Las elecciones americanas son el evento político más seguido históricamente. Porque marcan el paso en muchas áreas. Lo que sucede allí, se refleja en el mundo. Muchas cuestiones de actualidad, como el auge de los populismos, no se entienden si no es con la llegada de Trump al poder. ¿Quién es quién esta noche?
Los partidos políticos
El sistema norteamericano se conoce como un sistema bipartidista perfecto. Apenas han tenido relevancia terceras papeletas. La razón es que los inscritos en el partido, ciudadanos registrados como afines a un partido político, eligen en primarias al que será el candidato a la presidencia. Así, quien consigue obtener la llamada nominación ha pasado antes por un proceso en el cual la ciudadanía elige a su favorito. Por eso, lo importante si alguien quiere llegar a la presidencia primero necesita obtener el derecho a estar en la papeleta dentro de uno de los dos grandes partidos.
1. El Partido Republicano
Es el partido más conservador. Es especialmente importante en los estados del Sur, en zonas agrarias y más despobladas. Por eso de las primarias ya mencionadas, no todos sus miembros piensan igual y ni siquiera parecido en todos los términos, hay un gran personalismo y corrientes diferentes. Pero, a grandes rasgos, podemos destacar que a nivel interno, económico y social, sus candidatos suelen ser favorables al derecho a portar armas, en contra del aborto, en contra del matrimonio igualitario, a favor de bajadas de impuestos, en contra de una mayor cobertura sanitaria pública, o a cuestiones como el uso de la mascarilla, que promueven que no sea obligatorio bajo ningún concepto. Está más a la derecha que la gran mayoría de los partidos europeos conservadores, aunque hay muchos matices porque el espectro ideológico que se conoce, por ejemplo, en España, no encaja al 100% con el estadounidense. En cuanto a política exterior, oficialmente se han mostrado en contra del intervencionismo, pero la historia estadounidense, donde los presidentes republicanos han sido más que los demócratas, demuestra que han sido propicios a intervenciones continuas en Latinoamérica, después de la Segunda Guerra Mundial -la operación Cóndor-, o en Oriente Medio, con las guerras de Afganistán, como respuesta al 11-S, y de Irak -la primera con Bush padre y la segunda Bush hijo- por intereses más comerciales. Asimismo, Trump no ha sido un gran intervencionista militar, menos que Obama, pero cuestiones como las sanciones a Irán o las complejas relaciones con Corea del Norte han empañado otros acuerdos en pro de una cierta pacificación. Asimismo, la salida del Acuerdo de París o de la OMS, optando por posiciones unilaterales, marcan la clave de unas relaciones tensadas con Europa y China.
2. El Partido Demócrata
Oficialmente, el partido más moderado, pero dentro del sistema americano, igualmente se puede considerar en muchos asuntos un partido de derechas al estilo europeo. A la vez, tiene corrientes internas que sí se identificarían con posiciones más cercanas a los socialdemócratas (Bernie Sanders). También tiene miembros, especialmente en el Sur de Estados Unidos, a favor del derecho a portar armas, contra el aborto o por bajadas de impuestos. Sus dos últimas presidencias, Clinton y Obama, son clave para entenderlo. Especialmente prolífico en votos en grandes ciudades, su apoyo en áreas rurales es mucho menor. Para muchos es un partido elitista, para otros son casi el socialismo. En política interior, son más favorables al control de armas, en general, a favor del matrimonio igualitario o el aborto regulado. Obama trató de poner en marcha un servicio de salud público al que accedieran quienes no tenían recursos para tener su seguro privado, pero la oposición se lo puso difícil. Para ello, es favorable a políticas de impuestos más progresivos (quien más tiene, más paga porcentualmente, y viceversa). Critican duramente la gestión de Trump en la pandemia y presentaron un impeachment (que puede parecerse a una moción de censura pero que es en realidad un juicio en la Cámara) para echar al actual presidente. No consiguieron los votos suficientes. Alegaron que Rusia había intervenido en las elecciones. En política exterior, se han mostrado favorables a acuerdos con otras potencias y a pertenecer a organismos internacionales, una política más aperturista, aunque no hay que olvidar que se achaca a sus administraciones una intervención desastrosa durante la Primavera Árabe o el surgimiento del Estado Islámico, además de no favorecer en absoluto una resolución de la Guerra de Vietnam, donde murieron muchos estadounidenses.
Los presidenciables
Un presidente de los Estados Unidos tiene la capacidad, en general, de la mayoría de presidentes del mundo, la del poder ejecutivo, aunque con ciertas limitaciones en política exterior y en lo que puede decir sobre cada estado (como las autonomías, pero con muchas más competencias que en nuestro país). Al presidente no lo elige, como en España, el Congreso, sino una elección específica. En España se elige a los diputados, en Estados Unidos, en todo el país, al presidente. Pero se decide para quién van todos los votos del Estado. Si es uno pequeño, es poco relevante. Si es grande, lo es mucho (Florida, California, Texas, suponen gran parte de esos votos. Quien se los lleve, tiene muchas posibilidades de ganar). Hay algunos estados que son más cambiantes, por lo que es ahí, y para esos ciudadanos, como se hace campaña. Eso marca que hablen mucho de política industrial y comercial, porque en los estados del Norte que antes fabricaban coches ahora hay crisis económica, por ejemplo.
