Como fruta madura, finalmente, Juan Lobato ha caído. Este martes, el hasta ahora secretario general del PSOE en Madrid aseguraba que no se marchaba, que no había hecho nada malo, y que pretendía continuar. Sin embargo, apenas un día después, ha dado su brazo a torcer. La ruptura ya era total cuando comenzaba su comparecencia hablando de "linchamiento" por parte de dirigentes de su propio partido. El pulso no ha durado.
Lobato acudirá este viernes a declarar ante el Supremo en calidad de testigo en la investigación sobre quién filtró los correos sobre la pareja de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. El relato es el siguiente. Pilar Sánchez Acera, mano derecha del que era jefe de gabinete de Pedro Sánchez, el ahora ministro Óscar López, mandó información a Lobato para que la exhibiera en un ataque contra Ayuso. Éste preguntó a la alta dirigente en Moncloa de dónde procedían los documentos, a lo que ella contestó que de la prensa. Lo que Lobato hizo fue acudir a un notario para que constasen esos mensajes por Whatsapp, asegurándose las espaldas. Trasluce, así, la enorme desconfianza hacia su partido con la que actuó Lobato, razón que provocó que el entorno de la dirección del PSOE retirara definitivamente la confianza sobre quien había sido un verso suelto dentro del socialismo y que electoralmente tenía muy difícil plantar batalla a Ayuso.
Lobato, igualmente, podría salir del Supremo como investigado tras su declaración si así lo considera la instrucción. Y, sobre todo, abre el interrogante sobre si fue La Moncloa la que espoleó que el caso se hiciera público. Un asunto que ha dejado ya como investigado al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, y a una cúpula que habría trasladado a los medios información que no podía hacerse público y que apuntaban a la incriminación de la pareja de Ayuso en un delito fiscal.
Dentro de la historia del PSOE en Madrid, este es solo un episodio más. En 2015, Pedro Sánchez destituyó a Tomás Gómez al frente de la secretaría general por investigaciones a cargo de la Policía y que quedaron en nada, en relación con las obras del tranvía de Parla. Ni siquiera cuando le fue favorable el resultado electoral, pudo gobernar el PSOE, tras el escándalo de transfuguismo de Eduardo Tamayo y Teresa Sáez en 2003, y que tras repetirse las elecciones, se saldó con la victoria de Esperanza Aguirre.
En su carta de dimisión, Lobato ha atacado a Pedro Sánchez: "Sin duda mi forma de hacer política no es igual ni quizá en ocasiones compatible con la que una mayoría de la dirigencia actual de mi partido tiene". Y para acabar una situación de "enfrentamiento y división grave", ha decidido marcharse.
Dentro de un par de días, el viernes, comenzará el Congreso Federal del PSOE, en Sevilla, que reelegirá a Pedro Sánchez como secretario general a nivel estatal. Pero más importante será quién rodeará al presidente. La cuestión es si Santos Cerdán, de la máxima confianza de Sánchez, seguirá siendo su secretario de organización, es decir, el hombre fuerte que controla el partido, y al que Aldama apuntó en su declaración ante el juez la pasada semana.
A este congreso, además, llegará el PSOE con la imputación también del hermano de Pedro Sánchez por supuestas irregularidades en su vínculo laboral con la Diputación de Badajoz. La oposición apunta desde hace tiempo a que David Sánchez Pérez-Castejón no acudía a trabajar y la UCO, que en resumen interpreta que fue enchufado en la administración.
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