana en la plaza de España de la corte gaditana. En sus pasillos, en su patio central, en sus escalinatas, en sus pinturas o retratos de presidentes —ahora hay que encargar una nueva obra— todo suena engolado y con aire demodé. Pero por encima de todo, otro rollo es su Salón Regio.
Una instancia versallesca que cumple 160 años este 2022 y que fue realizada y decorada bajo la dirección del arquitecto Juan de la Vega con motivo del viaje de Isabel II a Cádiz en 1862. En el salón decimonónico, repleto de brilli brilli isabelino, de candelabros, espejos, tallas, pinturas y enormes lámparas de araña con hasta 24 tentáculos, se ha despedido Irene García tras un intenso y fructífero mandato de siete años, repartidos en dos actos.
Sin escándalos, con más inversión, más interlocución y con un balance, como todos los grupos políticos le han reconocido, en el que ha resaltado su gran papel como interlocutora, “con todos sin excepción”. “He aprendido mucho de ti, has sido un ejemplo para mí”, ha llegado a decirle a la presidenta saliente el alcalde de Cádiz y diputado de Adelante, José María González Kichi. En el mismo cuadro, la primera presidenta en la historia —“una anomalía”— de la excelentísima institución provincial pone rumbo al Parlamento andaluz tras ser elegida diputada por Cádiz el pasado 19J y ha dado ya el relevo al octavo presidente democrático de esta institución, Juan Carlos Ruiz Boix. De ceder la secretaría general en diciembre pasado a ahora ceder el bastón de Diputación. El fin de ciclo y el culmen de la renovación total del socialismo gaditano.
Evitando, sin poses forzadas, que se le quebrase la voz en ningún momento, sonriente y natural, como descargada de un enorme peso sobre sus espaldas, agasajada, piropeada y felicitada por todas y todos, con Juan Espadas —nuevo jefe del PSOE andaluz y de la oposición al morenato en San Telmo— de fedatario entre los invitados, la operación salida de la sanluqueña y la pista de aterrizaje del sanroqueño, también sonriente pero más inquieto ante su primer gran desafío a once meses de las municipales, se han escalonado en este primero de julio para oficializar el relevo al frente de este transatlántico administrativo y económico con un presupuesto anual de más de 300 millones de euros.
Un “motor de desarrollo económico imprescindible” para reflotar e impulsar la que probablemente sea la provincia más lastrada por el paro de España, como han argumentado tanto García, en su adiós, como Ruiz Boix, en sus primeras palabras tras empuñar el bastón de mando. El pleno ha comenzado pasadas las once de la mañana y el escrutinio se ha conocido (por si quedaban dudas) a las 11.44 horas. Se ha aplaudido antes en la especie de antesala habilitada junto al salón para dar cabida a la prensa y más invitados. 16 votos a favor (14 del PSOE y 2 de La Línea 100x100, como hace tres años), 10 en blanco y 4 abstenciones. Solo se ha quedado un voto por emitir por la incomparecencia del diputado del PP, ahora parlamentario andaluz electo, el jerezano Antonio Saldaña.
Antes de los discursos, la ovación cerrada a García en su adiós —"Que te vaya bonito, Irene; cuidánosla, Juan", ha deseado José María Roman, vicepresidente de Diputación y alcalde de Chiclana—, la votación y los aplausos efusivos al nuevo presidente, en medio de una enorme expectación, con alcaldes y alcaldesas venidos desde todos los puntos de la provincia, y con los tiros de cámara y las grabadoras apuntando a la presidenta saliente y al presidente entrante, todo el mundo también miraba, obviamente, a Juan Espadas.
En su primer acto oficial tras la catástrofe de las autonómicas, Espadas ha elogiado que García “haya dado el callo por los municipios que dependen de la institución en los momentos más duros de la pandemia” y ha considerado este relevo tranquilo como síntoma de “salud democrática”. “Es un día grande —ha sostenido Espadas—; Irene formará parte de mi equipo (en la Cámara autonómica) para hacer labor de oposición en esta legislatura y Juan Carlos da continuidad a las políticas y a las iniciativas de los socialistas, que siempre hemos creído en las diputaciones como elementos clave en el territorio”.
¿Se ha recuperado ya?, pregunta el cronista al líder del socialismo andaluz, ya fuera de micro. “No hay tiempo que perder, ya me he levantado”, ha confesado raudo, dirigiéndose hacia el Salón Regio. Está a punto de comenzar el pleno y allí no cabe un alma más. A su lado, el también alcalde de San Roque y secretario general del PSOE de Cádiz, Ruiz Boix, ya ha roto a sudar. Por la responsabilidad y por un ambiente caldeado que, ya dentro del salón, se convierte en humedad caribeña.