1. Donald J. Trump
Llegó a la fama gracias a un programa de televisión donde ejercía como presunto jefe lince para los negocios, donde evaluaba el trabajo de los aspirantes a un cargo de gestión empresarial. Su frase Estás despedido cuando alguien perdía en el programa se convirtió en una muestra de su personalidad, enfocada a hacer crecer empresas gracias a su supuesto talento. Magnate de los negocios inmobiliarios en Nueva York, pasó de apoyar a demócratas a buscar titulares en la década pasada asegurando que Obama era un impostor, que había nacido en Nigeria y no podía ser presidente. Cuando anunció su candidatura a las primarias republicanas, fue tomado a broma por sus propios colegas. Pero, contra todo pronóstico, consiguió que las bases le apoyaran para presentarse contra Hillary Clinton. Una astuta campaña electoral, basada en apostar por los grupos de población más concretos, permitió que alcanzara el poder gracias al voto electoral (el de los estados) sin ser en el voto general el ganador. Puede parecer complejo, pero básicamente, cuando consigues un voto más que tu rival en un estado, te llevas todos sus votos para elegir presidente al completo, lo que genera diversas desviaciones. Al ser prolífico en redes sociales, que controla personalmente la mayoría del tiempo, ha tenido tiempo para señalar diariamente multitud de bulos a su favor, para decir alrededor de 14 mentiras o inexactitudes tendenciosas cada día de su presidencia de media, según The Washington Post. Alienta teorías conspirativas sobre el covid, por ejemplo, pero también de otros asuntos. Sus continuas salidas de tono, como declaraciones machistas, en público y en privado, no consiguieron hacerle perder hace cuatro años. Llegó a preguntar en rueda de prensa si era posible inyectarse lejía en los pulmones para limpiar el virus del cuerpo. Calificado como arrogante, su presidencia la marcan situaciones como culpar a la OMS de la pandemia, llamar al covid el virus chino, haber dicho que era solo una gripe mientras en privado, en declaraciones hechas públicas posteriormente, reconocía ya saber de la gravedad de la situación. Hasta julio no usó mascarilla en público. Luego, ha pasado el virus y sin tener el alta se reincorporó a la campaña, donde ha promovido mítines masivos. Su populismo arrasa entre clases menos pudientes, y ha cambiado para siempre la política en el mundo.
2. Joe Biden
Lleva toda la vida en política. Cuatro décadas como senador, tras perder en las primarias en 2008 contra Obama, éste le designó vicepresidente. Criado en Scranton -la ciudad de la serie The Office-, volvió a intentar su candidatura a pesar de que cumpliría los ochenta como presidente si gana, pues es mayor que Trump. Fue la elección tranquila de los demócratas. Tomó ventaja contra el socialista Bernie Sanders poco antes de la pandemia, y cuando empezaba fraguó su victoria. Perdió a su mujer y a su hijo. Otro ha sido adicto a las drogas, y otro tuvo presuntas relaciones comerciales con Ucrania aprovechando su posición de hijo del vicepresidente, aunque nunca se llegó a demostrar y casi se le puso de cara el asunto cuando Trump presionó al gobierno europeo para que se pusiera de su lado. Su gran potencial es mostrarse como una continuidad de la administración Obama. Muchos demócratas declaran no sentirse cercanos a Biden, especialmente entre los sectores a la izquierda. Pero también es cierto que muchos le votarán para evitar que siga Trump. En su campaña ha tratado de centrarse en los sectores que están indecisos, tomando como referencia algunas posturas de Trump, como es apostar por el Buy America (Compra América), para hacer frente al Make America Great Again de los republicanos. Sería el cambio tranquilo. Ha sido muy duro con Trump por la crisis del covid, acusándole de no poner los medios para evitarla antes a pesar de que reconoció que sabía de su gravedad. Ha declarado que será presidente por cuatro años, que no optará por la reelección, algo que no pasa desde hace mucho tiempo. Quiere ser el hombre que desalojó a Trump y sus proyectos políticos no pasan por grandes revoluciones al estilo Obama o del que fuera su rival en las primarias Bernie Sanders. Tiene una simpatía tranquila, la de llamar a los ciudadanos folks, amigos, en sus intervenciones desde hace años. Tiene todo a favor para ganar, porque las encuestas le dan margen, aunque cuatro años después de una debacle, se ha empleado a fondo, aunque sin mítines masivos por el coronavirus. Cuenta con mayor aprobación entre población negra, aunque los latinos siguen siendo una incógnita.
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