Ocurrió. Avisó unas horas. Siete años después de marcharse a Bélgica, el expresident catalán Carles Puigdemont ha vuelto. Lo hace cerrando un tiempo en la política, no solo catalana, sino también española.
Puigdemont no fue detenido al cruzar la frontera, algo que ha hecho, presumiblemente, en las últimas horas, en la madrugada. Y por una callejuela que desemboca en calle Trafalgar, en el centro de Barcelona, ha avanzado rodeado de miles de personas hacia el Arco del Triunfo.
Entre vítores, gritos de independencia, iba rodeado de la cúpula de su partido. Se ha dirigido a un escenario en el Arco y ha dado un discurso de 10 minutos. "Hace siete años que nos persiguen por querer escuchar la voz del pueblo de Cataluña, hace años que empezó una durísima represión", ha señalado Puigdemont.
El dirigente ha hablado de "represión feroz" y ha subrayado que las leyes de amnistía "no amnistían". Lo dice porque sigue en vigor una orden de detención contra él, pero no por el procés en sí, no por la declaración de independencia, sino por una presunta malversación, el uso de fondos públicos para organizar el referéndum ilegal del 1 de octubre.
Ahora, Puigdemont debe dirigirse hacia el Parlament, para donde ha sido elegido en las últimas elecciones. Hay prevista sesión de investidura, de Salvador Illa, tras el acuerdo de PSC y Comuns con ERC.
Todo apunta a que la sesión no se celebrará con normalidad y que habrá que esperar para ver a Illa como nuevo president de la Generalitat.