Al comienzo de la calle Larga, tomando como referencia la esquina de los Claustros de Santo Domingo, hubo en Jerez un lugar que tenía una gran categoría y prestigio. Eran años de tertulias y debates, de reuniones matinales al calor de un buen café o en la sobremesa junto a una buena copa de vino.
Y en el Café Universal, situado en la referida ubicación, compartían charlas los jerezanos de hace más siete décadas. Un café, como se conocía antes a estas cafeterías, que fue fundado por Pedro Naranjo Terán, un filatélico jerezano y firme defensor de la lengua esperanto, llegando a dar vida en la ciudad a la primera agrupación para el estudio y promoción de este idioma universal nacido a finales del siglo XIX.
El sitio tenía un encanto especial y contaba con una pequeña biblioteca, además de ofrecer a los clientes toda la prensa de entonces, algo novedoso en los establecimientos en el Jerez de mediados del siglo pasado.
En un cartel publicitario, el Café Universal, ubicado en la calle Larga número 60, anunciaba "el mejor café de Jerez a 20 céntimos" y también “el fino y oloroso ‘Universal’ a 3,50 pesetas la botella”. Además, defendía que era "el sitio ideal para presenciar los desfiles".
Un café de obligada parada para muchos, que se acabó cerrando tras el fallecimiento en 1968, a los 80 años tras sufrir una hemorragia cerebral, de Pedro Naranjo.