José Antonio, nada más tropezar, supo que algo no iba bien. Notó un dolor, acudió a la mutua y le dieron la baja por contingencias comunes para su puesto como calderero-tubero en los Astilleros gaditanos. Eso fue en agosto de 2017 y unos meses después, en febrero del año siguiente, tuvo que operarse porque sufrió en ese lance la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Recientemente le han concedido un 41% de grado de discapacidad, aunque el Juzgado de lo Social nº1 de Cádiz desestimó su petición de incapacidad permanente total y entiende que puede trabajar.
El gaditano José Antonio Dorante tiene más de diez años de experiencia como calderero-tubero en empresas auxiliares del Astillero gaditano. “Entré en 2004 como ayudante, después hice un curso en el CTI (Centro de Técnicas Industriales) y fui entrando en empresas poco a poco. Me llamaban como eventual hasta que fui metiendo cabeza”, relata a lavozdelsur.es.
Con 38 años recién cumplidos —ahora tiene 42— se vio incapacitado para ejercer su profesión, para la que tanto se había preparado, y luchando por una incapacidad total que no le concedían. Tras la operación sufrió secuelas, "porque me pinzaron un nervio", comenta. Y su estado físico empeoró, sin que ello le sirviera para lograr la incapacidad total, por lo que tuvo que denunciar en los Juzgados. En febrero de este año se celebró un juicio que no le dio la razón, y que ha recurrido, para lograr lo que cree que es de justicia.
“Me dijeron que era apto para trabajar, cuando no puedo estar mucho tiempo de pie”, lamenta Dorante, a quien se le hinchan las piernas si se esfuerza demasiado. “Tengo una quemazón que no me deja”, cuenta. Por lo que es imposible, dice, que pueda desempeñar su trabajo en un barco, donde tiene que recorrer grandes distancias, subiendo y bajando escaleras todo el día. “Un astillero es una locura, ando mucho y manejo herramientas con las que estoy expuesto a temperaturas extremas”, señala.
Después de estar dos años esperando el juicio, José Antonio Dorante se encontró con una sorpresa que no esperaba: que la jueza desestimara su petición y no le concediera la incapacidad total, algo que no tramitó correctamente su abogado, para colmo. “La jueza me dijo que podía deambular por el astillero, algo que es imposible”, lamenta.
Esta situación le ha provocado daños psicológicos y económicos. “Me ha estado tratando una psicóloga porque ha sido muy duro”, confiesa el trabajador, quien ha estado subsistiendo gracias a las pocas ayudas que ha recibido. Desde noviembre de 2019 estuvo más de medio año sin percibir ingresos, en pleno confinamiento. Luego solicitó una ayuda, más tarde la Renta Activa de Inserción… “En pandemia estuvimos viviendo del ERTE que cobraba mi mujer”, relata.
Hace unos meses decidió formular la solicitar para conocer su grado de discapacidad, y se le ha reconocido un 41%, gracias a lo que está pudiendo tramitar entrevistas laborales con la ONCE y en otras empresas. "Parece que estoy viendo algo de luz", cuenta, "pero es incoherente que tenga aceptada la minusvalía pero me digan que puedo deambular por un astillero".
Un informe emitido el pasado 11 de febrero por el centro de valoración y orientación de Cádiz considera que Dorante presenta "limitación funcional en miembro inferior; trastorno interno de rodilla; o hernia de la cavidad abdominal". Un informe emitido por un perito médico enumera los riesgos a los que se puede enfrentar Dorante en su puesto de trabajo: "Inhalación de polvo, humos, gases o vapores; exposición al ruido; exposición a radiaciones no ionizantes; exposición a sustancias carcinógenas", así como "los relacionados con posturas forzadas, posturas mantenidas, manejo de cargas; o manejo de equipos o cerramientos con elementos cortantes, punzantes o perforantes".
El informe pericial también considera que el trabajador de Astilleros está "limitado para trabajos en cuclillas, posturas forzadas y mantenidas, subir y bajar escaleras, moderados/grandes esfuerzos, bipedestación mantenida" y que sufre "trastorno ansioso-depresivo en el contexto del problema físico que le ocasiona la sensación de impotencia de no poder llevar a cabo su trabajo". Un calvario que José Antonio espera que culmine felizmente más pronto que tarde.