El pasado 13 de marzo, un preso que cumplía condena en la cárcel de Mas d'Enric (Tarragona) asesinó con un cuchillo de cocina a una trabajadora. El recluso, al que le quedaban tres años de condena tras asesinar a puñaladas a una mujer en 2016, se suicidó posteriormente.
El interno trabaja en la cocina de la prisión desde 2018 dentro del itinerario marcado para enfocar su reinserción. Unas labores comunitarias que acabaron con la vida de una persona. Los servicios penitenciarios están revisando ahora los posibles errores cometidos a la hora del plan trazado en la reinserción del asesino. Más de 80 concentraciones de repulsa se han realizado en toda España exigiendo mayores medidas de seguridad para los funcionarios.
Mientras tanto, por otro lado, personal laboral de cocina en instituciones penitenciarias exige la presencia de un vigilante de seguridad de toda la jornada laboral. "Nuestra vida depende de su presencia o no. Depende de si hay un refugio seguro para casos de rebelión y emergencias con una salida adecuada para evacuaciones", manifiesta Esperanza Sánchez, que ha iniciado una campaña en change.org exigiendo más seguridad para su sector.
"Como personal laboral en las cocinas de instituciones penitenciarias, nos encontramos abandonados a nuestra suerte ante presos con delitos de sangre, sin un vigilante que vele por nuestra seguridad durante toda la jornada laboral", apunta.
Esperanza también comenta que "llevamos mucho tiempo reclamando se nos reconozca como trabajadores en alto riesgo, solicitando se nos faciliten medios de seguridad como una llave para acceder y/o salir de la dependencia de la cocina cuando fuere necesario, un botón de alarma para casos de emergencia o peligro, un walkie, un teléfono o algo para comunicar la situación si nos encontramos en peligro, un búnker o garita de refugio para casos de rebelión, los cuales comuniquen con dependencias externas a modo de evacuación, y, por supuesto, un vigilante o varios, según necesidades".
Esta cocinera entiende que "es inadmisible que lleguemos a situaciones tan trágicas como la pérdida de nuestra compañera Nuria López, cocinera del centro penitenciario de Tarragona. Tras este lamentable suceso no pararemos de alzar la voz, por ella, por nuestras vidas, por nuestras hijas e hijos. Es inadmisible que quedemos sin protección y sin medios de seguridad por otras funciones que han de cubrir los funcionarios encomendados a cocinas. La falta de medidas adecuadas pone en riesgo nuestras vidas todos los días, trabajamos mano a mano con ellos con todo tipo de armas blancas".
Según datos recopilados por el Observatorio Internacional de Prisiones, se ha registrado un aumento significativo en los incidentes violentos dentro del sistema penitenciario. "Exigimos que se cumplan nuestros derechos a la seguridad y protección. Pedimos que se implementen medidas efectivas como tener al menos un oficial presente durante todas las horas laborales y establecer áreas seguras para casos extremos. Exigimos que los internos-trabajadores de cocina bajo ningún concepto tengan delitos de sangre, independientemente de si tienen o no buena conducta.
Es hora que nuestras voces sean escuchadas. Es hora que nuestro bienestar sea prioridad", concluye Esperanza en su petición.