Las auxiliares de ayuda a domicilio de Comujesa: "Vamos con miedo a contagiar y a contagiarnos”

Las empleadas denuncian que la empresa municipal les obliga a seguir trabajando aún teniendo a familiares en cuarentena y que no pueden aislarse hasta que no demuestren el positivo en PCR

Una persona mayor, atendido por una auxiliar de ayuda a domicilio.

La desprotección en el ámbito laboral preocupa a las trabajadoras del servicio de ayuda a domicilio de la empresa Corporación Municipal de Jerez Comujesa. Unas 800 técnicas de gestión sociosanitaria atienden diariamente a personas dependientes, habitualmente, mayores, que requieren de ayuda para su aseo personal o para dar un paseo. Desde que el coronavirus empezó a hacer estragos en el mundo, se han contabilizado "muchos contagiados" en la plantilla de la empresa municipal. “La mitad ha pasado por el confinamiento, y otras trabajadoras han cogido el covid, lo han pasado y ya están incorporadas”, aseguran las empleadas.

En este contexto, la esperada vacuna debía ser la solución para garantizar su protección. Sin embargo, aún no la han recibido. “Nosotros hacemos la misma función que un geriátrico pero en las casas, las compañeras de los geriátricos ya tienen las dos dosis de la vacuna puestas, pero nosotros no tenemos ni siquiera fecha, pese a que estamos en primera línea de batalla, trabajando con personas muy vulnerables”, manifiestan.

Las trabajadoras no solo se sienten desprotegidas, sino que también temen propagar aún más los contagios. Consideran que la vacuna “ya deberíamos tenerla puesta”, pero además se enfrentan a un protocolo establecido que califican como “irresponsable”. 

Según cuentan a lavozdelsur.es, Comujesa las obliga a seguir trabajando incluso aunque algunos de sus familiares presenten síntomas. El protocolo sólo otorga la baja a las empleadas cuando dan positivo en la PCR. Pero, en estos momentos, “existe saturación para hacerse las pruebas, tardan unos tres o cuatro días entre llamar, ponerse en contacto contigo, hacer el PCR y darte el resultado”. Mientras tanto, deben seguir al pie del cañón.

“Son dos o tres días que vamos sin saber si tenemos covid o no y son cruciales”

“Hay compañeras que han comunicado: -Mi marido está con esos síntomas y la empresa les ha dicho: -Hasta que el PCR no de positivo tú no puedes dejar de ir a trabajar. Es una barbaridad”, relatan. Las auxiliares exponen varios ejemplos, “si la hija de una empleada está con diarrea y ha perdido el gusto, blanco y en botella que sea covid”.

Consideran un riesgo continuar su rutina cuando pueden estar infectadas por contactos estrechos. Pero en lugar de esperar a confirmar la situación de sus familiares, deben seguir atendiendo a los usuarios. “Son dos o tres días que va el trabajador sin saber si tiene covid o no y son cruciales”, comentan. Por eso, piden que los protocolos “sean más flexibles y no tan estrictos”. Es decir, “en el momento en que se sepa que uno de los familiares de las trabajadoras se tenga que hacer un PCR, no esperar a que sea positivo para ponerlo en cuarentena”.

Según cuentan fuentes de la plantilla, la empresa municipal llama a los empleados para comprobar que están cumpliendo con sus turnos. A las técnicas que comunican que podrían estar contagiadas, les entregan “epis especiales muy justos y de eficacia dudosa”.

El equipo está compuesto de guantes de látex, patucos y gorro de tela, mascarillas FP2 y gel hidroalcohólico. “La bata llega a la cintura, no son los que se ven en el hospital ni mucho menos, las personas que van a lavar a los mayores tendrán que ir con los mismos trajes que los médicos que los atienden. Y son bastante diferentes a los trajes que nos dan a nosotros”, manifiestan.

Equipos de protección entregados por Comujesa. CEDIDA

A las trabajadoras les genera “estrés” enfrentarse a estas condiciones. “La profesora del colegio de mi hijo dio positivo un jueves y me dijeron que hasta el lunes no podían hacerle un PCR, el tiempo que fui a trabajar con los epis especiales yo estaba estresada”, cuenta una de ellas. Esa incertidumbre “la han vivido muchas compañeras, vamos con miedo a contagiar y a contagiarnos”.

Por si no fuera poco, las empleadas perciben cierto “descontrol” durante su jornada. “Hay usuarios que tienen covid y se callan porque quieren que se les siga dando el servicio, algunas se han enterado a la semana siguiente que el usuario al que atendió tenía covid y no se lo había dicho”, comentan.

Con la esperanza de recibir la vacuna lo antes posible, las trabajadoras reclaman un protocolo que se adapte las circunstancias para prevenir posibles contagios. “no está la cosa para jugar a la ruleta rusa por unos euros” ante un virus que “tiene mucha guasa porque los primeros cinco días no suele dar la cara”.