El pasado domingo, el municipio toledano de Mocejón vivió un trágico suceso con el asesinato de un niño de 11 años. Horas después de los hechos, sin que se conocieran los detalles, el eurodiputado Alvise Pérez ya había señalado a menores extranjeros no acompañados y vinculaba la noticia a otro mensaje en el que hablaba de "decapitaciones y puñaladas diarias". Minutos más tarde, el agitador ultra aumenta el tono, más si cabe. "Los vecinos de Mocejón: 'El pasado lunes 5 de agosto llegaron al pueblo 50 africanos en un autobús que los dejó en el Hotel Pattaya. Somos menos de 5.000 personas y vivíamos tranquilos. Ahora hay violaciones, robos y el asesinato de este niño de 10 años'. Medios VS Realidad".
Por la tarde, la afirmación de Alvise ya había alcanzado a miles de usuarios que, a su vez, lo compartían y amplificaban su alcance. De poco o nada sirvió que la familia del niño asesinado pidiera que no se criminalizara a colectivos. De hecho, el portavoz terminó denunciando el acoso que había sufrido en redes por parte de grupos ultras. Finalmente, la Policía detuvo a un joven español como presunto autor de los hechos.
Hace algunas semanas, en el Reino Unido se vivió un episodio muy parecido. Grupos de extrema derecha vincularon un asesinato a la presencia de refugiados en un municipio británico. La situación acabó con dichos grupos prendiéndole fuego a un hogar de acogida. El autor del asesinato de las tres niñas era inglés, pero las acusaciones y actuaciones provocaron una batalla campal que se prolongó durante varios días.
Este modus operandi es cada vez más habitual gracias a las facilidades que dan las redes sociales para propagar estos discursos. Para María Lamuedra, profesora titular de Periodismo en la Facultad de Comunicación de Sevilla, esto supone un peligro para la democracia. "La verdad es importante para la democracia porque es un sistema en el que nos autogobernamos y necesitamos tener información veraz para decidir quién nos gobierna", afirma.
Usuarios como Alvise suelen ser los primeros en posicionarse con estos temas. Cuando se buscan otros puntos de vista para rebatir sus afirmaciones, muchas veces es tarde debido a la rapidez de la propagación. "La verdad necesita que haya una interlocución y muchas perspectivas. Hay que reconocer a tus interlocutores y dar voz a todos los sectores sociales", añade Lamuedra.
La profesora de Periodismo señala que hay un patrón en todo el mundo con el tipo de informaciones que se difunden. Para ello recurre al bulo publicado en Francia sobre que la mujer de Macron era trans, algo que también se ha replicado en España. No obstante, los más recurrentes tienen que ver con la inmigración, como se pudo comprobar con el caso de Mocejón.
Sylvia Koniecki es la subdirectora de Planificación y Desarrollo de Andalucía acoge, una organización que ha puesto en marcha proyectos como 'Stop Rumores' para hacer frente a estas informaciones falsas. "Queremos implicar a la ciudadanía a ayudar a desmontar prejuicios y promover la convivencia porque hay una estrategia muy orquestada para difundir el odio", asegura. Koniecki coincide en que dicha estrategia se gesta a nivel internacional. "Tienen muchos recursos para sembrar el odio contra colectivos específicos. Nosotros tenemos que adaptarnos y hacer un trabajo de sensibilización y comunicación".
Desde la organización tienen claro que "se usan los miedos y las inseguridades de la gente. La frustración de problemas económicos te lleva a la búsqueda de culpables y apuntan al que acaba de llegar, al más débil". En este contexto, Lamuedra pone en valor el papel del periodismo porque "necesita un método de verificación de la información. Hay que buscar fuentes y versiones de la realidad".
Para intentar dar la vuelta a esta tendencia, Konecki apuesta por "generar pensamiento crítico y revisarnos cada uno porque todos estamos afectados. La polarización no nos permite dialogar con otros. Necesitamos ser consumidores responsables", comenta desde una organización que en los últimos años ha aumentado el trabajo con los datos para desmentir los bulos que afectan directamente a las personas con las que trabajan. "La estrategia en redes tiene que ser muy cuidadosa. Optamos por no contestar en redes y dar difusión sino compartir noticias alternativas que den otra visión".
"El tema surge con frecuencia y los bulos están haciendo daño", declara Pepe Chamizo, actualmente en Sevilla Acoge tras ser el Defensor del Pueblo Andaluz. En su organización siguen trabajando igual, pero teniendo en cuenta el contexto. "Animamos a los inmigrantes a denunciar cuando se trata de bulos para evitar enfrentamientos". Konecki asegura que todo esto "tiene una merma en todo el estado de salud mental y emocional de las personas. Es un riesgo para su seguridad".
En Andalucía Acoge trabajan con jóvenes que han estado tutelados y que no tienen referentes. "Son estigmatizados de manera brutal. Se les deshumaniza llamándoles menas. En chavales tan jóvenes es muy difícil afrontar una situación como esa donde se ven señalados. Muchos sólo buscan una oportunidad para salir adelante y la normalización del odio tiene una repercusión práctica en la búsqueda de empleo, vivienda o recursos".
Aunque muchos de estos mensajes vienen desde fuera del periodismo, lo cierto es que hay periodistas que no dudan en difundirlos. Alguno, como Vito Quiles, tiene acreditación en el Congreso de los Diputados. Rafael Rodríguez, presidente de la Asociación de Prensa de Sevilla, señala que "es una obsesión de la APS luchar contra la desinformación".
Desde la asociación sevillana ya han lanzado varias propuestas para poner 'coto' a la mentira, al menos en los medios de comunicación. "Creemos que hay tres elementos básicos: la ley de transparencia, la alfabetización mediática y una ley de publicidad institucional". Esta propuesta ha ido ganando peso en los últimos meses y, de hecho, esta semana se ha conocido un ejemplo en Francia. "Hay montones de medios que se dedican a desinformar y se mantienen por el dinero de las instituciones públicas", apunta Rodríguez.
Otra de las cuestiones clave es la alfabetización mediática. "Nos parece fundamental para educar a la sociedad en un pensamiento crítico. Mentira ha habido siempre, pero ahora con las redes son inmediatas e infinitas", añade el presidente de la APS antes de mencionar también las capacidades de la inteligencia artificial. "Tenemos que actuar desde el propio periodismo".
Precisamente, María Lamuedra señala los déficits que existen entre los propios periodistas y académicos. "La academia va a remolque, se está haciendo poco estudio sobre esto", asegura la profesora de la Universidad de Sevilla que, además, señala que existe una industria detrás de la desinformación. "La estructura del sistema de medios es lo que va a permitir hacer frente a los bulos".