“Estaba mejor encerrado en mi cuarto”, dice Ángel Montalbán, jerezano de 14 años que tuvo adicción a las pantallas. Para él, era un refugio pasar, cada fin de semana, hasta diez horas, con un mando o un teléfono móvil en la mano. “Estaba todo el día jugando porque así no tenía que enfrentarme a mis problemas”, reconoce el joven a lavozdelsur.es.
Todo comenzó hace unos años, cuando sus padres notaron que presentaba un comportamiento difícil. “La convivencia en casa era muy complicada, el niño no salía de la habitación, no se relacionaba, no comía. Iba a clases particulares y a natación, tenía una vida ordenada, pero aún así era amargante”, cuenta Isabel Torregrosa, su madre.
La jerezana no comprendía la actitud de su hijo y decidió llevarlo a la consulta de profesionales. Llegaron a pensar que podría tener TDH e incluso Asperguer, pero acabó con un tratamiento contra la anorexia. Ángel padecía este trastorno alimenticio al no comer durante los fines de semana pese a que él aseguraba a su familia que sí lo hacía.
Su dependencia a los videojuegos le llevó a esta situación que provocó que empezara a faltar a clase. En ese momento, sus padres le compraron un móvil para que tuviera contacto con sus compañeros y no perder el hilo. “Para lo único que sirvió fue para aumentar el uso de la tecnología, cuando no tenía la Play, tenía el móvil, estaba todo el día con las pantallas”, cuenta Isabel, que explica que Ángel solo usaba los dispositivos los fines de semana.
“El viernes, cuando salía del instituto, llegaba loco perdido para coger la Play y no la soltaba. Y entre semana, al no usarla, estaba como con el mono y todo lo que le dijeras le parecía mal, hasta daba portazos”, expresa.
"Entre semana no jugaba y estaba con el mono"
La única red social a la que estaba enganchado era YouTube. Ángel caía en el uso abusivo del móvil, veía vídeos sin parar y “no cooperaba” para que el ambiente en casa mejorara. Durante el curso, 2º de ESO, su rendimiento académico empeoró. “Siempre había sacado buenas notas, pero llegó un punto en el que empezó a suspender, y fui a hablar con la orientadora del instituto”, explica la madre. Fue en esa tutoría donde descubrió la existencia del Grupo joven de Proyecto Hombre.
La familia se puso en contacto y empezó a asistir a sesiones. “Hasta ese momento no fui consciente de que el problema era la tecnología, yo pensaba que mi hijo era un rebelde, no lo veía”, comenta Isabel. A partir de entonces, Ángel empezó a cambiar los hábitos y a seguir las pautas marcadas para poner freno a su adicción. “Es lo mejor que he hecho en mi vida después de haber tenido a mis hijos, todo ha cambiado completamente”, expresa la madre, que anima a los padres a buscar ayuda.
“Yo ahora me siento mucho mejor porque estoy socializando más, estoy conociendo a personas y saliendo, también uso mucho menos la tecnología y estoy mejor con mi familia”, señala Ángel. Él ha sido uno de los miles de jóvenes enganchados a las pantallas.
"Ahora uso mucho menos la tecnología"
Según una investigación de Facebook, alrededor de 1 de cada 8 de los 2.900 millones de usuarios de esta red social tienen problemas similares a la adicción. Sin duda, el impacto de estas plataformas preocupa a una sociedad que vive mirando el móvil. Hoy, 30 de junio, día mundial de las redes sociales, es una oportunidad para reflexionar no solo la forma de compartir información sino también los peligros que conlleva un uso desmesurado de ellas.
“Es complicado que alguien tenga adicción a una sola cosa, lo más normal es que el niño abuse de los videojuegos y también de otros dispositivos. A lo mejor, el rato que no está jugando, está con las redes sociales”, explica María del Carmen Tocón Granados, directora del centro de tratamiento ambulatorio de Proyecto Hombre en la provincia de Cádiz.
Ella ha estado cerca de Ángel en su tratamiento. Según comenta, desde que el Grupo Joven empezó a atender casos de adicción a la tecnología, el número asciende cada año. “Tras la pandemia muchas familias han expresado la problemática que ven en sus casas frente a los dispositivos. Anteriormente había menos conciencia”, sostiene la trabajadora social que lleva más de 20 años trabajando en esta asociación.
“No es un problema del dispositivo, es de la persona, igual que una persona puede usar otro tipo de sustancias para evadirse de su problema pueden usar el teléfono”, explica María del Carmen, que añade que los adultos también desarrollan adicciones aunque, generalmente, usen el móvil de una forma más responsable.
Consejos para no caer en la adicción
La directora comparte que a la hora de usar los dispositivos, “lo más importante es tener un orden, es decir, tener unas normas”. Según señala, “cada vez los adolescentes tienen acceso a las redes sociales a más temprana edad. A priori no saben limitarse, necesitan que la familia ejerza esa medida de control”.
Desde Proyecto Hombre, también se habla de la importancia de conocer el uso que los jóvenes dan a los dispositivos. “A través de las redes sociales se interpreta muchas veces erróneamente lo que se quiere decir y da lugar a conflicto”, advierte.
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