“Esperanza”, eso es lo que ha sentido Alejandra Díaz, de 43 años, tras recibir la primera dosis de la vacuna de Pfizer ayer por la tarde. Ella es una de los 40 sanitarios del hospital universitario de Jerez que han podido inmunizarse contra el virus acechante. La diplomada en Relaciones Laborales que lleva desde julio de 2019 en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) no dudó en ser una de las voluntarias en recibir a lo que llaman la “salvación”.
Su supervisora se lo propuso al estar en primera línea de combate y aceptó. “Me lo preguntó la tarde de antes, porque hay un montón de gente que se la quiere poner, pero no quieren ser los primeros”, dice.
Sin esperarlo, “me cogió de sorpresa, la verdad”, se ha convertido en la primera sanluqueña en beneficiarse de la ansiada dosis, y también es una de los siete profesionales que trabajan en la UCI a los que se les ha suministrado. En total, tres médicos, dos enfermeras y dos técnicos. Convencida y con aplomo Alejandra se dirigió ayer al hospital para inyectarse en el brazo la vacuna elaborada en tiempo récord que más rápido se extiende por el mundo.
"Sé perfectamente que, aunque no esté la vacuna muy moldeada, está para salvar vidas"
“Yo siempre he sido provacuna, creo en la ciencia, y sé perfectamente que, aunque no esté la vacuna muy moldeada, está para salvar vidas, que es lo importante, me imagino que se tendrá que moldear poco a poco porque está hecho a lo bruto un poco”, expresa la que es técnica en cuidados auxiliares de enfermería y está estudiando un FP de técnico de laboratorio biomédico y anatomía patológica.
La sanitaria reconoce que “me está costando la misma vida”, sobre todo porque saca adelante su formación con dos niños pequeños. Pero continúa con optimismo después de haber sido partícipe de un día histórico. El domingo, el médico de preventiva le entregó un documento con las indicaciones y los efectos secundarios que puede experimentar tras el pinchazo.
“Ahora mismo tengo un dolor local en el brazo que no veas, es lo único que tengo de momento, pero eso es muy normal en algunas vacunas”, comenta Alejandra que se encuentra tranquila, “muy contenta, me he sentido muy bien”. La técnica confía en que “van a estar muy pendientes de nosotros, al ser los primeros nos tienen muy vigilados”. Según la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), tras los estudios realizados por la farmacéutica estadounidense, el 84% de los vacunados sufrieron el dolor en el lugar de la inyección, la reacción más común. El 63% sintió cansancio, el 55% dolor de cabeza, el 38 % dolor muscular, el 32% escalofríos, el 24% dolor en las articulaciones y el 14% fiebre.
Su voz transmite emoción, una mezcla de sensaciones y valentía para frenar la causa de tantas muertes que han pasado por delante de sus ojos. Lleva desde marzo al pie del cañón, soportando los estragos de la enfermedad. “Estamos agotados física y mentalmente y esto es como, venga, a ver si vemos un agujerito de luz para que salga todo, ojalá y salga todo bien, no lo sabemos”, expresa la sanluqueña, para la que la experiencia ha sido “buenísima porque es como dar protección a los mayores”.
Alejandra llama a la “responsabilidad para proteger a nuestros mayores porque son los que más están sufriendo”. Para ella, es el principal motivo por el que la población debe ponerse la vacuna. Lo dice con conocimiento de causa. En la UCI jerezana la mayoría de los contagiados superan los 50 años, “y tampoco son muy mayores”. Desde dentro, detrás de la puerta por la que nadie se quiere asomar, Alejandra atiende a los intubados sin saber si vencerán al virus. “Esa es la pena tan grande que hay”, lamenta la sanitaria que asegura que noviembre ha sido “el peor mes desde marzo”. Antes de Nochebuena, 12 enfermos se encontraban ingresados en la UCI, “en diciembre, está otra vez casi completa”, dice.
"Pido responsabilidad para proteger a nuestros mayores porque son los que más están sufriendo”
Ver tanto sufrimiento durante todos estos meses de pandemia le ha impulsado a querer cambiar la situación y colaborar. Su turno se reparte “un día de día y otro de noche, y luego libro tres días”, por lo que, se enfrenta a “doce horas sin parar en una UCI covid, son doce horas al ataque”, sostiene mientras por su cabeza pasan momentos vividos en la unidad. “Lo que estoy viendo es muy duro, ha marcado mi vida, es un antes y un después, la verdad, en el tema profesional y en el personal, porque se nos está yendo mucha gente en la soledad, sin tener a nadie al lado”, afirma con tristeza.
Alejandra es consciente de que la vacuna es un paso más para erradicar la presión asistencial. “En la UCI no puedes descansar nada, no es una planta de medicina interna, es una unidad en la que no se para, están las bombas pitando cada dos por tres, hay mucho ajetreo”, explica la sanitaria. Durante esta mañana disfruta de su hija intentando despejar su mente y coger fuerzas para la noche. A las 20:00 horas le espera otra jornada más de doce horas a la que planta cara orgullosa, “estamos luchando un montón”, dice a la sanluqueña. Solo le queda esperar a la segunda dosis que recibirá dentro de 21 días, “la más importante” y continuar en la batalla. Esta vez, con más protección.
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