Una de las muchas leyendas sobre el coronavirus es que España ha sido más restrictiva que el resto de países europeos. La realidad es que, por ejemplo, Bélgica ha cerrado los bares, Francia ha impuesto un toque de queda en las zonas más afectadas, incluyendo París, y Alemania o Reino Unido van en la misma línea. Italia, que se mantiene en su estado de alarma, nunca permitió la reapertura del ocio nocturno. Madrid, por ejemplo, mantiene la hostelería abierta, no así Cataluña, donde se impuso por dos semanas. El coronavirus sigue avanzando, aunque a un ritmo más lento que en la primera ola. El uso de mascarillas, geles, la concienciación, etc. han limitado los casos. Pero la curva de casos activos sigue en forma ascendente, y seguirá así hasta que la cifra de curados no se acerque a la de nuevos contagios. Por eso, los bares en zonas menos afectadas, como es Andalucía, no tienen claro que vayan a mantenerse abiertos a largo plazo. Queda otoño e invierno por delante.
En un bar de la plaza de Las Angustias de Jerez, el bar Levante, uno de los camareros, Jesús, explica, como desde todo el sector hostelero, que la reapertura en verano no ha sido mal del todo, pero que "se ha echado en falta la clientela de fuera". La falta de turistas extranjeros ha sido una de las claves para que las campanas no se alzaran en el sector. De los españoles, buenas sensaciones respecto al cumplimiento. "Más o menos se cumple. Por lo general, sí se mantienen". Lo de la prohibición de la fumar en las terrazas, algo menos. "Está el típico fumador y otros que no fuman que a poco que huelan a humo piden que apaguen el cigarro... Pero son los menos".
En definitiva, para que la hosteleria funcione, no solo tienen obligaciones los hosteleros, sino también los clientes. "Hace falta concienciar más al público. Tienen que ser conscientes de que hay que cumplir. Al final, cerrar todo no vale, porque si cierras Barcelona se llena Benicassim. Es lo mismo. Si cconfinas como la otra vez, el coronavirus baja mucho pero no nos curamos del todo y si no hay conciencia, vuelven los rebrotes. Es la pescadilla que se muerde la cola. Lo más necesario es que la gente sea consciente". Porque si los bares "cierran otra vez, va a ser muy difícil volver a abrir".
"En Jerez no hemos tenido muchos afectados. No vemos ese miedo al virus en sí", dice sobre su situación concreta. El problema es la consecuencia de un posible cierre futuro. "Hemos pasado unos cuantos meses parados. El paro, la hipoteca, los críos... Es duro. No solo entrar en ERTE, sino si cierra, porque encontrar trabajo es muy duro aquí".
A unos metros de distancia Pepe está detrás de la barra de uno de esos establecimientos que suenan a centro, el bar Corredera, del que es copropietario. "Estamos asustaídos de que nos cierren. Con la ruina del confinamiento, si nos cierran seremos más parados". Uno de sus trabajadores "sigue en ERTE, los dueños estamos haciendo doble turno, no nos queda otra. Pero lo vemos cada vez más cerca, que si Extremadura, Melilla... Estamos con la carnes abiertas". A su juicio, los bares son tan seguros como otras actividades que se mantienen "Si lo comparas con el transporte público, trenes, donde es imposible que estés con distancia... Si cerramos los bares, tienes que cerrar todo, los bares es un sitio más".
Con mejores ojos vería que en todo caso se limitaran algunas actividades, como la barra o el consumo en el interior. "Nosotros podríamos sobrellevarlo porque vivimos de la terraza. Aquí dentro hay poco. Hay otros que sí viven de la barra". Todo para que sea más viable. Y como Jesús, indica que tanto por el tabaco como por el uso de la mascarilla alguna vez hay que "recordárselo. Pero hablar de la gente es relativo, hay quien sí está más concienciada. Algunas veces por decir algo te la puedes jugar. Queremos que pongan de su parte, porque es necesario que se haga la vida más normal posible, eso dentro de unas restricciones. Pero es muy normal la vida diaria así", dice.
En el Arenal 15, el encargado es el joven Wan, hijo de los propietarios. "El tema de la hostelería está difícil. Sobre todo, por el turismo, que es lo que trabajamos más aquí", reincide. Y señala que "entiendo que hay que cumplir con las medidas, que hay que mantener la distancia, una seguridad y limpiar la mesa cada vez que la gente se levanta". Por desgracia, "muchas veces hay gente sin mascarilla. Uno intenta decírselo, hay gente que no está concienciada". Y como el resto del sector, reconoce que un cierre supondría un gran golpe. "No sé si sobreviviríamos".
Por delante queda un momento clave para la restauración en Jerez, como en muchas otras localidades del Sur. Pero, quizás, especialmente en Jerez, donde la Navidad es casi una segunda feria que se desarrolla en el centro principalmente. Las zambombas de toda la vida ya se sabe que no volverán. Acaso, de otra forma. Pero fiestas, lo que son fiestas, "no va a haber", indica Wan. "La situación está cada vez más difícil con los rebrotes, aunque Andalucía está mejor. Esperemos que no haya que cerrar otra vez".