La mascarilla en centros sanitarios y el "sentido común" entran en vigor, pero a las tres de la tarde

La obligación llega con normalidad a hospitales y ambulatorios de la provincia donde cubrirse nariz y boca es un problema menor ante los retrasos en las citas, las visitas a especialistas y las listas de espera quirúrgicas

Acceso principal del centro de salud de Conil.

El responsable del centro de salud de Conil recibe a los medios de comunicación sin mascarilla. Impacta, de entrada. Pero Juan esgrime su teléfono móvil y muestra el comunicado oficial del Servicio Andaluz de Salud sobre la obligatoriedad de llevar mascarilla desde este día en todo espacio sanitario y hospitalario en España.

El aviso del Ministerio de Sanidad ha llegado por la mañana, dice el mensaje de la pantalla luminosa, y entrará en vigor a las 15 horas. De todas formas, tampoco hace falta. En el ambulatorio conileño, donde el pediatra de urgencias tampoco la lleva, aunque está solo y sin pacientes, hay unas 25 personas de media, entran y salen, durante tres horas.

Una docena son administrativos (con mampara) o médicos. El resto, pacientes. Todos la llevan puesta salvo esas dos excepciones y algún usuario esporádico. "Hace varios días que la mayoría de gente la lleva, trabajadores, facultativos y usuarios, la gran mayoría, pero no será obligatoria hasta las tres", recuerda el responsable a mediodía de este miércoles, fecha oficial del retorno del símbolo de la pandemia a los recintos sanitarios de toda España.

El mensaje recibido y mostrado en el centro de salud de Conil es el correspondiente a la orden ministerial que entra en vigor en toda España este 10 de enero, 48 horas después de la decisión de Sanidad, con dos días de plazo a las comunidades autónomas para presentar alegaciones.

Una usuaria busca la mascarilla en el bolso y otra la lleva al entrar al centro de salud.  JUAN CARLOS TORO

La ministra, Mónica García, detalla que la obligatoriedad es flexible y puede convertirse en “recomendación” cuando un territorio registre dos semanas consecutivas de bajada en la ratio de virus respiratorios, ahora disparatadas.

En resumen, se obliga a usar una medida profiláctica defendida por los científicos de forma unánime en los entornos donde coinciden a diario cientos de personas posiblemente enfermas. Cuando el número de posibles contagiados sea más bajo, en vez de orden será sugerencia.

Todo parece bastante racional. "Yo es que no entiendo la discusión", asegura María del Carmen, pensionista conileña de 62 años. "Esto es de sentido común. Si puedes hacer algo para que tengas menos papeletas para ponerte mala o para poner mala a otra persona, pues lo haces. No deberían ni de obligarnos, la gente debería hacerlo por costumbre. Yo lo hago", asegura.

"Yo no entiendo la discusión. Si puedes hacer algo para que tengas menos papeletas para contagiarte y para contagiar, lo haces. No deberían ni de obligarnos"

En realidad, no viene por un virus respiratorio pero dice haber escuchado en la radio que "en otros países, en Italia, me parece que dijeron, nunca ha dejado de ser obligatoria desde el covid, lo normal. Aquí tampoco deberíamos estar pendientes de si dicen que sí o dicen que no. Es cuestión de ponérsela y acostumbrarse, por lo menos en la farmacia, en hospitales, en un ambulatorio, en el supermercado, no es para tanto, digo yo".

Tres personas a su alrededor, embozadas, asienten con fervor de asistente a mitin electoral. Otros miran al pasar y cuesta ver en su mirada -tienen el gesto tapado- si comparten o no su proclama. Eso sí, enseguida reaparecen los efectos secundarios de la mascarilla. Todo el mundo habla mucho más alto y las gafas se resbalan por la nariz al menor movimiento. Clásicos pandémicos.

Una facultativa llama al siguiente paciente en el centro de salud de Conil.  JUAN CARLOS TORO

El Ministerio, sin saberlo Carmen, le daba la razón horas antes a su elogio del sentido común, en el anuncio formal de la mañana. El documento oficial incluye "recomendaciones" añadidas a la población como llevar tapabocas en cualquier lugar para cualquier persona que sufra síntomas respiratorios.

“Es importante mantener la cultura de responsabilidad adquirida en los últimos años", afirma Sanidad en un asombroso ejercicio de optimismo sociológico que podría titularse Saldremos mejores, Aplausos para los sanitarios o Lo que aprendimos en pandemia.

Los consejos de ventilación de interiores o de vacunación van añadidos. "Que digan también que conviene beber agua o líquidos sin alcohol alguna vez al día para no deshidratarse", añade con ironía una joven médico cuando pasa por el corrillo conileño que debate la mascarilla.

Cuando se le pregunta, no se detiene, sólo abre un poco los brazos y dice al paso "es que tener que estar todo el día repitiendo lo más obvio cansa un poco, la verdad".

La tensión viene de antes

Es mal momento para preguntar en los centros de salud. En el de La Laguna, en la ciudad de Cádiz, ya cerca de que lleguen las tres de la tarde y aparezca la obligatoriedad de la mascarilla, las preocupaciones son otras. Todo el mundo la lleva puesta pero preguntar por el motivo de la visita, si es gripe, o covid, o catarro puede llevar a otro tipo de quejas.

"La mascarilla no sé, yo me la pongo y ya está, lo que no hay derecho es a que lleve medio año de espera, cuando me pusieron como paciente preferente, para operarme el riñón que me queda, porque tengo uno. Desde agosto estoy en espera y me dicen que ya veremos. Vengo por una infección de orina y tengo un riñón, y no me dicen nada, que no hay médicos, que la situación es muy complicada, lo mismo que me decían en noviembre, en octubre", admite María Luisa, de 59 años, muy indignada.

"El problema es que cuando pase la gripe de ahora siga todo como antes, que esto siga igual de mal"

Menos alterada, con menos gravedad, Lucía, funcionaria de 46 años, dice que lleva meses de baja por dolores ligados al túnel carpiano de ambos antebrazos. "Me tienen que operar. No hay alternativa, dicen. Ahí llevo, esperando a que me llamen desde septiembre y ni saben cuándo. Que no es grave, me dicen, y es verdad pero son los médicos los que me dijeron que a quirófano o no se iba el dolor. Ahora vengo porque tengo a mi hija, asmática, con un gripazo pero a ella se le complica y no me daban cita hasta dentro de dos semanas, que ya se le habrá pasado después de estar medio asfixiada", relata.

"Lo de la mascarilla, que sí, que hay que ponérsela, claro, que si podemos intentar que se contagie menos gente, contagiarnos menos pues claro, pero el problema está en que cuando pasen las gripes todo siga igual y que antes de la gripe esto estaba igual", añade mientras señala una sala de espera llena.

El sentido común entraba en vigor a las tres de la tarde. El malestar por el estado de la situación de la sanidad pública entró en vigor hace seis meses. Las mascarillas nunca debieron irse o deben quedarse. Conclusiones de una jornada señalada por el Ministerio de Sanidad pero común para miles de ciudadanos.