La tragedia de la DANA de Valencia va a ser, de largo, uno de los sucesos más luctuosos de la historia de España fuera de periodos de guerra y enfermedad. En el siglo XXI, tan solo el ataque terrorista a los trenes de Madrid resultó más catastrófico en cuanto a víctimas mortales. Dobla en cifras a tragedias como la del camping de Biescas, en 1996, o las inundaciones del Turia de 1957, ambas en el siglo XX. Horas de terror en Valencia, pero con consecuencias también en otros territorios.
La Generalitat ha confirmado la cifra que adelantaba EFE al final de la mañana de 155 muertes en la Comunidad Valenciana. Se suman otras dos en Castilla-La Mancha y otra muerte de una persona mayor en Málaga, que tenía enfermedades previas y que moría en el hospital tras ser recatado en su vivienda anegada.
Estas horas son menos tensas en la provincia de Valencia que las del día anterior. Pero son muy duras. Porque si bien hay esperanza de encontrar vivos a desaparecidos entre escombros, o que se encuentren aislados sin poder comunicarse con el entorno, lo cierto es que también entre vehículos siguen apareciendo cadáveres.
En la pedanía de La Torre, este jueves han sido hallados ocho cuerpos en un garaje. Es uno de los casos más graves, pero en total suman nuevas decenas de cuerpos. La Ciudad de la Justicia de Valencia ha sido habilitada como lugar al que acudir los familiares de desaparecidos al efecto de reconocer los cadáveres, y saber así si son realmente de sus familiares.
Asimismo, este jueves las miradas están puestas en Castellón. La Aemet y Protección Civil han emitido aviso rojo y los móviles han emitido la alerta, al igual que el miércoles en la Campiña de Jerez. Si bien, todo apunta a que habrá más precauciones y previsiones que en Valencia. De hecho, este jueves, los ministros Óscar Puente y Margarita Robles han dado a conocer que, efectivamente, muchos de los fallecidos perecieron tras verse sorprendidos por las riadas, tras intentar salvar sus coches al ver que empezaba a llegar agua. No podían imaginar que garajes subterráneos y ciertas zonas inundables se convertirían en una trampa mortal.
Mientras se siguen buscando cuerpos, las comarcas más afectadas están lejos de recuperar la normalidad. Los vecinos están comenzando a preocuparse por el acceso a agua y a luz, elementos básicos para el día a día que escasean. Muchas carreteras están cortadas tanto por la presencia de vehículos como por daños estructurales. Los trenes tardarán días en circular. Una catástrofe con el cambio climático como telón de fondo, y que sirve de preaviso para el resto del país.