In women we trust (En las mujeres confiamos), podía leerse este pasado lunes en la camiseta que llevaba en uno de sus actos políticos la todavía secretaria general de los socialistas andaluces, Susana Díaz, toda una declaración de intenciones de una precampaña de primarias que recién comienza. Las primarias para liderar el PSOE andaluz no empezarán oficialmente hsta finales de mayo, pero ya se sienten sobre el terreno de juego las primeras fricciones entre los principales candidatos a comandar la reconquista de San Telmo, Susana Díaz y Juan Espadas —finalmente se han registrado este pasado lunes, cuando acababa el plazo, cuatro candidaturas: a la tercera en discordia, encabezada por Luis Ángel Hierro, se ha sumado el médico granadino Manuel Pérez García—.
Espadas, que da la impresión de que por ahora sigue a remolque de Díaz —esperó a saltar al ruedo cuando Díaz pidió a Ferraz adelantar las primarias—, se ha pronunciado este pasado lunes, tres días después de que lo hiciera la trianera, sobre la polémica propuesta de cobro de peajes por utilizar las autovías españolas. El alcalde de Sevilla no ha decepcionado a sus adversarios internos: ha apoyado la medida del Gobierno de Pedro Sánchez remitida a Bruselas y ha justificado en que "se ha comunicado mal" la enorme polvareda que ha levantado a izquierda y derecha.
Mal empieza Espadas, matando al mensajero y negando a las bases, las que en última instancia decidirán en libertad quién es la mejor cara para lavar la imagen del maltrecho socialismo andaluz, lo que quieren oír. Casi a la misma hora de este pasado lunes, cuando aún resta más de un mes para el cónclave —13 de junio—, Susana gritaba, a lo Ayuso, libertad: "Vivo estas primarias con ilusión, libre de equipaje y sin ataduras; sé lo que quiero hacer, con recetas de presente y de futuro. Somos la esperanza para jóvenes y para mujeres, para proteger nuestra sanidad y educación pública de calidad".
En una visita a Vegas del Genil (Granada), dentro de su interminable tour andaluz —lo que Espadas considera ir a dar la mano a alcaldes—, Díaz se muestra confiada, mientras ve cómo su principal adversario tiene la difícil papeleta de venir de la mano de Ferraz, algo que tanto la cúpula del partido como él mismo insisten en negar por activa y por pasiva. Pero el algodón no engaña. La prueba estaba ahora en las autovías y la polémica generada por su inclusión en el paquete de reformas asociado a la llegada de los fondos europeos Next Generation a España, con el argumento de que se trata de abordar "cómo financiar el mantenimiento y la conservación" de estas infraestructuras.
En una entrevista con el programa Despierta Andalucía de Canal Sur Televisión, Espadas pincha en hueso: "Este debate se ha planteado mal, se ha comunicado mal". Tras considerar que "no se ha tomado la medida" y que ésta responde a una práctica generalizada en el conjunto de la Unión Europea, por cuanto los peajes sobre autovías para su mantenimiento "lo hacen 20 países de la Unión Europea", el dirigente socialista ve "lógico que Bruselas pregunte", quien ha instado a diferenciar los peajes pagados en el pasado, como en el caso de la autopista AP-4 entre Sevilla y Cádiz —Díaz recordaba hace unos días lo que lucharon para eliminarlo—, que responden a "aquél que ha invertido y tiene que resarcirse y tener lucro" mientras que en estos momentos "hablamos del mantenimiento".
Espadas ha trazado un paralelismo entre los hipotéticos peajes y el canon que se paga para la financiación de las estaciones depuradoras de aguas residuales, por lo que ha recordado que los ciudadanos "pagamos un pequeño porcentaje para el mantenimiento". Después de calificar los futuros peajes en las autovías como "un debate engañoso y no cerrado", ha advertido de que por las carreteras de España discurren "el 40% del transporte de otros países", dato que le ha llevado a plantear que "los trabajadores del transporte no paguen el sobrecoste". Espadas ha instado a "plantear el debate con seriedad" al esgrimir como alternativa tener "unas carreteras inseguras".
Farfolla política ante una medida claramente impopular, contestada desde todo el espectro ideológico de la política española, frente al discurso de clase de Díaz, que a diferencia de lo que ocurrió entre ella misma y Pedro Sánchez hace cinco años, ahora mismo es de todo menos establishment, de ahí eso de que camina "sin ataduras". "No estoy de acuerdo con estos impuestos que se cargan sobre los trabajadores y la gente. Peleamos para quitar ese peaje y no comparto que se pongan otros, y creo que no es el momento", aseguraba la dirigente andaluza el pasado viernes, posicionándose en un debate en el que por ahora gana a Espadas. Pero claro, aunque las primeras patadas en la espinilla ya empiezan a doler, esto no ha hecho más que empezar.