La vida fuera de la Tierra siempre ha estado en el punto de mira. Los encuentros extraterrestres y los avistamientos de ovnis entusiasman a muchas personas amantes de lo desconocido. Es el caso de Avi Loeb, físico de la Universidad de Harvad, que está interesado en la búsqueda de civilizaciones extraterrestres.
Tanto, que ha llegado a movilizarse para lograr una financiación de casi 1,4 millones de euros para una expedición en la que lleva trabajando desde 2014. El magnate estadounidese Charles Hoskinson hizo posible que este investigador se sumergiera en el fondo del Océano Pacífico Sur, cerca de Papúa Nueva Guinea para buscar un meteorito que explotó en esa zona hace nueve años.
El Departamento de Defensa de EE. UU. lo observó y lo bautizó como CNEOS 20140108 o IM1, un elemento por el que ha movido cielo y tierra para buscar sus restos.
Al investigador le llamó la atención que explotó mucho más bajo que la mayoría de los meteoritos. Por eso, no dudó en calcular el lugar aproximado donde había caído y, con la ayuda económica, viajó al lugar.
Una vez allí encontró 50 "esférulas cósmicas" que, según él, pertenecen a una nave extraterrestre procedente de fuera del Sistema solar. El equipo ha hallado estas "perlas metálicas" de medio milímetro de diámetro en las profundidades.
Su hallazgo ha generado dudas en el resto de la comunidad científica, que ha tratado de tumbar los argumentos de Loeb. "La prueba más convincente sería que una de estas esférulas fuese más antigua que el Sol, lo que la identificaría como interestelar", ha indicado la profesora en Ciencias Planetarias y Espaciales de la Open University, Mónica Grady, en el portal The Conversation.
El científico se encuentra analizando las muestras, convencido de que pertenecen a un vehículo alienigena. No es la primera vez que defiende una teoría de este tipo. El cosmólogo israelí-estadounidense dijo que el primer objeto interestelar captado por la tecnología humana se trataba de una nave espacial varada.