Por suerte, conocemos con mucha seguridad los numerosos beneficios que ofrece la vacunación frente al covid-19. Especialmente para reducir la gravedad de la enfermedades causada por el SARS-CoV-2 en personas que, aún habiéndose vacunado, se reinfecten por tal enfermedad. Se trata de una magnífica herramienta de prevención para las personas con ciertas afecciones de salud crónicas. Sin embargo, la comunicación de algunos efectos adversos produce cierta inquietud en la población. Eso es lo que ha sucedido con los recientes casos de herpes zóster que han acudido a las consultas de dermatología en los últimos meses.
Cómo identificar la relación entre herpes y vacunación
La comercialización de fármacos va siempre acompañada de la puesta en marcha de programas internacionales de farmacovigilancia que permiten detectar posibles efectos adversos de los mismos. Y las vacunas no son ajenas a estos programas. Esto ha permitido recoger efectos posteriores a la administración de las vacunas, entre las que se encuentran las reacciones cutáneas de las que hablaremos en este artículo.
Podemos diferenciar entre locales e inmediatas, como las que se producen en el lugar de la inyección en forma de eritema, quemazón, etc. Pero también hay otras generalizadas y retardadas, entre las que destacan algunas más frecuentes como los exantemas morbiliformes, exantema en forma de manchas y pápulas eritematosas que confluyen y desaparecen en el mismo orden que han aparecido. También se han descrito casos de lesiones en los dedos similares a sabañones.
El caso del herpes zóster
Se han descrito, asimismo, casos de reactivación de virus herpes tras infección por covid-19. Y los movimientos antivacunas no han desaprovechado la ocasión para generar temor en la población. La teoría más aceptada es que se deben a la linfopenia (afección por la que hay un número más bajo de lo normal de linfocitos, un tipo de glóbulos blancos, en la sangre) causada por SARS-CoV2. Se ha pensado en esto porque la latencia de los virus herpes depende de la inmunidad linfocito T dependiente.
No obstante, este mecanismo no explicaría las reactivaciones tras la vacunación porque en estos casos no existe linfopenia. Por eso, otra hipótesis probable es que quizá se deban a procesos de inmunomodulación, es decir, cambios en el funcionamiento del sistema inmunitario por alteración de la función de los linfocitos T.
En España, se han descrito casos de infección por herpes virus en pacientes vacunados con una incidencia de 0,836 casos por cada 1 000 personas vacunadas. El 55 % de los casos se han dado en mujeres y la edad media de los pacientes ha sido de 66 años. En el Servicio de Dermatología del Hospital Clínico de Madrid se han visto algunos casos en los que las lesiones aparecen uno o dos días después de la primera o segunda dosis. En algunos pacientes se demostró la presencia de virus varicela zóster y en otros de virus herpes simple.
Un efecto adverso común de múltiples vacunas
El herpes zóster es causado por la reactivación de la infección latente del virus varicela zóster. Tras el primer contagio, produce el cuadro clínico conocido como varicela. Este contagio suele suceder en la infancia y normalmente tal infección se resuelve sola. Pero una vez superada la afección, este tipo de infección se vuelve muy frecuente en la adultez y más de una de cada tres personas de la población mundial padece una infección sintomática. Recordemos que la reactivación de la infección herpética acontece frecuentemente de manera espontánea o tras situaciones de estrés, fiebre, exposición a radiación ultravioleta, inmunosupresión…
El herpes clínicamente se caracteriza por vesículas o diminutas bolsas enrojecidas, asociadas a dolor intenso, hiper sensibilidad e irritación. Además, suelen ir precedidos de manifestaciones previas de malestar. Puede aparecer en cualquier localización pero es más frecuente en tronco y cara. Las lesiones desaparecen en pocos días y únicamente precisan tratamiento sintomático, habitualmente con antivirales como el aciclovir, fanciclovir, valaciclovir o brivudina. El 20 % de la población sufre un herpes zóster en su vida y es más frecuente en mayores de 50 años.
Entre las posibles complicaciones, cuya incidencia aumenta con la edad, la más frecuente es la neuralgia postherpética (un trastorno que afecta las fibras nerviosas y la piel), que se presenta en entre el 10 y el 20 % de los casos, sobre todo si no se instaura un tratamiento precoz.
Las campañas de vacunación masiva han conllevado en algunos casos reacciones cutáneas que pueden generar preocupación en los pacientes, como la que hemos tratado aquí. Pero hasta ahora podemos afirmar que suelen ser leves y que no son una contraindicación para inocular la vacuna o para recibir segundas o terceras dosis de la misma.
Además, conviene señalar que estas reacciones, tanto locales como generalizadas, no son exclusivas de las vacunas frente a covid-19 y se presentan también con otras desarrolladas para diferentes enfermedades. La mayor parte son de breve duración e intensidad, si bien puede haber pequeñas variaciones de forma individual.
Eduardo López Bran, Profesor de dermatología. Facultad de Medicina. Universidad Complutense de Madrid., Universidad Complutense de Madrid Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.