Ha andado tan impaciente por el intercambio de testigo que se ha dedicado el nuevo presidente a repartir abrazos antes de conocerse el escrutinio. “Mi gratitud y un abrazo, que no lo he hecho físicamente, porque me quedé a dos aguas, me precipité sin saber el resultado, por el apoyo a La Línea 100x100”, ha llegado a decir antes de dar la palabra, en la ronda de intervenciones tras su elección, a Juan Franco, diputado y alcalde de La Línea, que ha recordado que es la primera vez que un campogibraltareño ostenta la presidencia de la Diputación de Cádiz. "Otra anomalía".
El delegado del Gobierno central en Andalucía, Pedro Fernández; el presidente de la Confederación de Empresarios y de la Cámara, Javier Sánchez Rojas; el rector de la Universidad de Cádiz, Francisco Piniella; el delegado de la Zona Franca, Fran González; el senador y alcalde de Villaluenga, Alfonso Moscoso; un presidente y parlamentario electo del PP, Bruno García; la alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez… representantes militares, de los cuerpos y fuerzas de seguridad, y de la judicatura… Una cumbre de la Dipu donde hasta Miguel Molina, diputado de AxSí y alcalde de Barbate, se ha marcado un Mario Draghi, aunque a la inversa, llegando tarde al pleno por un “problema que hemos tenido esta mañana en Barbate y que, gracias a Dios, ya hemos resuelto”.
Y entonces Kichi, recordando aquel 6 de julio antes del Golpe, ha pedido de infantianas maneras a Ruiz Boix que “ice la bandera de todos los municipios de la provincia en su corazón”. “Porque esa bandera, símbolo de paz, libertad y esperanza, no valdrá para nada si no se iza en todos los corazones”. Han debido remover estas palabras el alma a José Loaiza, portavoz del PP, que ha deseado todas las suertes del mundo a Irene García y tan solo ha pegado un tirito discreto al nuevo presidente, conminándole a abandonar los “debates agrios” de su etapa de diputado e instándole a “cambiar esa actitud ya como presidente”. “Si hay respeto y lealtad, cuente con este grupo que le tiende la mano de manera sincera. Le reitero nuestra felicitación y muchísima suerte”, ha remachado el político isleño.
Con quince minutos de discurso de declaración de intenciones le ha bastado a Juan Carlos Ruiz Boix para culminar el aterrizaje hasta la presidencia de la Diputación gaditana. Un aterrizaje que, aunque al principio parecía forzoso, a estas alturas, con todo lo sucedido en los últimos tiempos en el socialismo andaluz, ha sonado hasta natural.
Primero, ha dedicado palabras a su compañera, ya en ese momento expresidenta (olvidadas ya las rencillas del relevo orgánico de diciembre pasado): “Muchas gracias por tu legado, por tu forma de entender y ejercer la presidencia. Hoy cierras una etapa brillante en esta institución y estoy convencido de que tu impronta también se hará notar con inmediatez en el Parlamento de Andalucía y en la política regional”. Segundo, ha avanzado Ruiz Boix que no hará grandes cambios sobre lo que ya funciona: “Esta etapa será un punto y seguido; aunque esta continuidad no debe ser entendida como una inercia autocomplaciente”.
Tercero, ha tranquilizado a esos alcaldes, especialmente de los municipios más pequeños, que murmuraban momentos antes por los pasillos: “A ver ahora con Ruiz Boix…”. “Vamos a seguir con ese Consejo de Alcaldías que fundó la presidenta Irene, a la vez que vamos redoblar esfuerzos para políticas sociales que apuntalen nuestro Estado del Bienestar. Y daremos un nuevo impulso al proyecto político que venimos desarrollando en esta casa desde hace ya siete años”, ha asegurado el nuevo presidente de la institución provincial.
Este “tiempo nuevo”, al que ha aludido, se abre con el horizonte electoral de las municipales de mayo de 2023 y en medio de un escenario andaluz, nacional e internacional “convulso”, pero, según ha dicho, “asumo el cargo con el compromiso de ser una presidencia dialogante y siempre en defensa de los intereses de la provincia de Cádiz, de sus 45 municipios y de sus diez entidades locales autónomas”. “Seremos exigentes ante el Gobierno de España y de la Junta de Andalucía al defender los intereses de los casi 1,3 millones de gaditanos que viven en las seis comarcas”. Visiblemente emocionado al final de su intervención, ha zanjado su alocución con un “vamos todos juntos por un mejor porvenir”. Y entre aplausos ha levantado la sesión.
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