Al pinsapo ya lo han dado por muerto muchas veces, pero se mantiene firme desde hace 66 millones de años (desde el Terciario, exactamente). De hecho, esta especie (Abies pinsapo Boiss) considerada un fósil viviente que habita los bosques de coníferas del sur de España está altamente protegida al estar catalogada en peligro de extinción. No es de extrañar.
En 1869, apenas quedaban 100 hectáreas de pinsapos en el actual territorio del parque natural de Grazalema. En 1909, el cazador y naturista británico Abel Chapman recorre Doñana y aprovecha para hacer una incursión en el pinsapar gaditano. Entre estos árboles, que crecen lento y luego se disparan, que pueden llegar a vivir hasta 500 años y alcanzar 30 metros de altura, sentencia que en quince años habrá desaparecido hasta el último de los ejemplares.
111 años después, hay un nuevo pronóstico: el grupo de Evaluación y Restauración de Sistemas Agrícolas y Forestales (Ersaf) de la Universidad de Córdoba ha desarrollado un modelo que pronostica una reducción del 93% del hábitat óptimo del abeto Abies pinsapo en 2040, si los planes de conservación no lo remedian, y establece algunas zonas adecuadas para su restauración. Es decir, en apenas veinte años este abeto prehistórico habrá perdido prácticamente sus mejores zonas de conservación, teniendo en cuenta que su distribución está restringida a sierras mediterráneas del sur de la península ibérica, la referida Sierra de Grazalema (Cádiz) y, especialmente, la Sierra de las Nieves y Sierra Bermeja (Málaga), que pronto entrarán en la red de Parques Nacionales.
El pinsapo "habrá desaparecido por completo a finales de siglo", sentencia el equipo investigador de la UCO, con un margen de error en su pronóstico algo más amplio que el que ofreció Champman hace un siglo. Una vez más el cambio climático y, directamente, la mano del hombre están detrás de esta seria amenaza a la que parece enfrentarse cada principio de siglo la especie. En todo caso, y para tranquilidad a corto plazo, "seguramente veremos cambios en su área de distribución, y en la estructura y composición específica de los pinsapares, ya que las especies forestales, por su longevidad, son muy resilientes al cambio y prologan su vida incluso en condiciones ambientales inadecuadas, según el autor principal de la investigación, Rafael María Navarro, quien ha afirmado que "se reducirá parte de su población, pero no asistiremos a su extinción".
Juan José Guerrero Álvarez, ingeniero de Montes y técnico experto en Cambio Climático en la Red de Información Ambiental de la Agencia de Medio Ambiente y Agua de la Junta de Andalucía, cuenta a lavozdelsur.es cómo surgió el estudio. En su trabajo, a partir de informes de organizaciones como la ONU, actualizan la información sobre cómo prevé que impacte el cambio climático en Andalucía. Uno de los estudios que derivó de esos datos pormenorizados fue, junto a José Quintanilla, director del plan de conservación del pinsapo, "ver cómo podía adaptarse el pinsapo a estos cambios". Utilizaron una herramienta que es una especie de modelo de simulación de la radiación solar y de la transpiración en función de lo que los científicos llaman el índice de incidencia solar.
El modelo empleado en el estudio del equipo investigador de la UCO, que podría usarse para otras especies forestales mediterráneas, emplea algoritmos, información geográfica, registros de presencia de especies, variables edafoclimáticas y datos sobre los micrositios creados por la estructura topográfica del paisaje. Una de las claves en este sentido, ha destacado Navarro, es el uso del mencionado modelo de incidencia solar, que evalúa el componente térmico de la orientación del terreno, y que ha sido desarrollado por Guerrero Álvarez.
Incendios, plagas, enfermedades y el impacto del cambio climático
"Vimos que era un parámetro muy importante a la hora de adaptar esta especie. Al pinsapo lo que le va a ocurrir es que va a necesitar más altura para desplazarse a medida que aumente la temperatura. Es muy sensible a ese factor, necesita un balance hídrico positivo buena parte del año, y dado que no hay altura en las sierras donde vive tiene que compensarlo", desgrana el experto medioambiental. Los pinsapares protegidos de las sierras de Grazalema, Las Nieves y Sierra Bermeja, son el último reducto de una especie especialmente frágil y amenazada por los incendios, las plagas, las enfermedades y el impacto del cambio climático.
La implementación de políticas de conservación también será otro de los principales factores que marcarán el devenir de la especie. De hecho, uno de los objetivos principales del estudio ha sido establecer refugios "climáticos" para la especie identificando aquellas localizaciones con condiciones climáticas adecuadas en el futuro, lo que permitiría mantener unos requisitos mínimos de supervivencia. Tras caracterizar el hábitat y estudiar el impacto del cambio climático, el trabajo ha establecido algunas zonas con un mayor potencial de conservación para la especie. Entre ellas, determinados lugares de la Sierra de Grazalema y de la Sierra de las Nieves con suelos profundos y ubicados a una altitud alta y en zonas de umbría, lo que permitiría compensar el estrés hídrico.
"Las poblaciones de la especies localizadas en áreas de mayor incidencia solar y, por tanto, con mayor radiación y temperatura, experimentan una mayor demanda hídrica y hay más riesgo de colapso en condiciones de sequía", ha detallado el investigador principal del estudio. El desarrollador del modelo que ha servido de base a la investigación añade: "Ahora lo que hay ver es qué sitios son óptimos para que el pinsapo pueda sobrevivir, buscar una especie de Arca de Noé, de oasis, donde refugiar a la especie. Es una investigación territorial con el modelo digital de elevaciones, lo que define el relieve, para ver qué sitios son los mejores para que sobreviva. Ya hay sitios en los que prospera estupendamente, y en otros sitios se puede plantear restauraciones".
En cualquier caso, esté bien o esté mal desde el punto de vista fitosociológico, Guerrero sentencia: "Su gran problema son los incendios. Al final, ocurre un incendio y da al traste con todo. Fundamentalmente, el problema número 1 del pinsapo son los incendios forastales, y ya luego la deslocalización del hábitat por las variaciones climáticas que pueda haber; y aquí hay que decir que Grazalema está un poquito peor preparada para combatir el cambio climático que Sierra de las Nieves".
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