Vidas. Cada una con sus matices, sus batallas y sus sueños. Caminos humanos que cada vez con más frecuencia quedan grabados en las entrañas de Instagram. La red social —con unos 1.221 millones de usuarios activos en el mundo— guarda la rutina compartida por muchas personas. Instantes que al día siguiente desaparecen y tan solo quedan en la memoria de quienes los han vivido.
A Diana Delgado, de 26 años, le encanta grabar stories, repostear o subir una foto. Familiarizada con los hashtags y los filtros, esta jerezana tiene como “hobby” crear contenido. Con el tiempo le ha cogido el gustillo y hace filigranas para compaginar sus posts con su día a día. Un laberinto del ajetreo del que sale adelante a base de constancia y horas.
A su cuenta la bautizó como “mixedsoul”, es decir, alma mestiza —“representa lo orgullosa que estoy de mis raíces afroamericanas y andaluzas”—, y probó cómo sería mantenerla siendo madre de dos hijos y enfermera en el hospital de Jerez.
Al principio, la joven se abrió un perfil allá por el 2013 para promocionar su música. Nada serio, lo utilizaba como un medio de expresión artística al que, por aquel entonces, muchos artistas ya se estaban agarrando para darse a conocer. “Ya todos los grupos lo hacían”, dice a la vozdelsur.es. Y ella también se animó. Además de ser enfermera experta en embarazo, parto y puerperio y técnico en ecografía emocional 4D/5D, Diana lleva desde los 14 años cantando flamenco fusión y aprovechó la plataforma que “en su momento no me llamaba tanto la atención”.
“Hace 10 años no era tan sonado, ahora todo el mundo tiene su perfil”
Enamorada del gospel, la jerezana se dedicó durante unos años a compartir sus actuaciones como integrante del grupo flamenco Soniquete de Jerez. Pero ni por asomo se acercaba a la media de las 10,3 horas al mes que pasan las personas usuarias en la red social, según el último informe elaborado por We Are Social en colaboración con Hootsuite.
“Fuimos un poco pioneros, hace 10 años no era tan sonado, ahora todo el mundo tiene su perfil”, comenta Diana, que viajó tanto dentro como fuera de España subiéndose a escenarios junto a artistas referentes del flamenco. Cuando el grupo se disolvió, ella siguió en solitario y nunca se desprendió de esa faceta musical que ahora disfruta de forma puntual.
Desde hace un año, cuando acaba su jornada laboral, coge su móvil y sube todo lo que se le ocurre. Se lo empezó a tomar más en serio cuando la marca internacional Shein se puso en contacto con ella para ofrecerle una colaboración. Sin esperarlo, esta conocida firma de renombre le dio una oportunidad que hizo que se replanteara dedicarle más tiempo a Instagram y cuidar el contenido que subía. Así, hasta llegar a entrar en el grupo de los que se conocen como microinfluencers.
“Cada vez más marcas se interesan por los microinfluenciadores, personas que tenemos un buen número de seguidores muy fieles, pero no tenemos cuentas con números multitudinarios”, explica Diana que también colabora haciendo trabajo de modelaje con otras empresas de moda y cosméticos y ha participado en videoclips.
La jerezana siempre ha recibido el cariño de sus seguidores, entre los que se encuentran muchas madres, a las que se les cae la baba con su contenido. No porque comparta foodporn sino porque los protagonistas de sus vídeos, además de los outfits, son dos criaturas encantadoras que tienen “profundamente” enamorada a toda la comunidad. “La verdad es que son dos muñecos”, expresa refiriéndose a Manuela, de 6 años, y a Roma, de 18 meses.
“Mis seguidores están profundamente enamorados de mis hijos”
El balbuceo del más pequeño resuena de fondo mientras que Diana cuenta cómo su primer embarazo, con apenas 20 años, marcó “mi forma de ver la vida desde muy temprano”. Para ella, fue una bonita circunstancia que le zarandeó cuando aún no había iniciado su carrera universitaria. Con agallas y la cabeza bien alta, esta madre joven sacó adelante a su familia sin renunciar a sus metas. Se armó de valor y lo hizo lo mejor posible para que hoy sus hijos mantengan unas sonrisas que encandilan a Instagram. “No fue fácil, para nada, soy bastante joven y he tenido muchos trabajos, esto me ha obligado a priorizar lo que es más importante”, explica.
Los pequeños son adorables, se mueven como peces en el agua delante de la cámara, con gran naturalidad, y se lo pasan en grande con su madre. Según detalla la jerezana, “mi cuenta es mi vida, que es muy plural, muestro mis pasiones, la moda, la fotografía, mi familia, mis intereses o los ideales que defiendo y que me gusta reivindicar”.
Una voz joven rebosante de madurez que no ha tenido más remedio que vivir “en primera persona” el sufrimiento que ha dejado la pandemia. Durante estos meses ha pasado por varias unidades, desde urgencias hasta cuidados intensivos, donde ha lidiado la batalla con preocupación. “Ha sido complejo, los pacientes que se han ido, los turnos interminables… Siempre tienes el miedo de poder pegar algo a mi familia pese a la higiene”, comenta.
Los peores momentos han pasado. Actualmente trabaja en la UCI neonatal donde se extreman las precauciones y el covid ya no molesta. Encantada con su profesión, de vez en cuando, Diana comparte sus conocimientos profesionales, sube cuestionarios sobre vacunas o lanza consejos sanitarios, pero su foco está en sus aficiones. Esos ratitos con su familia que le hacen “resucitar” cuando el cansancio puede con ella. Luchadora y constante, mira a esos cuatro ojos que le hacen desconectar.